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MOISÉS RODRÍGUEZ
Domingo, 1 de noviembre 2015, 00:29
valencia. Los tentáculos de Jorge Mendes se extienden por todos los rincones del fútbol. El portugués domina los clubes más importantes de su país, el Mónaco, representa a algunas de las principales estrellas y entrenadores más mediáticos. Negocia cada verano con el Real Madrid, el Manchester United y, desde la entrada de Peter Lim, maneja las entradas y salidas en el Valencia. El superagente se ha atrevido a sumergirse en otro deporte que mueve mucho dinero como es el tenis al gestionar la carrera de Joao Sousa, un compatriota suyo de 26 años y el 46 en el ránking ATP que ayer se coló en la final del Valencia Open tras derrotar por un doble 6-4 al canadiense Pospisil. Hoy se medirá a Roberto Bautista, de casa, el favorito del público, y el hombre que durante cerca de dos horas escribió un partido épico con un desenlace feliz para él al doblegar en tres sets (4-6. 6-3 y 7-6) al estadounidense Steve Johnson.
Bautista es un chico de Benlloch, un pequeño pueblo de Castellón que posiblemente no destile el mismo glamour que Jorge Mendes, pero donde desde pequeño se aprende que para conseguir algo hay que sufrir. En las pistas que hay en La Coma, al norte de la capital de la Plana, junto al campo de golf de su amigo Sergio García, Roberto Bautista prepara casi en el anonimato tardes como las de ayer. Sus largos entrenamientos preparan las escasas oportunidades que ofrecen los diez primeros del ránking ATP a un tenista como él, un 24 del mundo que sabe estar un peldaño por debajo de los jugadores que pisan las últimas rondas de los Open 500, Master 1.000 o los Grand Slam.
Al castellonense se le ha presentado la ocasión perfecta. Viene de perder la final de Moscú por segundo año consecutivo. Todo un fastidio para él. Esta semana, en Valencia, todo estaba preparado para que David Ferrer paladease hoy la gloria, en la que puede ser la última tarde de tenis de primer nivel en la ciudad durante mucho tiempo. Pero el de Xàbia, que no quiere perderse la Copa de Maestros de Londres, decidió descansar. Ya está en París, donde mañana arranca el último Master 1.000 de la temporada. Dejó la condición de favorito del público a Roberto Bautista. Y el chico de Benlloch ha sabido domar la presión que esto genera, con altibajos, pero ha cumplido la misión y se ha plantado en la final de esta tarde.
«Puede que haya sido el momento de mayor emoción de mi vida», aseguró el tenista de Benlloch minutos después de estallar eufórico. No era para menos. Había desaprovechado dos bolas de break en el undécimo juego del tercer set y salvó heroicamente seis de partido. A la primera que tuvo, autopista hacia la final. «Son cosas que suceden. Hay veces que entran y otros días que tienes tú varias oportunidades y acabas perdiendo», comentó el tenista con naturalidad.
«Quiero dar las gracias al público. Ha sido un partido increíble. Pude ganar y perder. Espero que en la final puedan estar todos aquí de nuevo apoyándome». Roberto Bautista sintió esa presión de ser el jugador preferido. Quizás eso le pesó en la primera manga, cuando Steve Johnson le rompió el servicio en el séptimo juego. En el segundo de la segunda manga, a duras penas evitó que el norteamericano volviera a romper su saque. En el octavo parcial, aprovechó una de sus tres oportunidades y quebró al estadounidense. Partido empatado.
La tercera y definitiva manga lo tuvo todo. Emoción, buenos compases de tenis y errores. Quizás ganó quien menos falló en los momentos de alta presión. A esas alturas, Bautista ya se sabía el número uno de Valencia. El 24 del mundo ha sido el único de los ocho con mejor ránking que de verdad ha peleado por el torneo. Ayer no se dejó llevar. Quiere su trono, gobernar en casa, y hoy tendrá su oportunidad. Pero para ello ha de ganar al chico de Mendes. El superagente.
«Quiero disfrutar la final». No hizo mayores valoraciones sobre el partido que le enfrentará hoy a Sousa. Ya tenía bastante con el carrusel de emociones que tuvo que dominar para tumbar a Johnson, que lleva dos semanas seguidas claudicando ante tenistas de la Comunitat, ya que la pasada perdió el Open500 de Viena contra Ferrer.
Bautista controló los nervios. No desesperó después de perder dos bolas de rotura en el undécimo juego de la tercera manga. Tampoco se hundió cuando Johnson dispuso de tres opciones de partido, una con su saque, con el cual apenas ofreció fisuras en el último set. El castellonense apuró sus opciones, y en el último sorbo se plantó en la final del torneo de casa. ¡Qué hoy sepa el chico de Mendes cómo se las gastan los de Benlloch!
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