Recuperar naranjas robadas no implica devolver su valor

La policía local de un pueblo citrícola valenciano pilla in fraganti a unos ladrones cuando robaban varios cientos de kilos de naranjas en un huerto del municipio. Los llevan a las dependencias municipales, formalizan las diligencias para poner los hechos en conocimiento del juzgado y se emite una nota informativa en la que se da cuenta de todo ello y de que se han depositado las naranjas en cuestión en unos almacenes, para ponerlas a disposición de sus legítimos dueños.

Aparentemente todo perfecto, ¿no? A expensas de lo que diga el juez, de momento caso resuelto. Hasta se ha recuperado la mercancía sustraída y se va a devolver a su dueño, que en este caso estará claro quién es, porque pillaron a los cacos en un campo concreto. Otras veces puede ser más complicado, porque se detiene al presunto ladrón en ruta, no justifica la procedencia legal de la carga, acaba confesando que son de un campo, o de varios, y a ver qué campos son y quiénes serán los dueños.

Pero, en todo caso, ¿qué puede hacer un agricultor, al que le han robado cientos o miles de kilos de naranjas, si se las acaban devolviendo? Un problema añadido, porque ¿qué hace el agricultor con esas naranjas? No las puede vender salvo para zumo, lo que supone una fuerte reducción sobre el precio que podría haber obtenido en el árbol de haberse comercializado la fruta en su momento y con la normalidad habitual. Nada que ver con una fruta cogida al descuido, cuando no es su época y recuperada después. Eso no tiene posibilidad de venta regular. Pero encima, es posible que el agricultor no cuente con medios de transporte para llevar la naranja hasta un almacén que compre para fábricas del zumo a precio de saldo.

Así pues, ¿se puede decir que se ha resuelto el caso con la recuperación de las naranjas robadas y su entrega al dueño en cada caso? Para entenderlo desde fuera del sector, es como si le quitan el coche a alguien, se lo destripan, lo encuentra por fin la policía y se lo devuelve al propietario. Pero lo que le devuelven ya no es el coche, que está inservible, sino un montón de chatarra. Así que no es el mismo valor, ni mucho menos.

Esta y otras cuestiones son las que los dirigentes agrarios quieren plantear a las autoridades, ofreciendo más coordinación para que se pueda emprender al fin una línea de mayor eficacia en la lucha contra la plaga de robos en el campo y se vaya más allá de los habituales trámites para atajar de raíz el problema.

Los dirigentes de AVA-Asaja, Unió de Llauradors y Cooperatives Agroalimentàries consideran que pueden aportar mucha información para perfeccionar las tareas policiales y de la fiscalía en estos cometidos. Hay que tener en cuenta que existe un sinfín de peculiaridades en el sector que habitualmente no son de dominio general, por lo que quieren contribuir con una labor didáctica que sirva para que la tarea de los agentes y fiscales gane eficacia. Por ejemplo conociendo estos y otros detalles, como identificar las distintas variedades y la época de cada una, que se exija la trazabilidad, etc.