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María Gardó
Martes, 21 de octubre 2014, 21:51
Solemos comentar que hace «un día de perros» cuando el clima nos regala una jornada de lluvia y tormentas. Sin embargo, en su origen, esta expresión era utilizada para todo lo contrario y se pronunciaba cuando hacía calor y sol.
La frase es antiquísima y ha variado mucho a lo largo de los años. Viene de la época en la que los calendarios eran astronómicos y los pueblos se guiaban a través de la posición de las estrellas y constelaciones. Desde la antigüedad se tenía el convencimiento de la estrecha relación que existía entre Sirio, la estrella más brillante de la constelación de Canis Major («Perro Mayor»), con los días de más calor del año o verano. A ese periodo de calor se le llamó canícula' (de perro o can) y fue popularizada como «días de perros».
En cierto momento la expresión cambió su significado y suele usarse cuando hace mal tiempo, especialmente en los días de tormenta o incluso cuando se ha tenido un mal día por motivos ajenos a la meteorología.
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