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ELÍSABETH RODRÍGUEZ
Lunes, 4 de julio 2016, 21:03
Caixa Ontinyent, la única caja superviviente del casi desaparecido sistema financiero valenciano, sigue sumando. La entidad cerró el ejercicio 2015 con un beneficio neto de 4,6 millones, es decir, un 12,12% más que el año anterior. El portavoz y primer ejecutivo de Caixa Ontinyent, Vicente Ortiz, es optimista pero prudente y advierte del peligro de una inminente exclusión financiera, al que la caja debe hacer frente. Con el objetivo claro de mantener vivos los valores de la banca territorial frente a un sector cada vez más agresivo, ha incrementado un 38,57% el presupuesto destinado a obra social, con una cifra de 1.153.000 euros.
¿Qué balance hacen del 2015?
En los últimos meses hemos apreciado una ligera reactivación económica en nuestras comarcas, traducida en un incremento de la demanda de crédito por parte de pymes y familias. Por ello, afrontamos el ejercicio de forma más optimista y prevenimos una cuenta de resultados para este 2016 ligeramente superior a la del ejercicio anterior, apoyada en una solvencia muy alta y con una política de negocio en la que mantendremos oficinas y plantilla (en contra de la tendencia del sector), y en la que impulsaremos la utilización de medios electrónicos y digitales no como alternativa sino como complemento a los canales tradicionales.
Ahora mismo tienen una tasa de morosidad más elevada que la media del sector, ¿cómo les afecta?
La morosidad en Caixa Ontinyent se sitúa casi al 13%, mientras que la media está en 11%. No obstante, no nos preocupa porque tenemos cubierto el 70% de esas dudosidad, por tanto, en caso de que se materializara, sólo afectaría al 30%. Por su parte, el conjunto de las entidades sólo cubre el 50%. ¿Por qué los bancos tienen menos morosidad? porque lo que han hecho es vender paquetes de activos a fondos buitre, con lo que reducen morosidad pero a costa de pérdidas. Nosotros, que somos una entidad territorial y conocemos a nuestros clientes por su nombre y cara, abordamos cada caso de manera individual. Además, creemos que vale la pena esperar al mercado para vender nuestros activos inmobiliarios a un buen precio. Es decir, creemos que defenderemos mejor nuestras inversiones si aguantamos a medio y largo plazo.
¿Qué opina de los rumores de posibles fusiones de bancos?
De momento, no creo que se produzca ninguna. Las fusiones están a la espera de un momento más propicio para que la Bolsa acoja bien ese tipo de operaciones.
¿En qué situación se encuentra a día de hoy el sector?
Ahora mismo, los bancos cuentan con un beneficio medio del 0,37%. Es poco pero suficiente para dotar reservas y retribuir a los accionistas. En España hay todavía una cartera de deuda pública que está generando unos ingresos adicionales a las cuentas de resultados, pero esto durará dos o tres años, de manera que a medida que vaya venciendo irá desapareciendo de los balances. Si se eliminan esos ingresos que no estarán dentro de unos años, se toparán con unas pérdidas del 0,80%. Ante esa situación, los bancos ya están planteando cambiar la política de precios, subir los tipos de interés y medidas como aumentar el cobro de comisiones y reducir gastos de personal. Es posible que la situación económica mejore y la pérdida sea menor, pero ahora se está intentando medir a través de los test de estrés la capacidad que tienen las entidades para sobrevivir y puede haber presiones para que se fusionen.
Ustedes son una de las dos únicas cajas que quedan en España ¿cómo ha influido esto en el mercado?
Con la desaparición de la banca territorial, se ha producido una concentración del sector en un oligopolio que controla el 70% del mercado, y que por tanto, es perjudicial para los clientes. Esto, a su vez, ha derivado en la reducción drástica en el número de oficinas y empleos. De hecho, se han cerrado una de cada tres oficinas y se han perdido uno de cada cuatro puestos de trabajo. Pero además, se va a continuar en ese camino en base a la transición de la banca digital. De ese modo, muchas personas de determinadas zonas geográficas no tendrán acceso a algunos servicios financieros en régimen de competencia. Por último, se vislumbra una última consecuencia: los bancos dirigirán su negocio a las zonas donde hayan clientes más rentables y además serán discriminatorios en función de la situación de cada cliente. Si sumamos las cuatro circunstancias, habrá una exclusión financiera en ciernes.
¿Esto no puede provocar la constitución de más cajas que impida esa exclusión?
Es complicado. Las cajas de ahorros no tienen propietario, pero para constituirlas hace falta capital. ¿Quién está dispuesto a poner dinero por un negocio que luego no controlará? Por eso aplaudimos la iniciativa de la Generalitat de crear un banco público, ya que podría cubrir esas zonas y usuarios excluidos.
¿Por qué han decidido recuperar el Monte de Piedad?
Ahora, con todo este movimiento de exclusión, los bancos se quedarán con una clientela y luego las cajas tendremos que atender a todas esas personas que no tienen acceso a esas entidades. Con lo cual, de seguir así, se podría volver a una situación similar a la de los años 70, cuando las cajas y los bancos se diferenciaban por sus usuarios. Por nuestra parte, nosotros tenemos que ser capaces, como mínimo, de ofrecer los mismos servicios y las mismas condiciones que los grandes bancos para no perder despósitos. La caja no puede centrarse sólo en los clientes en riesgo de exclusión, pero tampoco puede dejarles desprotegidos. Ojalá se vea venir el problema y se pueda prevenir. No es tan descabellado pensar que la banca territorial pueda subsistir en un mercado tan competitivo como este.
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