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La dirección del PP zanja una renovación territorial a su medida

Los congresos regionales despiden a la vieja guardia y alumbran un nuevo plantel de barones con el que afrontar los comicios de 2019

NURIA VEGA

Sábado, 1 de abril 2017, 23:54

Este es el PP con el que Mariano Rajoy aspira a reconquistar la unidad del centro derecha y afrontar el primer asalto de las elecciones autonómicas de 2019. Con los últimos congresos en Castilla y León, La Rioja, la Comunidad Valenciana y Melilla, la dirección nacional del partido zanja este fin de semana la situación de interinidad en la que se encontraban muchas de sus maltrechas estructuras territoriales desde el severo retroceso sufrido en los comicios de 2015. Y aun a falta de emprender el mismo proceso en el escalafón provincial, la cúpula se dota de un nuevo plantel de barones con el reto de recuperar los seis ejecutivos regionales que se perdieron hace dos años.

Fue la arenga con la que María Dolores de Cospedal, reelegida secretaria general del PP, clausuró el pasado 12 de febrero el congreso nacional de los populares. «No podemos conformarnos con mantener posiciones -advirtió-, salimos a ganar y a devolver a la gente de este país los gobiernos sensatos que necesitan».

Para la consecución de ese reto, la formación conservadora ha procedido a renovar el liderazgo en doce de las diecinueve plazas -si se incluye Galicia, donde antes de los comicios del 25 de septiembre de 2016 Alberto Núñez Feijóo revalidó en el cargo. Esta cifra supone que nuevos dirigentes territoriales han tomado las riendas en el 63% de las organizaciones del PP. Allí donde los populares tuvieron que ceder el poder, sólo Cospedal, en Castilla-La Mancha, y José Antonio Monago, en Extremadura, permanecen al frente del partido. En la Comunidad Valenciana, Aragón, Cantabria y Baleares, serán otros los que trabajen por alcanzar los gobiernos de los que sus antecesores fueron descabalgados.

Así, Isabel Bonig, que recibió el encargo de administrar el PP valenciano tras la dimisión de Alberto Fabra en 2015, será hoy proclamada presidenta en su congreso regional. Del mismo modo, Luis María Beamonte ha heredado la formación aragonesa de la veterana Luisa Fernanda Rudi, Biel Company se ha impuesto en las Islas Baleares a José Ramón Bauzá y María José Sáenz de Buruaga ha logrado vencer, aun por cuatro votos, a Ignacio Diego en Cantabria.

Los dos últimos casos presentan la peculiaridad de que tanto Company como Sáenz de Buruaga se han visto en la tesitura de tener que batallar por el liderazgo con los dos expresidentes, Bauzá y Diego, que perdieron el gobierno hace dos años en sus comunidades. El derecho de veteranía, en esta ocasión, más que sumar, restaba. En la sede central de Génova, siempre con el horizonte de los comicios, se buscaban perfiles capaces de airear el partido, aglutinar de nuevo al electorado en torno las siglas del PP y, casi tan importante como lo demás, pactar con el resto de fuerzas políticas para volver a encabezar las instituciones.

Esa misma filosofía ha hecho que los populares procedan de diferente manera según los territorios. En algunas organizaciones, como Andalucía, Extremadura, Asturias o Castilla-La Mancha, se ha apostado por la continuidad. O bien por las expectativas de crecimiento electoral o por conceder una nueva oportunidad para que sus líderes terminen de asentarse. En otras, como Madrid, Canarias o Cantabria, el cambio persigue rejuvenecer las filas y consolidar presidentes con rasgos tendentes al centro y al diálogo. Mientras, en el País Vasco, Cataluña y Valencia, Alfonso Alonso, Xavier García Albiol y Bonig asumen la responsabilidad de rearmar sus proyectos. Y en regiones como Murcia, Castilla y León, Aragón o La Rioja, la actualización lleva aparejada la despedida de la vieja guardia del PP.

Ramón Luis Valcárcel, Juan Vicente Herrera, Luis Fernanda Rudi y Pedro Sanz dejan paso a una nueva oleada de barones. Es lo que, citando al eurodiputado Esteban González Pons, podría definirse como la retirada de «la generación del 'Cuéntame'».

Se impone la doble vuelta

En los despachos de la sede central de Génova están satisfechos con el resultado de un proceso complejo en el que, por primera vez, se ponía en marcha el sistema de doble vuelta ideado por el coordinador general, Fernando Martínez-Maillo, para la designación de presidentes.

Se trata de una fórmula híbrida que combina el voto directo y la democracia representativa. Es decir, permite a los afiliados pronunciarse sobre su futuro líder en una primera fase, pero concede la última palabra a los delegados o compromisarios que participan en los congresos.

El mecanismo, orientado a frenar el debate sobre primarias, se aplicará ahora en las citas provinciales. Y, de hecho, este será el modelo futuro del Partido Popular frente a los cónclaves asamblearios que la dirección nacional ha permitido en la Comunidad Valenciana, Madrid, Baleares y La Rioja. Pese a que los estatutos recogen la posibilidad de autorizar congresos en los que se iguale el número de compromisarios al de militantes, la intención de Martínez-Maillo es que este formato sea «excepcional».

Fuentes de la cúpula defienden las bondades de la doble vuelta, que ha permitido que surjan candidatos alternativos, pero que, salvo en batallas muy ajustadas como la de Cantabria, ha facilitado poner fin a los conflictos en la primera votación y garantizar, por lo tanto, la paz interna en los congresos.

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