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Martes, 13 de octubre 2015, 23:57
VALENCIA. Crevillent ha celebrado con gran esplendor las fiestas de Moros y Cristianos. Un año muy especial, pues se cumplen 50 años de unas fiestas que, pese a su juventud, comparada con otros lugares de centenaria tradición ha conseguido que fuesen declaradas hace unos años fiestas de interés turístico nacional, y se espera que pronto, seguramente en 2016 alcancen el rango de fiestas de interés turístico internacional. En ello están trabajando intensamente por conseguirlo.
Todo empezó hace medio siglo cuando unos jóvenes que, enamorados de los festejos de moros y cristianos, acudían a todas las celebraciones de localidades cercanas y propusieron al alcalde que en Crevillent también tuvieran lugar. El máximo responsable municipal no lo dudó ni un instante y salieron por primera vez en 1965 dos comparsas, Almogávares, cristiana, y Beduinos, mora. Ellos fueron la semilla de una fiesta que enseguida creció rápidamente consolidándose con seis comparsas por cada bando. Por los ejércitos de la cruz: Almogávares, Maseros, Dragones de San Jorge, Castellanos-Leoneses, Astures y Caballeros del Cid; y por las tropas de la media luna: Beduinos, Marroquíes, Moros Viejos Tuaregs, Benimerines, Omeyas y Berberiscos.
Desde el primer momento la mujer tuvo un papel protagonista, quizás porque se empezaba de cero. En aquellos años la participación de la mujer en las fiestas de moros y cristianos era nula, se limitaba a ser una espectadora o una mujer laboriosa que preparaba los trajes del marido y los hijos. En Crevillent se le dio un papel relevante surgiendo en cada una de las comparsas la figura más representativa de la misma con títulos llenos de simbolismo. Así, por ejemplo, en los Almogávares se le denomina Rosa de Bronce o a la máxima representante de los Dragones, Princesa. Algo similar ocurre con los cargos del bando moro, la mayoría se les denomina sultanas o incluso títulos como Gran Moravita de los Berberiscos o gran Hurí de los Marroquíes.
Llevan trajes preciosos, espectaculares que realzan aún más su belleza. Títulos que también tiene su correspondencia similar en las niñas. Hay una costumbre en Crevillent que a la mujer o niña que ha ostentado el máximo cargo de la comparsa, al año siguiente es la abanderada de la misma, abriendo el paso de las escuadras de su gente.
Otra de las singularidades de los moros y cristianos de Crevillent son las coreografías que muchas escuadras de mujeres preparan para el desfile de la entrada, manteniendo siempre el espíritu de cada una de ellas. También es singular la forma de saludar de las mujeres con cargo, con los brazos abiertos, con suaves movimientos de la mano, compartiendo su alegría y felicidad con los espectadores.
La fiesta de moros y cristianos de Crevillent tiene múltiples particularidades. Una de ellas, llena de ruido, música, alegría, al lado de la tribuna de autoridades, se monta otra gran tribuna para los festeros que no es su día, para que desde ella animen a los que desfilan, con aplausos, confeti y demás. Así la tarde que desfilan las tropas moras la tribuna la ocupan las festeras y festeros cristianos y viceversa.
Este año entre los muchos variados actos llevados a cabo con motivo del cincuenta aniversario destacó el desfile de todas aquellas personas que en este medio siglo han tenido cargo en cada una de sus comparsas. Lo hicieron en la mayoría de los casos con los trajes que lucieron en su año, que tenían primorosamente guardados en sus casas. El sábado, antes de la entrada mora, volvieron a sentir el cariño del público los máximos representantes de las comparsas moras mientras el domingo antes de la entrada cristiana desfilaron los capitanes y bellezas que han ostentado cargo en las seis comparsas de la media luna. El público, tanto sábado como domingo, a su paso, se ponía en pie para aplaudirles con fuerza. En muchos de los rostros, tanto de hombres como mujeres, muchas lágrimas, junto a la espectacularidad de los trajes, la belleza de sus mujeres, las músicas que hacían vibrar a unos y otros, el sentimiento que es la gran fuerza de la fiesta, el sentimiento que ha hecho posible, generación tras generación, que la fiesta de moros y cristianos de Crevillent forme ya parte importantísima de la personalidad de este pueblo que en su tiempo fue famoso por sus alfombras. Este año la capitanía cristiana le ha correspondido a la comparsa Caballeros del Cid, con su joven capitán Sergio Tomás Muñoz, quien desfiló en la carroza acompañado de su hermana Tamara. Al llegar al final del recorrido no lo pudo reprimir y se puso a llorar abrazado a su hermana. La emoción no la podía evitar tras los momentos vividos con tanta intensidad. Lo mismo le ocurrió al capitán moro, José Vicente Mas Guzmán, de la comparsa Viejos Tuaregs, él junto a su esposa Cloti Moreno, desde la carroza sintieron el cariño de las miles de personas que abarrotaban el largo recorrido de la entrada.
Crevillent puede sentirse satisfecha y orgullosa de unas fiestas únicas, muy participativas que además han gozado de buen tiempo y una afluencia masiva de gentes de otras localidades y comarca.
Finalizadas las fiestas de moros y cristianos en honor de San Francisco ahora ya a trabajar y preparar la Semana Santa. Es una de las más hermosas de la Comunitat Valenciana. Muchos de los festeros de moros y cristianos son también cofrades de las distintas cofradías y hermandades. Falta ya sólo medio año para que desfilen los pasos de Benlliure acompañados de las corales crevillentinas que también forman pare de la personalidad de un pueblo muy trabajador pero también muy amante de las fiestas y la música.
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