El Ágora también muda de piel
El trencadís de la fachada del edificio se reparará de manera inminente y las obras durarán cuatro meses
Noelia Camacho
Martes, 12 de mayo 2015, 13:54
El pasado mes de julio LAS PROVINCIAS denunció el mal estado del trencadís que recubre la fachada del Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa) de Valencia. Desperfectos, desconchones, zonas sólo con pintura... el aspecto de la cubierta del vecino de complejo del Palau de les Arts distaba mucho del ideado por Santiago Calatrava. El arquitecto quería evitar que, tal y como ocurrió en Les Arts, el material cerámico se desprendiera de la cubierta y cayera al suelo. Por esta razón, hace unos meses encargó unas catas en el edificio para averiguar el alcance de los daños.
Los expertos que realizaron el estudio del Ágora alertaban de que, tal y como publicó este diario, «la superficie presenta pequeñas deformaciones en algunas zonas de las juntas de chapa metálica que sirve de soporte al revestimiento». Asimismo, los encargados de realizar este estudio, pertenecientes a la Unión de Empresas Temporal (UTE) que realizó el inmueble, recomendaron actuar en estas zonas concretas y reparar los daños de manera inminente. Ahora, estas indicaciones se van a llevar a la práctica.
Según ha podido saber este periódico, y como consecuencia de aquel informe, los trabajos de reparación de la cubierta comenzarán de «manera inminente». Así lo confirman desde la Conselleria de Economía, desde donde también aseguran que las obras para solucionar los problemas del trencadís azul del Ágora durarán unos cuatro meses.
En este sentido, y ante la proximidad de los trabajos, los responsables de Cacsa ya han formalizado las contrataciones que, como promotores del complejo, les corresponde realizar. Una de ellas es la coordinación de la seguridad para poder dar inicio a los arreglos. Estas mismas fuentes afirman que se está completando la documentación y los trámites previos para poder iniciar los trabajos de forma inmediata.
Unas obras que comenzarán en una parte concreta y, sobre todo, con la mirada puesta en las juntas de cada una de las placas de trencadís. Los encargados de solucionar los problemas de la cubierta iniciarán sus primeras tareas en una muestra de las juntas para que la dirección de obra y la dirección de ejecución validen la solución y se defina el alcance de la actuación.
La estimación inicial de las constructoras, que son las responsables del proceso de reparación, es la de trabajar solo sobre las juntas donde se haya deformado el trencadís. Lo cierto es que las catas realizadas hace unos meses también revelaban que «en el resto de la fachada la adherencia del revestimiento a la chapa metálica es satisfactoria y no presenta problemas». Tanto el arquitecto de Benimàmet como la Unión de Empresas Temporal (UTE) prevén que las obras se alarguen unos cuatro meses. Serán ellos los que sufraguen los costes derivados de estas prácticas.
La guinda del complejo
El Ágora era la guinda que completaba el proyecto de Calatrava para la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Sin embargo, u fachada presenta desperfectos, daños y zonas sin el material cerámico. La parte trasera es la zona en la que mejor se observa el deterioro de la cubierta. Son claramente apreciables desconchones y piezas del trencadís ya despegadas de la superficie. Es más, las marcas son tan evidentes que se puede ver la forma rectangular de las placas en las que se sujeta el trencadís. Es ahí donde se tiene previsto iniciar las obras. Pero en el edificio no sólo son visibles estas grietas sino que también muestra un aspecto sucio y descuidado, sobre todo en sus esquinas, donde no se ha instalado trencadís y cuya base está pintada de azul.
La problemática no es nueva. El edificio ya había sufrido problemas del material cerámico. Aunque el estado de la cubierta no era tan preocupante como el que presenta desde hace unos meses. Sin embargo, tras lo ocurrido en Les Arts en diciembre de 2013 cuando el trencadís se cayó de la fachada, cundió la incertidumbre. Por todo ello, el conseller de Economía, Máximo Buch, ya confirmó en abril de 2014 que, después de que el Instituto Valenciano de la Construcción finalizara el informe sobre Les Arts, el organismo comenzaría a analizar si el Ágora podría sufrir desprendimientos. Pero el tiempo pasó y no fue hasta el pasado mes de julio cuando se empezaron a tomar decisiones.
Primero llegaron unas catas realizadas por las constructoras en septiembre. Pero Calatrava, según fuentes próximas a su entorno, quería un análisis «más exhaustivo». Por ello, semanas más tarde, el arquitecto encargó más informes sobre el estado del edificio. No era de extrañar su interés ya que él es el responsable de dar el visto bueno a todas las posibles modificaciones y obras que pudieran llevarse a cabo en el Ágora. El arquitecto elaboró así un minucioso estudio del estado del inmueble al margen del que ya redactó la empresa constructora.
El Ágora abrió sus puertas en 2009 aunque su construcción no estaba finalizada. Faltaban por instalar las cubiertas móviles que facilitarían la apertura de la cubierta. Con la llegada de la crisis, estas piezas que iban a coronar la parte alta del edificio nunca llegaron a instalarse. Tiempo después, la oposición denunció que las lamas se guardaban en un solar «sin vigilancia, cubiertas de maleza, sometidas a la oxidación y siendo objeto de pillaje». Desde Cacsa aseguraron que estas piezas se encontraban en perfecto estado y «acopiadas en las condiciones que estipuló la dirección facultativa de la obra en un solar vallado que, desde hace varios años, es almacén de materiales de construcción».
No obstante, no han sido estas las únicas críticas recibidas por la construcción del inmueble. Al sobrecoste que supuso su edificación, se sumaron desde goteras que aparecieron cuando se celebraba la Campus Party a la rotura de una puerta a consecuencia de las lluvias.
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