La lluvia respeta San Juan

valencia. Agua y fuego. El choque de elementos no logró apagar las ganas de fiesta en una noche de San Juan bajo la constante amenaza de lluvia. Las gotas a primera hora de la tarde retrasaron la llegada de miles de jóvenes, aunque el goteo fue constante a partir de las 19 horas y finalmente se igualaron los datos de 2014, alcanzándose la cifra aproximada de 70.000 asistentes, según fuentes de la Policía Local.

En su mayoría jóvenes estudiantes, valencianos y extranjeros, que quisieron dar la bienvenida al verano prendiendo fuego a lo malo, especialmente aquellos que suspendieron. Un clásico para muchos, pero no para todos. La fiesta sabía también a despedida para aquellos erasmus que en estas fechas abandonan el cap i casal. Entre ellos, Clement, un joven francés que acaba su curso de Psicología en la Universitat de València. En su mochila: tinto de verano y tortilla precocinada. «El adiós a Valencia debía tener fuego. Mañana tomo mi avión a Lyon, espero no tener resaca».

Para ella la fiesta no es nueva, aunque sí como concejal de la Policía Local. La socialista Sandra Gómez visitó el dispositivo de seguridad de la noche de San Juan y, además, como una de las ediles más jóvenes, quiso ser clara en su mensaje. «Yo antes estaba al otro lado de la barrera y soy muy consciente de los problemas que hay, principalmente el consumo de alcohol. Tienen que ser conscientes de que no puedes perder la vida por una noche», aseveró Gómez.

«Mejor sin verbena»

La llegada de los cerca de 70.000 asistentes fue espaciada por la lluvia, lo que provovó una situación poco común: ni los cortes de tráfico previstos a las 17 horas -en la plaza Armada Española- ni a las 21 horas -en Serrería y avenida del Puerto- tuvieron que llevarse a cabo. La circulación de vehículos fue fluida en una noche en la que la mayoría de jóvenes optó por ir en metro, tranvía y autobús.

A las siete de la tarde comenzó el reparto de leña en las playas del Cabanyal y la Malvarrosa, con las primeras hogueras lanzando chispas ya antes de la caída del sol. En total se entregaron unas 35 toneladas de madera. Tampoco quisieron perderse la celebración los vecinos del Marítimo, aunque muchos de ellos optaron por no meterse en la arena. Ese fue el caso de Rafa Gimeno, quien, junto a su esposa y dos hijos, cambió el sofá y la tele por cuatro sillas plegables y vistas al Mediterráneo. «Desde que no se hace la verbena, es mucho mejor para los que vivimos aquí, porque podemos disfrutar con la familia».

Tanto efectivos de la Policía Local como Cruz Roja describieron la jornada como «tranquila», con pocos sustos y apenas algunas atenciones de carácter menor. El dispositivo contó con 260 personas, entre el equipo de limpieza y efectivos de salvamento y socorrismo.