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ISABEL DOMINGO
Sábado, 18 de marzo 2017, 23:55
«Nos gustaría que la falla viviera, que no desapareciera. Sería una pena que Valencia perdiera una comisión. Por eso queremos que se sume gente a nosotros y siga la tradición». Es el llamamiento que realiza la presidenta de Antigua Senda de Senent-Paseo de la Alameda, Begoña Gómez-Cencillo, para intentar que la comisión conocida como El Palau no baje la persiana al finalizar el ejercicio.
Una treintena de falleros son los que integran actualmente la comisión: 17 adultos y 11 infantiles-juveniles. Todos «peleando como leones en todos los frentes» para salvar una falla que nació en 2001 y plantó su primer monumento hace 15 años.
Lejos quedan las etapas en las que el censo superaba ampliamente el centenar de personas y se militaba en Primera A, donde obtuvieron el octavo premio en 2007. Fue el año de la America's Cup y tuvieron como fallera mayor de la comisión a Shirley Mullins, tripulante del equipo sudafricano del Shosholoza, además de realizar un hermanamiento con este equipo. Y han contado también con la colaboración del artista Juanjo García, «por lo que en Ingenio y Gracia siempre obtenemos algún premio», explicó la presidenta.
Este año no tienen máximas representantes ni tampoco presidente infantil y los monumentos llevan el sello 'made in Palau', pues lo han estado haciendo ellos mismos «con mucha imaginación». De hecho, comenzaron a trabajar en su diseño el pasado septiembre y dieron forma a la propuesta trazado en una libreta en una planta baja de un fallero. Para la grande, los trastos viejos de la 'estoreta velleta'; para la pequeña, un 'Palace circus' para rendir homenaje a este espectáculo y al teatro con dos únicas figuras en el escenario que les han robado.
Pero la germanor se respira en todos los rincones del casal. «Somos una gran familia», asegura Begoña, una todoterreno en la comisión desde 2009, ya que ha sido, además de presidenta, secretaria general y fallera mayor, al igual que su hija. Para la Ofrenda, por ejemplo, se peinaron todas en el casal ayudándose unas a otras.
Ese espíritu es el que intentan también trasladar a todas las acciones que realizan durante el año, dando respuesta «a aquello de ser una falla de barrio, algo complicado en una zona de oficinas y comercios, sin apenas residentes», añade la presidenta de El Palau.
Una fiesta al mes, concursos, actividades para los más pequeños (como un taller sobre cómo hacer una falla), hogueras de San Juan o degustaciones para vecinos y falleros (la última, de arròs amb fesols i naps) son algunos ejemplos. «Queremos que todos se impliquen en esta tradición tan nuestra», pide.
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