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VICENTE LLADRÓ
Lunes, 14 de marzo 2016, 00:25
Aún no llega a siete años desde que se descubrió, en 2009, una nueva plaga que parecía antigua, o al menos muy similar a una vieja conocida de los citricultores valencianos. Fue en Benifairó de Les Valls y era un 'Cotonet', o al menos una cochinilla con igual forma y aparentemente con similar comportamiento. Sin embargo pronto se vio que no era el mismo insecto y que iba a representar serios problemas, como así está ocurriendo, porque causa graves daños en los frutos de naranjas y mandarinas, que quedan muy deformadas.
El 'Cotonet' tradicional es una cochinilla algodonosa que está bastante controlada en los campos citrícolas valencianos. Tiene un enemigo natural, el 'Criptolaemus', que es muy efectivo, y si la plaga se descontrola ocasionalmente basta un tratamiento con insecticidas comunes contra cochinillas para mantenerla raya. Lo habitual es que basten los tratamientos contra otros problemas y el fomento de la lucha biológica para no tener problemas.
En cambio, el recién llegado presenta características bien distintas. Para empezar tiene un ciclo diferente y puede causar daños muy distintos y más graves que el otro. Si el que ya estaba aquí tiene su momento álgido en verano, cuando coincide también el de su enemigo 'Criptolaemus', el nuevo 'Cotonet' importado está especialmente activo y problemático en primavera, coincidiendo con el periodo de floración, lo que complica su control.
Para empezar, durante la floración está semi prohibido realizar tratamientos con plaguicidas para no perjudicar a la población de abejas. Así lo recuerdan con frecuencia los organismos oficiales, insistiendo en que sólo cabe realizarlos en casos de extrema necesidad. Y es evidente que éste lo es porque la Conselleria de Agricultura recomienda en su último Boletín de Avisos vigilar su presencia y, si se detecta, tratar a la caída de pétalos con cualquiera de los productos fitosanitarios útiles contra las demás cochinillas (clorpirifos, metil clorpirifos, piriproxifen y spirotetramat). Además recomienda «mojar el árbol abundantemente (con el caldo insecticida), incluyendo el tronco y la base».
Pero hay un problema en los casos de variedades de naranjas y mandarinas tardías que estén sin recolectar. En estos casos no se puede tratar con productos químicos mientras esté pendiente la cosecha. Saldrían residuos químicos en la fruta que provocarían rechazos comerciales. Y esto no afecta a superficies pequeñas, quedan perjudicadas con dicho problema toda la producción de Valencia late, casi toda la de navels tardías (Powell, Barnfield, Chislett...) y bastante de mandarinas como Murcotto, Tango, Orri, Mor, Murcott..., donde coincide fruta con la floración siguiente. En todos estos casos, los agricultores se ven entre la espada y la pared: si no tratan pueden ver dañada la futura cosecha, y no pueden aplicar insecticida si no recolectan antes la actual. ¿Qué hacer?
El 'Criptolaemus' no es efectivo contra este nuevo 'Cotonet' porque no está a pleno rendimiento hasta final de primavera o principios de verano. Pero si se espera a entonces, el daño ya es inevitable. Los frutos atacados quedan deformes, como se puede apreciar en las fotos, y no se trata de casos ocasionales, cada vez se ven más. Como se va extendiendo la zona afectada por esta plaga, que salió enseguida de la subcomarca de Les Valls y ya se propaga por casi toda la provincia de Valencia y sur de Castellón.
Se sabe casi desde el principio que este 'Cotonet' llegó con una importación de naranjas de Sudáfrica que entró por el puerto de Sagunto y que, por lo visto, no se sometió a controles con el rigor requerido. Por entonces ya se avisaba reiteradamente sobre los peligros latentes que había en unas prácticas comerciales que eludían cualquier advertencia en aras de supuestas libertades y del mantenimiento de puestos de trabajo en los almacenes.
De alguno de los almacenes naranjeros próximos al puerto saguntino salió la plaga para extenderse libremente por los campos. Alguien llega a aventurar incluso el lugar exacto del vertedero al que iban las naranjas infectadas. Ahora casi da igual. Lo que más importa es parar el problema, si se puede. Muchos ni pueden, porque no cabe pulverizar con la cosecha pendiente de tardías.
La Asociación Valenciana de Agricultores exigió tiempo atrás «identificar el puerto por el que entró la partida sudafricana infectada y a qué almacén llegó, para depurar responsabilidades y corregir errores». Pero nadie respondió. Nadie mueve nada, hasta que se comprueba cómo se esparcen los lamentos sin remedio.
Si al menos sirviera para aprender y no repetir carencias en situaciones similares. Difícil es, porque la evidencia muestra que cada siete u ocho meses nos llega una plaga o enfermedad nueva.
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