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TAMARA VILLENA
Valencia
Jueves, 17 de agosto 2017, 19:50
El Palacio del Marqués de Dos Aguas es el símbolo de la Valencia más barroca, con los frescos de Rovira y sus ornamentos rococós decorando la arquitectura del edificio. Situado en pleno centro de la ciudad, en la calle Poeta Querol (número 2), el conjunto es la antigua casa de los Rabassa de Perellós y fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1941.
Aparte de su impresionante fachada y sus aportaciones arquitectónicas, el palacio es la sede del Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias 'González Martí' en Valencia, por lo que supone una oferta cultural completa para todo tipo de público.
Si quieres descubrir este espectacular edificio valenciano, este verano puedes aprovechar los fines de semana para realizar tu visita, ya que la entrada es gratuita los sábados a partir de las 16.00 horas y los domingos por la mañana.
Fue la familia Rabassa de Perellós quien se encargó de la construcción del antiguo edificio del Palacio, después de que Giner Rabassa de Perellós y Montagut adquiriese en 1496 el señorío de Dos Aguas e iniciara así dicha baronía. La apariencia del palacio fue experimentando cambios a lo largo de los siglos, hasta que el gótico dio paso a la gran reforma del siglo XVIII: Hacia 1740, el tercer Marqués de Dos Aguas decidió renovar su casa como muestra de poder y linaje, llenándola de abundante y ostentosa decoración acorde a las tendencias de la época como los adornos barrocos de alabastro de la fachada principal.
Su portada es una alegoría de los ríos Túria y Júcar que hace alusión al marqueado y a la Virgen del Rosario, con una hornacina realizada por Vergara y que podía introducirse en el palacio cuando los marqueses no estaban por un antiguo balcón corredizo, ahora desaparecido.
La otra reforma de gran envergadura tuvo lugar en el siglo XIX, de un claro eclecticismo que combina el rococó, neo-imperio y motivos chinescos. Las ventanas góticas del patio interior de sustituyeron por balcones con relieves de figuras alegóricas del arte de la arquitectura y escultura, la agricultura y el comerico. Se decoró cada ámbito con estilos variados y se adquirió mobiliario de época que decora el palacio en la actualidad.
El centro es resultado de la pasión por el coleccionismo de cerámica de su fundador, Manuel González Martí, un dibujante e historiador valenciano que también dirigió el Museo de Bellas Artes de la ciudad. El museo está dividido en tres plantas donde encontramos una extensa y variada representación de alfarería española -especialmente valenciana- y también extranjera, con colecciones de artes decorativas. Cada una de sus plantas expone diferentes objetos y el recorrido por ellas es todo un viaje al pasado:
La planta baja recoge las carrozas y 'coches' de mano que se empleaban para los paseos de los marqueses: la carroza de las Ninfas , la del Marqués de Llanera y una silla de manos del siglo XVIII. También cuenta con la espectacular entrada al palacio y el patio de acceso o de la fuente, con sus relieves construidos por José Nicoli.
La escalera principal, con su icónica cúpula, da paso a la primera planta, donde se ubican varias de las estancias del palacio y se puede apreciar el modo de vida de los dueños en la Sala de Porcelana, la Sala Oriental y la Sala de la Virgen. Una de las salas más llamativas por su ornamentación especialmente lujosa es la Sala de Baile, donde los músicos tocaban escondidos y en directo para los invitados. Esta estancia te sumergirá especialmente en otra época, con sus muebles, tapices, espejos y aportaciones de artistas como cuadros de Pascual Capuz y Ricardo Verde o esculturas de artistas como Benlliure.
En esta planta también encontramos el oratorio, el comedor, la dependencia para juegos o 'fumoir' y el salón chino, que refleja la tendencia de los siglos XVIII y XIX por los ambientes orientales para los salones de té.
En la planta superiorse expone la colección cerámica, de la que destacan piezas medievales valencianas de localidades como Manises o Paterna, así como azulejos de 'socarrats'. El conjunto cuenta también con una donación de cerámica oriental y con el lote que Picasso dedicó al museo en 1954. La cocina está también en este piso, repleta de los utensilios de la época y, por supuesto, cerámica.
Los sábados por la tarde, a partir de las 16.00 horas, y los domingos de 10.00 horas a 14.00 horas, la entrada al edificio es gratuita. El resto de días, de martes a sábado de 10.00 horas a 14.00 horas, la entrada general cuesta 3 euros. Para los más curiosos, es recomendable también realizar la visita guiada que ofrece el museo, para conocer con mayor exactitud todos los detalles históricos y artísticos del Palacio.
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