

Secciones
Servicios
Destacamos
VICENTE LLADRÓ
Lunes, 5 de septiembre 2016, 00:06
La comarca de Camp de Túria es de las que está sufriendo con mayor crudeza la sequía. Seis años con niveles de pluviometría muy por debajo de las medias históricas, incluso a menos de la mitad, acaban pasando factura. Las reservas se agotan.
Los embalses de Benagéber y Loriguilla están bajo mínimos y con el grifo casi cerrado: hay que guardar algo para usos de boca, por si se mantiene lo peor. El canal de Benagéber, del que depende el mayor porcentaje de los riegos con agua superficial de la zona, baja casi vacío. Para sustituir una parte de los recursos que no llegan del río se han puesto en marcha los llamados 'pozos de sequía', lo que no arregla el problema y encima pone en riesgo de sobreexplotación los acuíferos subterráneos, extendiendo la mayor inquietud a los agricultores que únicamente riegan siempre de pozos y no cuentan con alternativas.
Las aguas subterráneas se 'mueven' algo en diferido y su evolución suele notarse después de verse los efectos en los recursos superficiales. Primero menguan las reservas embalsadas, hasta agotarse, y después se empieza a percibir el descenso de los niveles freáticos de los acuíferos. Si a las extracciones habituales, de quienes no tienen otro recurso que su pozo, se suman las grandes perforaciones extraordinarias 'de sequía', el desenlace puede ser preocupante.
Veinte años atrás, en una secuencia muy similar de aguda sequía, la puesta en marcha de los pozos 'de sequía' hizo que descendieran a niveles preocupantes los niveles de los acuíferos; casi todos los pozos de funcionamiento permanente en la zona se vieron obligados a profundizar sus perforaciones y la ubicación de sus bombas, lo que significó mayores gastos en maquinaría, instalaciones y consumo de electricidad.
Un caso verdaderamente dramático, en aquella sequía de 1995-96, fue el del pozo que abastece de agua potable a la base militar de Marines, cuya bomba se quedó en seco y se quemó, dejando desatendidas las necesidades del cuartel durante casi dos semanas. Por su ubicación, muy cercana al Rincón de Marín, en Lliria, donde la Conselleria de Agricultura perforó dos pozos 'de sequía' , quedó clara la afección negativa de estos sobre los aprovechamientos preexistentes. La solución que se arbitró fue dejar en funcionamiento uno solo de los pozos extraordinarios, que ahora vuelve a estar en marcha desde hace un par de meses, vertiendo su caudal al canal casi vacío.
Se da la circunstancia de que pozos de sequía ubicados en el municipio de Lliria bombean agua para otros municipios de la comarca, lo que ha empezado a motivar recelos, si bien es cierto que prevalece el criterio de solidaridad y el convencimiento de que hay que repartir lo que hay, por lo que es de esperar que no se presenten mayores complicaciones.
Con el ánimo de buscar soluciones a esta amplia problemática, representantes de las comunidades de regantes y de la Unió de Llauradors se han reunido con altos cargos de la Conselleria de Agricultura, reclamando inversiones públicas para aumentar la capacidad de balsas de regulación y también para electrificar instalaciones de bombeo que ahora funcionan con gasóleo (más caro). Antaño, ante este tipo de situaciones se solía recurrir a reclamar el trasvase (del Ebro), cuyo trazado llegó a estar marcado a través de la comarca, pero en la actualidad todo el mundo sabe que tal opción está descartada y que no es fácil disponer de más agua.
Según ha explicado a este periódico Francisco Rodríguez Mulero, secretario autonómico de Agricultura, lo que se va a hacer es «elaborar un plan que sea una visión de conjunto de la comarca y contemple infraestructuras modernas que permitan optimizar los recursos hídricos escasos, porque este problema va a persistir; aunque llueva y se arregle algo, a la próxima será más agudo y debemos prepararnos». En vez de acometer soluciones localeds de parcheo, «vamos a realizar una foto fija de la realidad, ver cuántos agricultores hay de verdad, cuántas explotaciones viables, como ganar eficacia con lo que hay, a qué cultivos de futuro y que consuman menos agua se pueden orientar próximas actuaciones..., y con todo ello programar inversiones que sirvan para aprovechar al máximo los recursos y además reducir el gasto energético».
Rodríguez Mulero es partidario también de reequilibrar las tarifas del agua de riego, ya que, en la actualidad, por el agua se paga lo que cuesta tenerla, y de ahí se deduce que a unos les salga casi gratis mientras que a otros les llega a precios insoportables.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.