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NOELIA CAMACHO
Jueves, 21 de abril 2016, 00:06
valencia. «Sigue habiendo crisis en el sector, aunque parece que se está recuperando». «En 2015, la feria nos dejó un buen sabor de boca, aunque es una gota en todo lo que hemos pasado». «Este año tenemos un día festivo menos, as í que sólo nos queda esperar a ver cómo se desarrollan las ventas». Todas estas afirmaciones pertenecen a muchos de los libreros que, desde ayer, están instalados en la 51 edición de la Fira del Llibre de Valencia.
El certamen, ubicado en los Jardines de Viveros, se enfrenta a nuevos desafíos de cara a una edición que su directora, Glòria Mañas, calificó como «la del optimismo». Con más presupuesto, 70.000 euros, y más casetas, diez más que el año pasado, ese horizonte esperanzador debe traducirse en mayores ventas y un aumento del público asistente. Así lo piensan los libreros de los 90 puestos que se han instalado en el enclave y que ayer comenzaron a recibir a los primeros visitantes.
Sin embargo, no todo son grandes halagos al nuevo rumbo que ha emprendido la feria. Existe cierto malestar por la ampliación de la superficie tras el aumento de 'stands'. Algunas de las casetas se han situado en una nueva zona de Viveros que las aleja de la entrada principal. «El espacio está muy bien acondicionado. Pero nos separa de donde pasa toda la gente. Se debería premiar a los veteranos, que además somos agremiados, a la hora de tener un buen espacio», aseguró ayer Juan Pedro Font de Mora, de la librería Railowsky, quien en esta edición aspira «a sacar más beneficio». «Venir a la feria no es un mero escaparate. Todos queremos vender», afirmó.
Con él coincide Paco Ripoll, de la librería Primado. También está instalado en este nuevo emplazamiento. Es menos crítico, pero está a la espera de ver cómo se suceden las ventas. Para él, esta feria, que cuenta con más dinero, debería haber apostado por « firmas de autores de peso para promocionar la cita literaria». «Si hay más dinero, habría que traer a algún escritor importante que concentre a muchos lectores», aseveró. Su expectación también llega de la mano de un hecho concreto: en 2016, el evento cultural cuenta con un día festivo menos que en ediciones pasadas porque el 1 de mayo cae en domingo.
En esta misma idea insiste Chelo Soriano, de Librería Soriano. Mientras mira al cielo, preguntándose si lloverá o no durante estos días. Pese a ello, celebra que coincida con la conmemoración del Día de la Madre. «Ya se está convirtiendo en tradición venir a comprar para regalar a las progenitoras», manifestó. Para el responsable de la librería Patagonia, Ángel Sáez, 2015 significó que el sector está viviendo «una tímida recuperación». La necesidad de superar la crisis de los últimos años, -«por la que se han cerrado muchas librerías», aseguró Isabel Rodrigo, de Comercial L'Eixam, una de las casetas más veteranas del encuentro literario-, lleva a los participantes en este certamen a ofrecer descuentos, de un 10%, y a colaborar con editoriales y autores para que su caseta despunte.
La inauguración oficial de la Fira contó ayer con la presencia numerosos políticos como el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona; la concejala de Cultura, Glòria Tello; y síndicos como Manuel Mata o Antonio Montiel. Algunos la calificaron como la edición del cambio. Otros se muestran a la espera. Mientras, los libreros instalados en Viveros confían en que la nueva era que ha emprendido el gremio sea permanente.
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