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F. P. PUCHE
Jueves, 4 de junio 2015, 23:40
Cuando la difteria vuelve a ser noticia dramática en España, no está de más volver la vista atrás para encontrar en nuestra hemeroteca docenas de referencias a la diaria lucha contra una enfermedad que, desde el siglo XIX hasta bien entrado el XX, fue una de las amenazas de los niños. Con pesar, el periódico daba cuenta de las víctimas de una infección faríngea, popularmente conocida como 'crup'. Y anhelaba el día en que hubiera una vacuna capaz de vencer a la muerte.
Entre 1900 y 1920, la difteria causó unas 120.000 víctimas mortales en España, unos 15 muertos cada día; una tragedia que sufrían por igual familias pobres que acomodadas, y que los médicos tenían que aceptar con resignación e impotencia. De los muertos, aunque también había adultos, el 95% eran niños. Bebés, pequeños de pocos meses, niños de no más de 7 años, víctimas de infecciones que hoy se solventan con inyecciones y pastillas y que se previenen con vacunas que han supuesto colosales avances de la ciencia.
Entre 1895 y 1905, el periódico contiene docenas de referencias de víctimas; en ellas podemos ver cómo algunas calles repetían víctimas en un plazo de pocos días. Hay casos de autoridades que suspendieron su visita a Valencia y salieron precipitadamente al ser informados de la enfermedad diftérica que aquejaba a un hijo. En abril de 1998, la situación era tan grave que el Instituto Médico Valenciano decidió dar un premio, con medalla de honor y título de socio de mérito, al médico «que mejor desarrolle el tema» titulado «valor del tratamiento sueroterápico de la difteria, fundado en observaciones propias».
En los periódicos de los momentos más activos de la enfermedad vemos anuncios que remitían a preparados capaces de luchar contra la dolencia. El doctor Quesada, en la farmacia de la calle de las Barcas, 42, ofrecía, «preparado en distintas concentraciones» un "suero antidiftérico del doctor Merck, garantizado por el Instituto Bacteriológico Imperial de Berlín". Pero no parece que fuera el remedio mejor; lo dice el goteo de víctimas y la historia de la Medicina, que afirma que los estudios de Merck tuvieron menos fortuna que los de Emil von Behring, que trabajó con éxito contra el tétanos y la difteria. Y es fácil suponer que ese suero no estaba al alcance de todos los bolsillos.
Con todo, la información más dura que se puede encontrar tras una exploración de la colección de LAS PROVINCIAS es la referida al fallecimiento de la hija de un redactor de la casa, en marzo de 1898. «Su hermosa hija X, niña de seis años, que era la mayor y la predilecta de nuestro amigo, murió ayer a la madrugada víctima de la terrible difteria, sin que las aplicaciones del suero, ni los demás recursos de la ciencia, lograran arrebatar a la muerte aquel ángel», decía el periódico. La enfermedad fue erradicada en España en 1954, tras decretarse la vacunación obligatoria de niños en 1944. Después solo ha habido casos episódicos, el último en 1987.
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