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Laura I. Sánchez
Valencia
Jueves, 24 de agosto 2017
Uno de los principales atractivos de nuestra provincia es el Parque Natural de l'Albufera. Este particular fenómeno orográfico consiste en una laguna de agua salada separada del mar por un cordón de tierra arenosa. A solo media hora en coche desde Valencia, l'Albufera ofrece lugares donde aparcar para dejar el coche y pasar una velada diferente.
Además de sentarse en el muelle para ver el atardecer, la Albufera propone muchas rutas en las que descubrir la belleza de la fauna y flora del lugar. Por ello, el Ayuntamiento de Valencia ha retomado las visitas guiadas a través del paraje, con seis itinerarios distintos por toda la zona. Además, la Generalitat Valenciana, a través de la plataforma de Parcs Naturals de la Comunitat, también ha ideado tres rutas para realizar andando o en bicicleta.
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La Gola de El Pujol es uno de los tres canales que comunican la Albufera con el mar. Frente a una gran montaña arenosa de 9'5 metros de alto se extiende este gran canal que conecta directamente con el Mediterráneo. El mirador hace posible ver el mar y l'Albufera simplemente girando la cabeza y nos permite darnos cuenta de que la Devesa es una estrecha franja de arena.
Este trayecto recorre los atractivos clásicos del terreno como las zonas de pesca de angulas, actividad tradicional de los pueblos de alrededor, las aves marinas que poblan la Devesa y, por supuesto, el estanque de la Albufera.
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L'Albufera es un escaparate de las especies más variadas de la vegetación mediterránea. Sus condiciones climáticas crean un complejo natural muy interesante, del que muchos valencianos no somos conscientes. Esta ruta propone un camino verde en el que vislumbrar vegetación tan variada como romero, palmito, brezo o pino carrasco.
Este itinerario es ideal para realizar en familia, por su corto recorrido y porque además de admirar el paisaje, permitirá conocer y aprender la vegetación de la zona.
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Este itinerario discurre por el Camí Vell de la Devesa, que unía la ciudad de Valencia con el Perellonet. Se trata del trayecto de mayor distancia, ya que transcurre a través de la Devesa que separa el mar de la Albufera. Este camino permite también descubrir la diversidad de especies vegetales del clima mediterráneo como el olivo, los juncales o las plantas alóctonas. Además, se podrá caminar por las dunas de interior, montañas arenosas sobre las cuales se ha formado un ecosistema en la maquia litoral que constituye la comunidad más evolucionada de la Devesa.
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El cantar de los pájaros, los aromas de las flores silvestres de la zona y el rugoso tacto de los árboles son algunas de las paradas de esta ruta para experimentar l'Albufera de una forma única. Solemos primar la vista sobre el resto de sentidos a la hora de hacer turismo, sin pararnos a prestar atención a los detalles que solo se pueden alcanzar a través de los otros sentidos.
Con este itinerario podrás descubrir los secretos de la zona natural más emblemática de la provincia con los cinco sentidos.
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Ir a la Albufera es, además de una inmersión en la naturaleza, diversión. Y es que, el estar al lado del mar casi obliga a darse un baño para refrescarse. Esta ruta cautivará a los más pequeños que podrán jugar a exploradores buscando las plantas de las dunas y los escarabajos peloteros que se esconden en la arena. Después de toda una mañana bajo el sol en la playa del Saler, conviene ir a alguno de los múltiples restaurantes de la zona a degustar los productos de la zona comiendo una buena paella.
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Aquellos que hayan disfrutado del itinerario histórico de la Gola de Pujol, apreciarán también este recorrido por la zona tradicional del Saler. Un paseo por el pueblo de pescadores descubriendo las tradicionales barracas y el «pi verot», una especie de pino de escasa representación en la Devesa.
Como curiosidad, se cree que el nombre de «El Saler» hace referencia a un conjunto de barracas situadas donde actualmente está el pueblo y en las que se almacenaba la sal que procedía de las antiguas salinas localizadas cerca de la zona conocida hoy, como «Racó de l’Olla».
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La Reserva Integral de avifauna del Racó de l'Olla constituye un lugar con un elevado interés botánico y faunístico, por su ubicación entre la Devesa y l'Albufera. En época invernal con unos buenos prismáticos se pueden vislumbrar la gran cantidad de aves acuáticas de la reserva desde los múltiples observatorios de madera.
Además en el centro de la ruta se encuentra el Centro de Interpretación Racó de l'Olla en el que se puede visitar la exposición permanente sobre la Reserva y el Parc Natural de l'Albufera. También ahí, se puede contemplar el paisaje desde lo alto de la Torre-Mirador.
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La zona del palmar está dominado por campos de arroz, acequias, casas de aperos, masías, además de numerosas especies de aves. Este trayecto es ideal para hacer en bicicleta, debido a su larga distancia, para poder admirar el paraje de gran valor cultural, natural y paisajístico donde el agua crea un valioso ecosistema.
Una de las paradas, el Marjal, es ahora una zona inundada en la que se encuentran algunas de las muchas plantaciones de arroz, pero no siempre fue así. En el siglo II d.C, formaba parte de la Albufera, ya que esta era 10 veces más grande que en la actualidad.
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Desde el puerto de Catarroja; lugar de atraque, construcción y reparación de los albuferencs -típicas embarcaciones que se usan en la laguna-, comienza un camino, recomendable para hacer en bicicleta, que lleva hasta el conocido Tancat de la Pipa. Ahí, se celebran, a finales de junio, exhibiciones de vela latina y la procesión de Sant Pere en barca.
Tras un trayecto de 3'7 kilómetros atravesando los arrozales del Barranco del Poyo es fácil observar algunas aves de la zona como carriceros, aguilucho lagunero, gaviotas, cormorán grande, garzas, somormujos e incluso se puede llegar a escuchar cantar al calamón o al Zampullín chico.
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Este cordón dunar ofrece una diversidad de hábitats muy interesante. Las dunas litorales son una de las formaciones naturales que mejor representan el dinamismo y la fragilidad del medio costero. Siendo una de la pocas zonas en las que no se ha edificado en los años previos a la ley de costas, constituye un lugar ideal para dejar el coche cerca de la playa y pasear con calma entre las dunas y huertas.
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