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BURGUERA /J. C. F.
Domingo, 3 de mayo 2015, 00:59
Durante las últimas dos semanas, el talante de Vicente Betoret ha cambiado. Tradicionalmente señalado como una especie de 'brazo armado' de Rus, el aún presidente de la Diputación de Valencia porfió ante Fabra para que a Betoret se le mantuviese en un puesto destacado de la lista autonómica con el fin de que continuase de diputado en Les Corts. Finalmente, en la lista aparece en el puesto número 10. El alcalde de Villamarxant es, desde ahora, el máximo responsable del partido en la provincia.
Betoret era, hasta la decisión de ayer de suspender a Rus, el secretario general del PP en Valencia. La defenestración del alcalde se Xàtiva obliga a que corra el escalafón. «Si al final pasa algo, yo tengo la responsabilidad de que el partido continúe adelante en la provincia», señaló recientemente a una persona de su confianza cuando se le interrogó por el perfil bajo que ha adoptado desde que se hiciese público el escándalo de Imelsa.
Betoret, licenciado en Derecho, donde precisamente en los primeros cursos coincidió con Marcos Benavent (el exgerente de Imelsa no terminó la carrera), se ha significado en el PP como un hombre afín a Rus, pero sobre todo es un político fiel a su partido, en el que milita desde los 18 años, cumplidos en 1990. Nueve años más tarde accedió a la alcaldía de Villamarxant, donde ha continuado al frente del municipio con holgadas mayorías. Al nuevo máximo responsable provincial de los populares le queda una complicada papeleta. Durante toda la legislatura se ha mantenido una guerra interna de alta intensidad, aunque se haya intentado mantener soterrada, entre los alineados con Rus y aquellos populares afines a Serafín Castellano, actualmente delegado del Gobierno, la persona a la que Fabra situó al frente del partido en la Comunitat y le encomendó arrebatar al presidente de la Diputación el control de la provincia. Sin embargo, Castellano no lo logró, tuvo que salir del Consell y del poder orgánico del partido en el momento en que Fabra se encontraba más debilitado. La sustitución de Rus por Betoret no supone, por ahora, un cambio de la situación en la provincia a nivel interno. El tiempo dirá si el alcalde de Villamarxant puede aguantar los próximo movimientos internos. El adiós de Rus le permite a Fabra optar al control de la provincia. Rus tenía un enorme carisma personal que generaba una cohesión contra el presidente del la Generalitat que ahora se difumina. Si Fabra lograse alinear a la provincia a su favor, las hostilidades postelectorales quedarán muy matizadas. Un mal resultado el 24-M hubiese generado un malestar que Rus hubiese verbalizado a buen seguro. Fabra, por tanto, gana en tranquilidad. Betoret, además, podría aspirar consolidar la presidencia que ahora hereda, para lo cual es necesario el apoyo de Fabra, quien tampoco estará dispuesto a reeditar la confrontación que ha sufrido hasta hasta ahora.
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