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V. LEÓN
Martes, 16 de junio 2015, 00:35
Parece que la cosa va cuajando. El supuesto romance entre Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa tiene ya poco de supuesto, como reveló ayer la portada de la revista '¡Hola!'. La publicación, que habitualmente llega a los quioscos los miércoles, adelantó su edición dos días de forma extraordinaria para soltar un nuevo bombazo sobre el que ya es el culebrón del verano, si no del año o del lustro. Titulares a todo trapo y fotografías de los protagonistas (juntos, claro) para echar más leña al fuego: «Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. Las imágenes que confirman su relación. La pareja disfrutó de una romántica cena».
Teniendo en cuenta que no hay foto ni palabra sobre la socialité filipina en la revista '¡Hola!' que no pase por el filtro de la propia Preysler, la exclusiva tiene su miga. Ya fueron pillados hace una semana cuando salían de comer juntos de un restaurante de Madrid, pero aparecían de espaldas en la imagen. Esta vez, a los paparazzi de la revista no se les ha escapado la foto: parece, además, que los dos tortolitos no hicieron mucho por ocultarse de los focos. «Isabel y Vargas Llosa, como dos personas libres, demuestran con su actitud que no se van a esconder», asegura de hecho la web de la revista. Isabel, en primer plano y con media sonrisa, abandona el local de la capital en el que volvieron a cenar juntos. Detrás, Vargas Llosa, con gesto más serio, media mueca y su innegociable traje, escolta a la dama hasta la calle. La revista recoge incluso declaraciones del Nobel. Pero, en este caso, sobre su matrimonio con Patricia Llosa: «Lo único que confirmo es que estoy separado. Digo simplemente que estoy separado y no tengo más declaraciones que hacer sobre mi vida privada». Sin embargo, este asunto seguirá coleando, porque, ya se sabe, Isabel Preysler no tiene relaciones con hombres casados.
Así que, como suele ocurrir en estos casos, amén del culebrón amoroso entre Isabel Preysler y Vargas Llosa, se avecina otro culebrón no menos mediático a cuenta del divorcio entre el Nobel y su todavía esposa, con un ingente patrimonio de por medio. Una historia que no será tan bonita, por desgracia, como el naciente amor entre estos viejos amigos.
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