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Tras las almenas. Un muro almenado de ladrillos esconde una joya histórica de la ciudad. :: o. c.
San Juan del Hospital, poso vivo de la reconquista

San Juan del Hospital, poso vivo de la reconquista

La iglesia más antigua del periodo post-islámico alberga un extraordinario patrimonio

ÓSCAR CALVÉ

Domingo, 3 de julio 2016, 00:01

La reciente recuperación del antiguo cementerio medieval de San Juan del Hospital de Valencia revaloriza uno de los conjuntos arquitectónicos más significativos de la ciudad. Muy devaluado en otra época, su iglesia llegó a convertirse en un cine. Hoy su valor histórico se presenta en un marco artístico que sólo los ojos más avezados pueden percibir. Su iglesia es, presumiblemente, la más antigua de Valencia tras la reconquista.

Admiramos columnas con capiteles de época musulmana del siglo X, cruces del siglo XIII de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, pinturas murales románicas únicas, además del sepulcro donde yacen los restos de una desdichada emperatriz.

No hace mucho, disfruté de una joya arqueológica oculta bajo el patio sur de la iglesia: un simple candado vetaba el acceso a una trampilla en cuyo umbral se abría una escalinata cuya meta es la espina del circo romano de Valencia, es decir, la mediana que estructuraba el recorrido de carreras al estilo de Ben-Hur. Al ver un espacio que conserva su esencia original tras casi dos milenios, a uno le invade el Indiana Jones que lleva dentro.

El gran rescate patrimonial, cuya última muestra es el cementerio medieval, no está finalizado. Además de la espina del circo romano, está pendiente recuperar una pequeña fuente de origen islámico, pinturas murales, esculturas y, sobre todo, la definición de un proyecto expositivo.

Así lo declaraba el arquitecto artífice de la restauración, Jorge García Valldecabres, y así lo confirma quien suscribe, testigo del chasco sufrido por un grupo que confirmó la visita al patio sur y que, por falta de personal, no pudo ver el cementerio recuperado.

El origen del conjunto se remonta a una concesión territorial de Jaime I en 1238 a favor de la orden de San Juan del Hospital de Jerusalén. Fue determinante en la toma de la puerta de la Xerea y sus alrededores y les fue concedido este espacio. Allí erigieron su sede entre 1238 y 1261. Además de la iglesia, incluía hospital, cementerio y residencia para los caballeros.

Hoy entramos a la iglesia por un moderno acceso ubicado a los pies, al otro extremo del altar. Las puertas originales se construyeron, enfrentadas, en los laterales de la construcción. La primitiva entrada principal presenta una portada románica que nos traslada a la reconquista. Un noble arco de medio punto se corona con un sencillo escudo de la orden donde destaca la cruz leñosa. Sobre esta portada se construyó después un arco apuntado en cuyo óculo la tracería diseña una genuina cruz de ocho puntas.

Más evocadoras aún son las seis cruces patadas pintadas en rojo en el muro externo. Los especialistas las datan en el siglo XIII y establecen su número y tamaño en relación con los ocupantes y el cargo que desempeñaban en el seno de la orden cruzada.

Si el exterior es atractivo, el interior aún más. La natural imbricación de elementos arquitectónicos del románico y gótico componen un espacio rectangular y armónico de 36 metros por 10 de anchura flanqueado por capillas. Junto al resto de la iglesia, fueron ocultadas bajo un revestimiento barroco en el siglo XVII y volvieron a la luz tras la inicial y exitosa restauración de 1967. El presbiterio exhibe en el arco triunfal por el que se accede una particularidad. La colocación de dos columnas marmóreas de época islámica con capiteles califales del siglo X trasciende el abaratamiento de costes y el sentido ornamental. Evidencia una ostentación del sometimiento de la fe islámica tras la conquista cristiana. Los asistentes a misa contemplaban esas columnas y percibían su simbolismo: el credo musulmán subyugado al nuevo dominio cristiano.

Las dos capillas laterales más próximas al presbiterio presentan nuevas maravillas. A un lado se halla la capilla de San Miguel Arcángel, con un testimonio de pintura mural del XIII. Su significado sigue siendo un misterio. Frente a la capilla de San Miguel Arcángel se ubica la de Santa Bárbara, del siglo XVII, realizada por Juan Bautista Pérez Castiel.

Elevada en uno de sus muros, se halla el arca sepulcral de Constanza II de Hohenstaufen (1230-1307), la emperatriz desdichada. Hija ilegítima del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II, fue obligada a casarse a los 14 años con el emperador de Bizancio Juan Ducas, de 50. Enviudó y fue solicitada como esposa por otro gobernante. Constanza buscó refugio junto a su hermano Manfredo, rey de Sicilia, pero falleció en campo de batalla. Fue hecha prisionera durante años y liberada después. Su hijastro emprendió una persecución contra Constanza, que embarcó hacia nuestra ciudad. Su sobrina era la esposa del infante Pedro de Aragón, futuro Pedro III el Grande, y le ofreció refugio en Valencia. Así se instaló en el desaparecido Palacio del Real en sus últimos años con un alto precio político: ella y su sobrina cedieron todos sus derechos sobre Sicilia a Pedro de Aragón.

El cementerio adyacente es el único camposanto medieval conservado en Valencia. Esconde una de las pocas capillas funerarias hospitalarias europeas en buen estado. Además, es el contenedor por excelencia de la historia de la reconquista, pues en él reposan algunos de los linajes que tomaron la ciudad junto a Jaime I: los Arnau de Romaní, los Peramola, los March. Con todo, San Juan del Hospital es aún un gran desconocido.

Las reformas del entramado urbano de finales del siglo XIV y la pérdida de algunas posesiones del recinto hospitalario en favor de una nueva orden militar, causaron ese aspecto fragmentado hoy visible. De hecho, llegó a estar constreñido entre domicilios particulares. Por otra parte, el muro exterior recayente al acceso al conjunto, en la calle Trinquete Caballeros, menguó su monumentalidad al ser restaurado casi en su totalidad con ladrillos. La de historia que se esconde tras ellos.

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