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IRENE MARSILLA

Slow Nou/Vell Mestalla

En el Roig Arena hay hasta mil personas trabajando, en el estadio del Valencia unas cuantas menos... Y seguimos sin saber si seremos sede del Mundial

Pablo Salazar

Valencia

Viernes, 13 de junio 2025, 23:29

Apocos metros de la sede de LAS PROVINCIAS, entre las calles Tres Forques y Llanterners, en el polígono ex industrial Vara de Quart (industria, industria, ... lo que se dice industria, no queda prácticamente ni una) Edifesa está construyendo un centro de datos, uno de esos que necesitan mucha agua y muy poco personal. La obra avanza a velocidad de un AVE y en pocos meses va a estar terminada y operativa. El paseante, el clásico pensionista que se detiene a ver cómo trabajan las excavadoras y las grúas, debe de pensar que son chinos levantando hospitales en unas semanas durante las jornadas más oscuras de la pandemia. En la construcción, como en el ferrocarril, hay dos velocidades. En este último, durante años se debatió qué líneas debían ser de alta velocidad (hasta 300 kilómetros por hora) y qué líneas debían conformarse con los 220 kilómetros por hora y ser calificadas de velocidad alta. Aquí, como con lo de la AVL, que no ALV, el orden de los factores altera el producto. La alta velocidad o la velocidad alta en las obras depende de quién las ejecute. Si es la iniciativa pública no pasarán de los 220 kilómetros por hora, mientras que si es la privada llegarán a los 300 por hora, como en la de aquí al lado. Aunque hay algunas de la Administración que pueden ir aún más lentas, a 160, como los Intercity que cubrían el trayecto entre Valencia y Madrid por Albacete («¡Hay navajas de Albacete!», anunciaba el vendedor que subía durante la parada) y Alcázar de San Juan (importante nudo ferroviario). Incluso a 80 por hora, como los Cercanías. Pero también hay proyectos de titularidad privada, aunque tengan cierto grado de implicación pública, cuyos progresos se miden como si del tren que une Sagunto con Teruel se tratara. Línea actualmente en obras para modernizarla y electrificarla, pero donde hasta hace unos años los convoyes no pasaban de los 30 kilómetros por hora en algunos tramos de su recorrido. El caso más clamoroso es el Nou/Vell Mestalla. Fue Nou hace casi veinte años, en 2006, cuando se presentó la propuesta arquitectónica. Y en 2007, cuando comenzaron las obras. Hasta en 2009, cuando se paralizaron. Pero el Nou ya se ha quedado Vell. ¿Se terminará algún día, estará para el Mundial de 2030 del que, al menos de momento, Valencia está excluida? No me atrevo a pronosticarlo. Lo que es seguro es que su ritmo de trabajo -slow, igual es filosofía oriental- contrasta con el frenesí que se vive en el Roig Arena, con hasta mil personas ultimando el icono. O con lo que veo cada día al pasar por Tres Forques. Lim no tiene prisa.

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