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120 años de cine en Valencia

120 años de cine en Valencia

El 10 de septiembre de 1896 el desaparecido Teatro-Circo Apolo presentó el cinematógrafo

ÓSCAR CALVÉ

Sábado, 3 de septiembre 2016, 23:28

A finales del siglo XIX, el mundo estaba en plena transformación desde el punto de vista tecnológico. Las posibilidades se mostraban infinitas y una de ellas, no exenta de complejidad técnica, iba a cambiar para siempre la historia de la humanidad. Más concretamente, el devenir del entretenimiento de la humanidad. Porque, pese a que los avances de la industria de la diversión no dejen de sorprendernos, el cine tiene un componente humano en su creación insustituible. Dicho de otro modo: es difícil, si no imposible, comparar las emociones que transmiten las obras de George Méliès, Alfred Hitchcock o el difunto Gene Wilder, con las contagiadas por los 'Pokemon Go', que por cierto, veremos dónde quedan cuando pase la moda.

El cine es un lenguaje universal, como la música. No importa la edad, ni el lugar de origen del espectador, ni tan siquiera el idioma. Buster Keaton o Chaplin lo demostraron con creces. Y lo seguirán haciendo, pese a no estar entre nosotros y pese a los giros que dé la historia. Para que la creatividad de los nombrados y de tantos otros fuera factible, fue preciso que a lo largo de los siglos una serie de mentes privilegiadas se preocuparan primero por la captación de la imagen y, más tarde, por la captación de ésta en movimiento. Con más polémica de la que puedan sospechar, fue a los hermanos Lumière a los que se le atribuyó la invención del cinematógrafo, cuya presentación acaeció el 28 de diciembre de 1895 en la Ciudad del Amor. Nacía la «caja de los sueños».

Los Lumière no concebían las posibilidades de su invento y llegaron a declarar que la suya era una invención sin ningún futuro. Nada más lejos de la realidad. Si en la primera proyección lo recaudado con la entrada de los pocos asistentes apenas dio para el pago del alquiler de la sala, las siguientes fueron todo un éxito. La garantía de público fue suficiente incentivo para que, a los pocos meses de aquella inauguración, empresarios de todo el continente, entre ellos un valenciano apellidado Roig, decidieran importar el nuevo invento a sus empresas.

El señor Roig era el propietario del Teatro-Circo Apolo, local de variedades ubicado en la calle Don Juan de Austria de Valencia hasta 1969, cuando fue derribado. Roig había contratado a Charls Kall, técnico francés que disponía de su propio cinematógrafo y del material fílmico de los Lumière y de Méliès.

El periódico El Pueblo advertía que el señor Kall iba a presentar el 5 de septiembre el «invento más prodigioso del mundo científico y que necesariamente ha de entusiasmar al público». Por motivos desconocidos, la cita se retrasó unos días respecto a lo previsto. Fue el 10 de septiembre cuando, tras la actuación de la Compañía de Comedias Cómicas del actor y autor valenciano Juan Colom -que abrió la sesión con la pieza titulada 'Zaragüeta'-, los valencianos conocieron el cine. No quedaron defraudados. El llenazo del teatro y la euforia que desató entre los asistentes fueron recogidos por la prensa de la época, que también dio cuenta de las cintas proyectadas. 'La coronación del Zar de Rusia', 'La llegada de un tren' (la misma que supuestamente había causado pavor entre los asistentes a la presentación de los Lumière en París), 'Un famoso dentista', 'Escenas de playa' o 'Una noche terrible'. Efectivamente, a causa de la exigua duración de cada cinta, se pasaron varios mini metrajes, algunos de ellos del género que hoy definimos como acción, en la que no falta un joven capaz de liarse a mamporros con muchos oponentes y salir victorioso. Y surgió la crítica cinematográfica en Valencia. Algunos medios advertían que los espectáculos eran «demasiado fuertes», incluso «indecorosos» para las distinguidas familias que frecuentaban y sostenían ese recinto.

Pese a todo, la evidencia del éxito de aquella presentación es que las cinco sesiones que inicialmente habían sido programadas fueron ampliadas más de un mes, hasta el 26 de octubre de aquel año, cuando Mr. Kall organizó una ulterior proyección a beneficio propio. Era su última proyección en Valencia, pero no la última de la ciudad. Ya algunos días antes, el 17 de octubre, el Teatro Ruzafa incluía «el nuevo invento traído de París». Resultó ser un fiasco. Las proyecciones nunca llegaban al final. Así que suspendieron la programación a los pocos días.

Como indica el experto Fernando Delgado, la máquina operativa en el Teatro Ruzafa era probablemente una de las muchas imitaciones deficientes del aparato diseñado por los Lumière. En todo caso, la fiebre por el cine ya se había desatado en Valencia. Diversas salas de ocio comenzaron a integrar el nuevo invento -o sus sucedáneos- entre la oferta de sus espectáculos. No sólo eso. El cine había conquistado Valencia, pero también Valencia comenzaba a conquistar el cine. En diciembre de ese mismo 1896 se presentaron dos nuevas cintas con Valencia como escenario, en las que aparecían nuestros antepasados en las inmediaciones del Mercado, la Lonja, la Plaza de la Reina y la calle del Mar.

Sorpréndanse. El éxito de aquellas proyecciones fue efímero. La causa: no habían muchas cintas y los empresarios se veían obligados a reponerlas. El público valenciano pasó del efecto sorpresa al hastío en apenas unos meses. Con el completo desarrollo comercial, el cine regresaría definitivamente a Valencia. To be continued.

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