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Isabel Preysler volvió a ser el centro de atención de los fotógrafos en la embajada de Italia, antes del besamanos real donde también deslumbró. :: belén díaz alonso
Isabel Preysler, una entre dos mil

Isabel Preysler, una entre dos mil

Regresa a la vida social por la puerta grande y brilla en el besamanos real pese a no encajar en ninguna profesión, excepto en la de famosa

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 21 de junio 2014, 00:03

Rise like a Phoenix'. Igual que en la canción de la ambivalente Conchita Wurst, Isabel Preysler ha vuelto a levantar el vuelo. Su impecable presencia, el pasado jueves, en la primera recepción oficial de los Reyes Felipe y Letizia ha sentado otra vez en el trono a la monarca del 'cuore' y desmentido de paso los malsanos rumores que pregonaban su decadencia. Con el rostro algo más acorde a esos 63 años que cumplió en febrero, Preysler ya no es aquella enigmática belleza oriental de imparable rejuvenecimiento, pero mantiene intacto su perfil social.

En el 'who is who' de los más de 2.000 elegidos para la gloria del primer besamanos de esta nueva era monárquica, ella sigue siendo alguien. Toda una autoridad en lo suyo. Otra cosa sería definir qué es exactamente lo suyo... Porque entre los asistentes a la cita palaciega, todos (incluido su exmarido, el marqués de Griñón, o la propia Tita Cervera) encajaban en alguna actividad profesional: empresarios, mecenas, intelectuales, políticos, escritores, cantantes, toreros, banqueros... Todos, menos ella. Isabel, con su premonitorio nombre de reina, es probablemente la mujer que más dinero ha amasado en este país sin robar ni desempeñar un oficio. Si acaso, el de artista y publicista de sí misma.

Con más valor que Ponce y Padilla, tan actual como Alborán y Bisbal, con más altura de miras que Pau Gasol y más popularidad incluso que Carmen Machi, la Preysler hizo el jueves el paseíllo por el Palacio Real, junto a estos y otros famosos, con paso decidido y sonrisa indesmayable. Le acompañaba su natural porte de hechuras de maniquí realzado por un entallado vestido corto sin mangas, de estampado geométrico y tonos negro, salmón y beige. Es muy probable que detrás de su buen ánimo se escondiera una punzada de dolor, que se sintiera un poco viuda, sin serlo, por tener que acudir sola, sin su marido, el en otro tiempo superministro de Economía... Pero es que Miguel Boyer a sus 75 años no está para actos sociales. Lleva casi 30 meses luchando contra las secuelas de un derrame cerebral. «Sigue mejorando -ha explicado su mujer-, pero ahora los cambios son muy pequeños». La vida le ha dado un vuelco a Isabel y para mal. Pero si eso atormenta o amarga su existencia es algo que se guarda para sí. En sus apariciones públicas, sigue exhibiendo la dulce sonrisa de siempre; ni un mal gesto. Como reina (de corazones), Preysler es una profesional.

La mansión se queda grande

Llevaba meses recluida en su magnífica mansión de Puerta de Hierro que, como ella misma ha admitido, se les ha quedado grande. Pero tuvo ocasión de foguearse ante la prensa dos días antes del besamanos real. Fue en la recepción organizada por la revista Vogue en la embajada italiana para premiar a las jóvenes promesas del diseño y también al prestigioso fotógrafo Mario Testino. Isabel fue la encargada de entregarle el premio y, con un vaporoso vestido floreado de Ferragamo de escote bañera, confirmó su acreditada y probablemente involuntaria fama de 'robaplanos'. Todos los flashes se centraron en ella. Y la prensa la encontró más accesible que nunca. Será quizá que tras dos años largos entregada a la recuperación de su esposo, viendo aumentar los gastos al tiempo que menguan los ingresos y van borrándose las amistades mundanas, un simple posado es de las pocas frivolidades que le regala la vida.

Diplomática sin carrera, Preysler tuvo elogios para doña Letizia, a la que conoce desde hace diez años, pues los ahora Reyes almorzaron en su casa poco después de prometerse. Confesó también que este verano «difícilmente» irá de vacaciones ya que se quedará en Madrid «para acompañar a Miguel». Animó a su religiosa hija Tamara a encontrar el amor terrenal... «A ver si dedica más tiempo a eso». Y habló del «buen momento» que vive su hija menor, Ana, junto al tenista Fernando Verdasco. «Es que con Fernando es imposible no estar encantada», dejó caer Isabel con una sonrisa nostálgica en la que se resumía todo: su rutilante pasado como reina de la seducción, los años locos de la 'beautiful', la interminable fiesta marbellí... Todo eso ha quedado reducido a un eco, e Isabel (lejos del cliché de frívola y calculadora), a una abnegada mujer entregada por amor al cuidado de un marido enfermo. Pero en el besamanos del pasado jueves la Preysler volvió a ser una (y única) entre más de dos mil elegidos.

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