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Cooperativas que iluminaron pueblos

Cooperativas que iluminaron pueblos

Todavía existen unas quince asociaciones eléctricas que suministran energía a los vecinos en varios municipios valencianos

PPLL

Sábado, 24 de octubre 2015, 00:09

En la década de los años veinte, la energía eléctrica estaba ya establecida en la ciudad de Valencia pero no era tan accesible para los vecinos de otras poblaciones. A las grandes empresas no les resultaba económicamente rentable la instalación de tendidos y redes de distribución para llevarlos más allá de los límites de la capital. Así que la iniciativa de empresarios o de los propios vecinos fue el germen de las cooperativas eléctricas que se multiplicaron por la Comunitat Valenciana. Llegaron a haber centenares de empresas de este tipo a lo largo de todo el territorio.

Entre los años 20 y 30 brotaron la mayoría de iniciativas vecinales o de pequeños empresarios de municipios que se agrupaban para hacer las inversiones necesarias que posibilitaran el suministro de luz a los vecinos. Para aquellos municipios, la llegada de la energía eléctrica suponía creación de riqueza. Las calles se volvían habitables después de la hora de la puesta de sol, los vecinos se beneficiaban de tener electricidad en sus casas y las industrias podían prosperar.

A lo largo de la Comunitat Valenciana llegaron a haber decenas de cooperativas, que daban servicio a un municipio o parte de él. Aquí se cuenta la historia de algunas de estas iniciativas que surgieron por parte de pioneros que no querían perder el tren del progreso.

Meliana

En Meliana incluso se adelantaron y ya en 1922 constituyeron la sociedad que permitiría llevar el fluido eléctrico a la población. La sede inicial fue el propio ayuntamiento, entidad especialmente vinculada en sus inicios. La llegada de la energía eléctrica se realizó oficialmente el 1 de septiembre de 1923. La historia de la cooperativa eléctrica de Meliana está bien documentada. La primera junta rectora debió captar socios, y el primer contrato con la compañía suministradora energía eléctrica del Mijares, realizar la construcción de una casilla con un transformador de 70 kVA y la instalación de la red de distribución por todo el pueblo. Toda esta ambiciosa tarea se realizó con un capital inicial de 25.000 pesetas, aportado por los socios. También se recurrió a un préstamo sin intereses de 10.000 pesetas de los socios, que al año y medio de actividad se empezó a retornar.

El registro del año 1923 tiene contabilizados 560 socios iniciales. Si tenemos en cuenta que el censo de la población era de 3.392 habitantes se puede afirmar que prácticamente todas las casas se asociaron a la cooperativa, lo que puso de manifiesto la gran implicación de los vecinos, deseosos de disponer de energía eléctrica. Desde sus orígenes se caracterizó por su carácter abierto y por trabajar en la consecución de dos principios fundamentales: el abaratamiento del fluido para todos los socios y la distribución por todos los hogares e industrias del término, que, sin duda, supuso un gran salto cualitativo en la vida de los habitantes y socios.

Durante los años de confrontación civil, la Junta Rectora de la Cooperativa delegó, por acuerdo unánime, su control a los trabajadores para continuar, con las dificultades propias del momento, su misión de facilitar el fluido a los ciudadanos de Meliana. Durante la posguerra, como consecuencia de las restricciones en el suministro de electricidad que debía soportar, comienzan a desaparecer cooperativas eléctricas, produciéndose un período lleno de dificultades que es aprovechado por las grandes empresas del sector. A pesar de todo, la cooperativa de Meliana sigue superando paso a paso todas las dificultades, hasta que en el año 1942, con la nueva ley de cooperación esta situación se suavizó.

En 1955, la Cooperativa Eléctrica de Meliana participa en el reducido número existente de Cooperativas Eléctricas de la Comunidad Valenciana, que reunidas en asamblea acordaron constituir la Unión Interprovincial de Cooperativas Eléctricas, como «medio de defensa y para poder contrarrestar las actitudes de las empresas suministradoras». Posteriormente, a pesar de las «trabas de Hidroeléctrica Española, durante los años 60 y 70 a las peticiones de la cooperativa eléctrica, para contratar aumentos de potencia, y mejorar así la calidad del suministro a los socios, la cooperativa mantuvo su compromiso con los vecinos». En 1964 se acuerda hacer gestiones para contratar un profesor que imparta clases de música a los hijos de los socios y crear una rondalla, a cargo del fondo de la obra social.

