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D. VIDAL
Sábado, 20 de junio 2015, 00:09
La envidia de millones de mujeres en todo el mundo tiene nombre de española. Se llama Alejandra Silva Friedland, tiene 32 años, es rubia y de origen gallego, tiene un tipazo de infarto y, de paso, le ha robado el corazón a uno de los mayores galanes de la historia de Hollywood para que legiones de féminas se muerdan un poco las uñas, de paso. Richard Gere, a punto de cumplir los 66 años, ha encontrado de nuevo el amor en esta joven «cosmopolita y trotamundos», como la definen en su entorno. Llevaban poco más de un año de discretísima relación hasta que la noche del pasado miércoles la pareja apareció sin tapujo alguno en el Festival de Cine de Taormina, en Sicilia, donde la estrella de cine recogía un premio. «Llevan meses ocultándose de la prensa, aunque todos sus amigos lo sabían», revela un amigo de la joven al diario 'Abc'. «Viviendo, amando, apreciando y bendiciendo cada momento de la vida», escribe Alejandra -madre de un hijo- en su perfil de Instagram. Ahora, junto a su flamante novio.
Pero, ¿quién es esta joven desconocida por la que bebe los vientos el protagonista de 'Pretty woman'? Alejandra Silva Friedland, muy bien relacionada con la 'beautiful people' española y sobre todo con la norteamericana, no es un personaje conocido para los focos de la prensa nacional, pero entre sus amistades a este lado del charco se encuentran los aristócratas Luis Medina, Alejandra de Rojas y María Fitz-James Stuart. Vive a caballo entre Nueva York y Madrid, «a donde ha viajado Richard varias veces para verla», desvelan las mismas fuentes. Los dos intentan ahora soltar lastre de sus anteriores parejas. Él, que ya estuvo casado en los 90 con la supermodelo Cindy Crawford, todavía está inmerso en el divorcio de su exmujer Carey Lowell, que le reclama la mitad de una fortuna valorada en 250 millones de euros. Ella, por su parte, está separada desde hace año y medio del rico heredero americano Govind Friedland, hijo del magnate de la industria minera Robert Friedland. No parece que, de momento, nada les pueda separar. Ni siquiera las creencias religiosas del actor. Más bien al contrario. «Alejandra está tan enamorada que se ha puesto a estudiar y a practicar el budismo».
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