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¿Estudias o compites?
Polideportivo

¿Estudias o compites?

La mayoría de las promesas, con una rutina semanal de 14 horas de entrenamiento y 20 de clases, se sienten satisfechas con el plan

ELÍSABETH RODRÍGUEZ

Lunes, 6 de julio 2015, 00:15

Con 17 años, Aída Martínez lo tiene claro; quiere ser psicóloga. Hace tres semanas podría haberse presentado a los exámenes de selectividad que le hubieran llevado a cumplir ese objetivo, pero tendrá que esperar al año que viene para ello. O quizá, dos cursos más. No es que no le apetezca sacarse la carrera, es que quiere dedicarse también a su pasión: el taekwondo. Cuatro veces campeona de España, Aída forma parte de la primera promoción en realizar el Bachillerato de tres años en el Complejo Educativo de Cheste. Se trata de un plan de estudios enfocado a que los deportistas de élite puedan compaginar mejor los entrenamientos y campeonatos. «No es que tenga notazas, pero me iría peor si hiciera el Bachiller en dos años», confiesa. «Al estar en Cheste este año, he mejorado mucho deportivamente y por ello, el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Barcelona me ha ofrecido irme allí el año que viene para seguir entrenando y estudiando». Lo único que le da miedo, como ella asegura, es confiarse demasiado en las facilidades que le ofrece el CAR para estudiar y entrenar, y que ello le lleve a dejar demasiado de lado la parte académica. Ella, al igual que sus compañeros, es una promesa del deporte nacional, pero no quieren labrarse un futuro donde no tengan una formación profesional.

Como cada lunes, los alumnos llegan al centro en autobús desde distintos municipios de la Comunitat. Vuelven a la rutina semanal, donde su horario está marcado cada segundo. 14 horas de entrenamiento y 20 de clases. El nuevo plan les permite contar con menos horas lectivas, una ventaja que no tuvieron los deportistas de años anteriores. «Los de la primera promoción, que son bastante inquietos y dispersos, parece que no están sacando las notas tan altas como nos esperábamos. Aunque sin este programa hubieran ido peor. Sin embargo, parece que los de la segunda vienen con mayor motivación y tienen mejores resultados», explica Mariola Rodríguez, profesora de Historia Contemporánea, Economía, y además, tutora de segundo de Bachiller deportista. «Es una ventaja, pero si el alumno no viene con ganas, pueden confiarse y que surta el efecto contrario», añade. Por su parte, cree que el mercado laboral no invita a tener prisa a la hora de conseguir los estudios un año antes.

Fernando Núñez, jugador de rugby, estuvo a punto de dejar los planes de Cheste cuando vio que debía alargar el Bachiller para seguir con la beca. Su sueño es irse a Francia, donde puede vivir profesionalmente de su deporte. Su temprana carrera le da papeletas para seguir creciendo. En la pasada temporada quedó tercero de España con su equipo en el nacional cerrado y campeón con la selección valenciana. Además, la selección nacional ya ha puesto sus ojos en él. Aún así, está muy centrado en su formación académica y su idea es estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. «Yo siempre quiero ir con mi carrera por delante, porque nunca sabes que puede pasar en el deporte, y más con el tema de las lesiones», explica el joven, que cursa 1º de Bachiller.

En el otro extremo se sitúan Jorge Andrés y Juan Manuel Hervella, jugador de Les Abelles, y karateka, respectivamente. Ellos estaban en el programa de deportistas durante su etapa en la ESO, sin embargo, han optado por seguir en el complejo chestano cursando el Bachiller de dos años. Pero no un Bachiller cualquiera, sino el de excelencia, cuyo requisito de acceso es tener notas altas. Juan Manuel cuenta que al principio «fue duro» porque después de cuatro años en el centro como deportista, echaba en falta los momentos de entrenamiento que le ayudaban a desconectar. Él asume que si la beca de deportista requiere escoger el plan de tres años, no tiene derecho a ir a entrenar a las instalaciones del centro. Por el contrario, el rugbista discrepa: «a mí no me gusta que sea una cosa u otra. Parece que digan 'estás conmigo o contra mí'». En su caso, a Jorge sí le dejan asistir a los entrenamientos junto a sus compañeros del programa de deportistas. «Si me hubiera ido a otro centro, hubiera tenido más difícil entrenar porque perdía una hora de ida y vuelta para ir al campo, pero aquí no tengo ese inconveniente», explica el joven, quien ha pasado de entrenar siete veces a la semana a hacerlo tres. El karateka entiende la postura de sus entrenadores, pero confiesa que le hubiera gustado que dejaran un programa para deportistas con el Bachiller convencional.

No es muy común conocer a una promesa deportiva con tanta trayectoria por delante que tenga muy claro estudiar medicina. Es el caso de Fernando Gómez, karateka con varias medallas nacionales en su palmarés. Lleva 6 años en el centro y ahora sólo le queda tercero de Bachiller. «Al principio tuve dudas en acceder a este plan de estudios por si suponía perder un año. Pero reflexioné y vi que en realidad es un privilegio para nosotros», apostilla Fernando, quien tiene esperanzas en entrar a la carrera gracias a su condición de deportista de alto nivel. En la misma posición se encuentran sus compañeros de tatami Pablo Pereira, quinto del mundo en combate, además de Campeón de España, entre otros títulos; y Fernando Riaza, que quedó plata nacional, también en combate. Ambos quieren estudiar ADE y consideran que este plan les da ventajas que no contaban los anteriores alumnos. «Se podría aprovechar más, la verdad. Pero también es cierto que si no fuera con este plan, iríamos peor», cuenta Pereira.

Por su parte, Gómez antepone sus objetivos académicos a todo lo demás: «Si quedo Campeón de España, pues muy bien, mola. Pero eso queda en un segundo plano. Quiero ser médico». «Los estudios pesan más porque son necesarios, por cómo está todo. Pero el deporte es lo que me gusta. Al fin y al cabo, la mayoría de los que estamos aquí, no somos futbolistas», señala, por su parte, Riaza.

En definitiva, la mayoría de los alumnos de los planes deportivos extraen un balance positivo, aunque con ciertas excepciones. Sin embargo, hay quienes han preferido sacrificar sus horas de entrenamiento en pos de un Bachilllerato de excelencia en dos años. Y hay quienes, como Jorge Andrés, creen que los jóvenes becados deberían tener ambas opciones. Si algo se saca en claro es que todos ellos, por un futuro muy prometedor que tengan en sus respectivos deportes, no contemplan su vida sin una formación universitaria.

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