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Este mes la programación del Escalante se desarrolla en Les Arts ('L'home invisible', hasta el 21 de diciembre) y en el Rialto (Nadal a l'Escalante, del 28 de diciembre al 3 de enero de 2018). Josep Policarpo, que fue elegido en julio de 2016 responsable del Centre Teatral Escalante, saca adelante un proyecto sin teatro propio. El escenario de la calle Landerer está cerrado desde octubre de 2016, una decisión que ha recibido las críticas del sector teatral pero no se ha resentido de público porque, según Policarpo, los espectadores superan a los de años anteriores.
-Asumió la dirección artística hace un año y medio. La programación 2017-2018 es la primera íntegramente confeccionada por usted. ¿De qué se siente más orgulloso?
-De la línea de producción, que marca artísticamente el proyecto. 'Pi', de Otra Danza, y '7 diferències', de El Pont Flotant, responden a mi idea de renovación escénica y de presentar nuevos lenguajes. Apuesto por dos compañías con valores muy sólidos del teatro valenciano, que conectan con nuevas dramaturgias y nuevos públicos. Ninguna de las dos había trabajado antes con El Escalante. También me siento orgulloso de la escuela, que vamos a orientarla al lado más social en lugar de ofrecer una titulación sin reconocimiento académico. La escuela, no obstante, tiene una línea para profesionales de artes escénicas en la que participan compañeros de Madrid y Barcelona.
-¿Cuáles son los tres títulos imprescindibles de la temporada?
-A las producciones propias mencionadas, añado 'El bosque de Grim', de la compañía La Maniqué, porque es un espectáculo que parte de los referentes de la literatura infantil.
-Aparte de la renovación escénica y de la escuela, ¿su proyecto incluye alguna otra novedad que ya ha podido materializar?
-Sí, el cambio en la gestión. El Escalante se había quedado anquilosado y en la época analógica. Hemos hecho el trasvase a la era digital. La web era prehistórica y se puede consultar la programación y hacer reservas. Hemos dado unidad a la imagen y coherencia estética al Escalante. Una persona trabaja únicamente con los centros escolares y otra se dedica a estrategias de comunicación, que prácticamente no existía. El 90% de las entradas se venden a través de la página web y antes no representaban ni el 15%.
-¿Por qué su proyecto con el que ganó el concurso de la dirección artística no está disponible ni se cuelga en la web?
-No lo sé. Quedé con la Diputación que se colgaría. A todo aquel que me lo ha pedido se lo he pasado.
-Tampoco se conoce el proyecto de Miguel Poveda para la escuela, no es público ni accesible.
-Quizá también lo podremos colgar.
-¿En qué media ha afectado el cierre del teatro Escalante a su proyecto?
-En el funcionamiento diario, pero no tanto en las directrices artísticas que se han mantenido. No ha afectado en la capacidad de trabajo ni en la exhibición de espectáculos. Lógicamente ha afectado a mi vida diaria. He tenido que asumir una serie de actuaciones que han sido complejas de administrar. Cuando se decidió el cierre del teatro, se reubicó la programación en el Teatre El Musical (TEM). El traslado de la temporada de 2016-2017 se ha extendido también a la actual y me ha obligado a buscar escenarios por distintos espacios por la ciudad. Yo entré en el cargo con la premisa de tener un teatro a mi disposición, pero he tenido que superar una carrera de obstáculos que hoy continúa.
-Es un profesional del teatro (fundador de la compañía Bambalina), no sé si puede aparcar el cargo y valorar como un espectador más todo lo que ha sucedido con el cierre de la sala de la calle Landerer...
-Ante la decisión de cierre tomada por la Delegación de Patrimonio de la Diputación de Valencia, que tiene la competencia sobre el inmueble, no tengo más remedio que aceptarlo como técnico. Asumir esa situación fue dramática y lo sigue siendo. No es tan relevante que se cierre el teatro como que desaparezca el proyecto. No puedo tener una visión nostálgica respecto al cierre porque soy el encargado de mantener vivo el proyecto escénico. Viendo el estado en el que está el teatro, cualquier regreso al escenario de la calle Landerer pasa por cinco o siete años. Mi preocupación no es que ocurre en un lustro sino garantizar esta temporada y la próxima. Para mí cerrar un teatro o cualquier espacio cultural es un desastre, pero en este caso se clausura el edificio pero el proyecto continúa, por ejemplo, tenemos 20.000 reservas de escolares para la temporada.