Esta ha sido una de las características de las cooperativas eléctricas que han perdurado a lo largo de los años. Apenas quedan ya 15, pero las que sobreviven al empuje de las grandes empresas eléctricas han mantenido una vinculación muy importante con sus vecinos, colaborando y participando en la vida social del municipio.

Callosa de Segura

Fue en el año 1929 cuando, un grupo de emprendedores callosinos decidió crear una cooperativa de consumidores y usuarios, con dos objetivos, adquirir la energía eléctrica más barata y dotar de electricidad las zonas de Callosa de Segura que carecían de ella. Se suscribieron participaciones sociales por valor de 25 pesetas cada una de ellas, se construyó un transformador y una línea de alta tensión desde Elche hasta Callosa, así como la cooperativa eléctrica empezó a distribuir energía a sus socios.

Mucho ha llovido desde entonces y tras más de 80 años de historia, gracias al esfuerzo de sus socios, la cooperativa suministra energía eléctrica a la inmensa mayoría de hogares y comercios de la ciudad, al igual que también suministra a numerosas industrias.

En la actualidad, hay conectadas a la red de la cooperativa más de 6.800 puntos de suministro y las instalaciones técnicas están dotadas de 61 centros de transformación, 27 kilómetros de líneas de alta tensión y más de 100 kilómetros de líneas de baja tensión.

Vinalesa

A Vinalesa llegó la luz en el año 1929, gracias al empuje de quienes conformaban la cooperativa agrícola, quien decidió comprar electricidad para sus socios. Cuarenta vecinos habían firmado el acta de fundación de aquella institución creada originalmente para vender alimentos por debajo del precio al que se vendían en los comercios. Primero alimentos, luego llegaron productos agrarios, carbón, animales e incluso comenzaron a prestar dinero como una caja rural. De ahí a vender energía eléctrica solo había un paso. Llegaron a comprar el primer teléfono del municipio en el año 1917. Para poder llevar la energía eléctrica al municipio decidieron hipotecar su sede y de este modo comprar el primer transformador eléctrico. Gracias a esta iniciativa Vinalesa fue uno de los primeros municipios de la comarca en el que la mayoría de los hogares disponían de energía eléctrica.

Alginet

Lo mismo ocurrió en Alginet. Un grupo de emprendedores, con un capital social de 150.000 pesetas, costearon la línea para traer luz al municipio y constituyeron el 24 de noviembre de 1930 la cooperativa eléctrica de Alginet.

La posguerra fue quizás uno de los periodos más complicados para las cooperativas, donde las grandes empresas del sector, que controlaban las fuentes de producción de la energía, ejercen una presión importante y llegan a absorber unas 600 agrupaciones. En algunos casos, como se relata en las crónicas de la época, se llegaban a negarse a proporcionar aumentos de energía para el abastecimiento cuando se incrementaba la población. La nueva ley de Cooperación del año 1942 señala un nuevo marco legal para el funcionamiento de estas sociedades y posibilita la constitución de la Unión Territorial de Cooperativas Industriales.

En 1955 se crea a nivel nacional el Grupo Técnico de Cooperativas Eléctricas, con el objetivo claro de unir esfuerzos en la defensa y permanencia de las mismas. Asimismo, el reducido número existente de cooperativas eléctricas de la Comunitat Valenciana, reunidas en asamblea acordaron constituir la Unión Interprovincial de Cooperativas Eléctricas, como medio de defensa y para poder contrarrestar las actitudes de las empresas suministradoras.

La Constitución Española despierta nuevas esperanzas, aunque de las cerca de 2.000 cooperativas que existían en su día, actualmente nada más sobreviven 20, de las que 16 están ubicadas en los pueblos de la Comunitat Valenciana.

Ante la nueva situación y como medio para unir esfuerzos, reunidos en asamblea el 5 de octubre de 1983 acuerdan la constitución de la Unión de Cooperativas Eléctricas de la Comunidad Valenciana. En 1985, amparándose en la Ley de Cooperativas, acuerdan transformar la Unión en Federación.

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