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Iconos. Jiménez y Porter, ayer. Son iconos de la televisión. :: pablo mammana
Iker Jiménez: «Queremos que la gente salga con la mirada de un niño»

Iker Jiménez: «Queremos que la gente salga con la mirada de un niño»

Los presentadores de Cuarto Milenio recorren la exposición del programa, que estará en el Ateneo Mercantil hasta el 3 de julio

ÁLEX SERRANO

Sábado, 11 de junio 2016, 00:31

A Iker Jiménez se le caen los adjetivos de la boca como a María Gómez Cámara, la dueña de las casa de las caras de Bélmez, se le cayó de las manos la sartén con la que cocinaba cuando vio el primer rostro en 1971. «Impresionante», «curioso», «escalofriante» o «tremendo» son algunas de los términos con las que el comunicador vasco se refirió ayer a «Cuarto Milenio. La exposición», que estará en el Ateneo Mercantil hasta el 3 de julio y que ayer presentó con un recorrido para la prensa.

Duró casi una hora, pero podría haber durado cuatro. O cinco. O tres días. Tanto a Iker Jiménez, director de «Cuarto Milenio» y una de las caras más representativas de la televisión actual, como a Carmen Porter, la codirectora del programa, les apasiona lo que hacen. O prácticamente todo. Y se les nota. De hecho, al acercarse a la zona de los chamanes, un punto de la exposición dedicada a las religiones más primitivas, Iker le susurra a Carmen «chamanes tú, ¿no?». Su compañera, también esposa, asiente y al rato comienza a explicar la antropología en torno a estas figuras, pero pronto su marido le corta y termina él la explicación. No puede evitarlo.

La exposición cuenta con algunas de las piezas de atrezzo para su programa de televisión elaboradas por el artesano Juan Villa. Un recorrido por la muestra (que ayer no se quiso perder la presidenta del Ateneo Mercantil, Carmen de Rosa; su hija y la fallera mayor de 2014, Carmen Sancho de Rosa; el criminólogo Vicente Garrido; o la exmodelo Remedios Cervantes) permite pasar de la cocina de María, en Bélmez, al cortijo de los Galindos, donde en 1975 murieron cinco personas, en apenas unos pasos.

«Queremos que la gente salga de aquí con la mirada de un niño», dice Jiménez ante una recreación del león de las cavernas. Es la mirada que le permite emocionarse con la «casualidad» de que separadas por una cortina coincidan en la misma sala Enriqueta Martí, la vampira de Barcelona, y Pilar Prades, conocida como la envenenadora de Valencia, la última mujer ajusticiada con garrote vil en España. «Es maravilloso», dice, y levanta las risas de la audiencia. Probablemente nadie más había calificado de «maravilloso» la coincidencia de dos criminales en la misma sala, aunque sean de cera.

Jiménez alabó el Ateneo, «un escenario ideal para la exposición», y recordó que podrían encontrarse con Charlie, «un fantasma amable que toca el piano». Ahí terminan las referencias a Valencia en la exposición. Ni el expediente Manises de 1979, ni la ejecución de Cayetano Ripoll, el último ajusticiado por la Inquisición en 1826, ni los fantasmas de la Casa Cuna tienen su hueco en la muestra. Los seguidores de la «Nave del Misterio» abarrotaron ayer y harán lo propio hoy el teatro Olympia, que acoge las «Noches del Misterio» que ofrecen Jiménez y Porter. Entradas agotadas. El misterio tira.

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