-¿Cómo recibe las críticas de las empresas valencianas de teatro, del sindicato de actores de la Comunitat o de los dramaturgos valencianos ante la situación del Escalante?
-Entiendo que hay una situación de alarma en el sector de las artes escénicas de la ciudad y lo lógico es que se reaccione. Estas críticas son las que deberían hacer a nuestros políticos reflexionar sobre la idea de abandonar el teatro o plantearse otras opciones, de negociación con los propietarios o llegar a un posible acuerdo. Esto se tiene que librar en el terreno político y son los políticos quienes deben escuchar a los profesionales y tomar una decisión.
-¿Los políticos de la Diputación han escuchado a los profesionales?
-Ha habido contactos. Ante el cierre de la sala de la calle Landerer, Patrimonio tiene que ofrecer una alternativa.
-¿Ha ofrecido opciones?
-No, hasta la fecha no. Los espacios a donde vamos durante esta temporada los he gestionado yo. Patrimonio tiene la obligación de ofrecernos una alternativa, porque el departamento decide el cierre pero las consecuencias desestabilizadoras las sufrimos el equipo del Escalante. Ha habido una falta de fluidez en la comunicación desde Patrimonio, que no conocía la dimensión del proyecto artístico ni ha valorado adecuadamente la repercusión del traslado. Ha faltado comunicación con Patrimonio para que el cierre y el traslado se hiciera en las mejores condiciones posibles.
-Sea como fuere, hay un proyecto escénico sin sede y una escuela que tampoco tiene edificio. ¿Se está desmantelando El Escalante?
-No me consta. No he venido a desmantelar El Escalante. Ante la situación presentada por el cierre, lo único que he hecho ha sido poner soluciones encima de la mesa. No es mi intención desmantelarlo, al revés, intento asegurar la continuidad del proyecto teatral con, es cierto, cierta precariedad. Necesitamos una sede que garantice la supervivencia del Escalante más allá de 2019, si no es así nos acercaremos al desmantelamiento. Si se cronifica esta situación de incertidumbre, avanzaremos hacia un Escalante desdibujado y perderá presencia en la ciudad.
-Si se desdibuja, ¿de quién será la responsabilidad?
-De los políticos, lógicamente, que tienen competencia sobre el teatro Escalante. Ahora somos nómadas, asumimos que vamos a estar dispersos: el equipo de gestión en un edificio, la exhibición de espectáculos en varias salas y la escuela en otro.
-No son las mejores condiciones para un proyecto, ¿no?
-Por supuesto, no son las deseables pero son las que nos permiten mantener el proyecto vivo. Si se estuviera desmantelando El Escalante, yo no estaría aquí.
-Propuso Espai Moma como alternativa. ¿Cómo está la sala?
-Conserva la estructura del patio de butacas y el hall. El espacio está en buenas condiciones, pero no está claro si reúne los requisitos que solicita el Ayuntamiento de Valencia para otorgar la licencia. Se ha pedido un proyecto de viabilidad técnica teniendo en cuenta los requisitos solicitados por el Consistorio. Este informe está en manos de Patrimonio.
-¿Se ha acotado un tiempo estable con los propietarios de Espai Moma, la familia Alfaro Hoffman?
-No, dependerá de lo que diga Patrimonio. Tampoco está definido cuánto tiempo estaríamos allí. No hemos hablado de alquileres ni sé la inversión que de desarrollará allí.
-¿Y si no fuera Espai Moma?
-Pocas cartas me quedan en la manga. La Diputación no tienen ningún espacio en la ciudad que se pueda convertir en teatro. Tampoco ha estado sobre la mesa la posibilidad de compra del edificio del Escalante. Se tendría que hablar a nivel político para ver la viabilidad de la sala Martí i Soler de Les Arts, donde esta temporada estamos un mes y medio.
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