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Llamaradas y humareda al quemar la paja tras la siega de un campo de arroz. :: francisco garcía

La paja de arroz deberá quemarse para evitar plagas

El fuego se revela como remedio inevitable para eliminar patógenos y semillas de malas hierbas que pueblan los campos

V. LLADRÓ

Domingo, 7 de agosto 2016, 23:21

La Unió de Llauradors ha pedido a la Conselleria de Agricultura que permita la quema de la paja del arroz en todas las zonas afectadas por la mala hierba 'Leersia Oryzoide' y para reducir la incorporación de materia orgánica al terreno de los arrozales, ya que se acumula en exceso y está perjudicando al cultivo.

La controvertida práctica de quemar la paja del arroz, tras la siega y recolección del grano, se está revelando como el remedio inevitable para eliminar agentes patógenos y semillas de malas hierbas que colonizan los campos.

La 'Leersia' mes una planta gramínea que se extgiende por rodales en las plantaciones de arroz y es muy difícil de combatir. La restricción en el uso de herbicidas limita la capacidad de lucha ante ella y la escarda manual se convierte en costosa labor obligada que tampoco termina de eliminar el problema. Cuando un campo sufre una fuerte invasión, no hay manos, y cuando las plantas crecen más de la cuenta, ahogan las matas de arroz en extensos rodales que no paran de crecer y al año siguiente serán todavía mayores.

Al segar el arroz, con la paja quedan también sobre el suelo las semillas de malas hierbas, incluida la 'Leersia', así como restos de plagas como el 'cucat' o el hongo 'Pyricularia'. Si la paja se quema, el fuego acaba con todo, naturalmente. Si no, al dejar que se pudra con la siguiente inundación de las parcelas, se facilita un exceso de materia orgánica que a su vez provoca aguas anóxicas (sin oxígeno) y la multiplicación de los problermas de plagas y enfermedades, además de los consiguientes malos olores y mortandad de peces que causan alarma y múltiples molestias.

La Unió ha advertido que «este año se detecta mucha más Leersia que en anteriores, sobre todo en las zonas más altas del Parque Natural de la Albufera». Los arroceros están informando a los servicios de Sanidad Vegetal de la conselleria de todos los polígonos y parcelas donde se observa la presencia de esta planta «que se come la cosecha a medida que crece».

Respecto a la concentración de materia orgánica, tras años de no quemar la paja y dejarla a medio pudrir en los campos, advierte La Unió que «supera de media un 2% de lo que se consideraría normal e incluso llega hasta el 9% en determinadas zonas.»

Las normas de la UE y de la Generalitat al respecto establecen la prohibición de quemar rastrojos salvo por razones fitosanitarias y con excepción de los rastrojos y restos de cosecha de arroz, maíz y sorgo cultivados en regadío y en suelos saturados de materia orgánica, como es el caso de los marjales.

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