El Soro, Vicente Barrera y Rafael de Foios, a hombros tras repartirse diez orejas

foios. Una mañana primaveral, lleno, una corrida a modo, todos a hombros. La fiesta fue completa. El sorismo se rearmó en Foios para alumbrar de paso a un nuevo matador, Rafael de Foios, que cortó cuatro orejas en el día de su alternativa después de hacer el toreo de más entidad de la matinal y se lo llevaron en volandas junto a El Soro, Vicente Barrera y el mayoral de la ganadería de Benjumea.

El toro del doctorado fue que ni pintado para un torero que volvía a vestirse de luces diez años después. Colorado bociblanco, fue un dechado de nobleza aunque siempre acusó una marcada querencia a tablas. Rafael de Foios, tras el largo parlamento de El Soro, le cuajó una faena medida en la que llegó a torear muy despacio. Siempre bien colocado, tiró de las embestidas con temple, pulso y buen trazo dejando entrever que es un torero recuperable. Al sexto, un buen toro premiado con una generosa vuelta al ruedo, le ligó varias tandas de derechazos que tuvieron profundidad y mando. Se queda quieto y se los pasa muy cerca además, como demostró en unas personales y ceñidas manoletinas. La estocada, hasta las cintas.

El segundo fue el garbanzo negro del envío, aún así El Soro no renunció a la pelea, anduvo bien con la capa y compartió tercio de banderillas con el toricantano y Raúl Martí. La explosión sorista llegaría en el cuarto, que embistió con calidad. Fácil con los palitroques, ganando bien la cara del animal, invitó en esta ocasión a Montoliu que dejó un par extraordinario. El Soro, que había brindado a Fernando Esteso y Paco Arévalo, presentes en una barrera, fue todo corazón y entrega. Le dio fiesta al cuvillo por ambos pitones y llegó mucho a los tendidos cuando puso en escena el péndulo y un desplante sui generis en el que llegó a coger las orejas del burel. La plaza loca. Los dos pinchazos previos a la estocada no fueron impedimento para que paseara el doble trofeo entre los vítores de ¡torero, torero! de un público que le idolatra.

La primera corrida que se celebraba en la historia de la localidad sirvió también para que Vicente Barrera volviera a enfundarse el chispeante por un día. Un lote colaborador propició que el valenciano pudiera dejar la impronta de su toreo hierático y vertical. Especialmente buenos fueron el recibo capotero a su primero y los dos arranques de faena. Anduvo fácil, templado y solvente en todo su quehacer. Barrera estuvo en Barrera y amarró el triunfo.

En festejo comenzó con unos minutos de retraso para que el público acabara de acomodarse en los tendidos. Tras romperse el paseíllo, los toreros dieron la vuelta al ruedo portando una imagen de la Virgen del Patrocinio y Vicente Yesteras, buen torero de plata, se retiró del toreo en una emotiva ceremonia en la que su hijo le cortó el añadido.