![Ábalos, en el Ateneo.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201806/05/media/cortadas/abalos-perfil-kUfE-U502131258712cgG-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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José Luis Ábalos, el nuevo ministro de Fomento, se ha convertido en la mano derecha de Pedro Sánchez. El que fuera secretario general del PSPV de la provincia de Valencia se convirtió hace un año de un plumazo en la máxima referencia orgánica del PSPV. Ábalos asumió las veces de portavoz del grupo socialista para defender el jueves la propuesta de moción de censura a Rajoy. Para justificar aquella decisión -que de facto desplazaba a la portavoz socialista Margarita Robles, e incluso a la portavoz adjunta y vicesecretaria general, Adriana Lastra- Ferraz vino a recordar aquel tándem formado en su día por Felipe González y Alfonso Guerra. Una especie de dos por uno que, en los años ochenta, permitió situar al número dos socialista no sólo como la persona de máxima confianza de González en aquella época (después llegó la ruptura entre ambos), sino visibilizar además que su poder, en el Gobierno y en el partido, como nexo que unía además el Ejecutivo y la organización, era el más destacado por detrás del de González.
Ábalos (Torrent, 1959) es un dirigente curtido en mil batallas, que arrancó su carrera política en las Juventudes Comunistas, ingresó en el PSPV de la ciudad de Valencia en 1981 y se hizo con las riendas del partido en 1995, cuando su 'minoría mayoritaria' -aquel movimiento que ya compartía con Rafa Rubio y Pepe Camarasa- logró desbancar a Eduardo Montesinos de la secretaría general.
Alcanzar el líderazgo de Valencia ciudad y jugar papeles clave en casi todos los movimientos orgánicos que se han producido desde entonces en el socialismo de la Comunitat le granjeraron cierta fama de 'aparatero', ese término con el que se alude a aquellos dirigentes cuya acción política se vuelca más en la propia organización que en el discurso público. Entre sus detractores, todas esas familias del socialismo valenciano que han tratado en más de una ocasión de laminarle, con el lermismo en una posición destacada. Ábalos optó al liderazgo del partido en aquel congreso celebrado en 2000 en Alicante en el que salió derrotado por nueve votos ante Ignasi Pla. En aquella cita, el respaldo del entonces secretario federal de Organización, Ciprià Ciscar, le costó terminar perdiendo el pulso. Ocho años después volvió a intentarlo pero retiró su candidatura ante Jorge Alarte. En 2012 accedió a la dirección provincial de Valencia, que todavía ocupa.
Pero Ábalos no es sólo uno de esos dirigentes políticos que se mueve mejor en los congresos internos que en las instituciones públicas. En el Ayuntamiento de Valencia, primero, y en la Diputación provincial, después, ya dejó entrever algunas de esas cualidades que destacan los que mejor le conocen: tiene fondo de armario y una apreciable capacidad para enhebrar discurso político incluso cuando dispone de pocos mimbres. Con esas condiciones, Ábalos mantuvo debates más que destacados en el consistorio y en la institución provincial -donde asumió la portavocía de Hacienda-.
Consultor de Cooperación Internacional, hijo de un artesano de muñecas al que la Guerra Civil cortó una prometedora carrera en el mundo del toreo, el que fuera líder de los socialistas de la provincia de Valencia ha asumido un creciente protagonismo en el Congreso de los Diputados, revelando un perfil de parlamentario que hasta ahora había permanecido eclipsado por labores orgánicas. Poder asumir cualquiera de esas dos responsabilidades -la de portavoz (nombrado esta semana) o la de secretario de Organización -quizá en el congreso federal- le convierte de facto en el número dos del PSOE. Y de paso, en la principal referencia de los socialistas valencianos en Madrid.
Hace apenas unos meses, con la caída de Sánchez y ante la votación de la investidura de Mariano Rajoy, Ábalos tenía ante sí el dilema de forzar su 'no' a Mariano Rajoy y arriesgarse a una medida disciplinaria por parte de Blanquerías -consciente de que el aparato instalado en la cuarta planta de la sede no desaprovecharía la oportunidad de descabezar a la provincial de Valencia-. Al ofrecerse primero para que no tuviera que abstenerse todo el grupo en la investidura del candidato del PP, el dirigente valenciano movió una ficha que dejó a la ejecutiva nacional sin margen de maniobra.
Desde la dirección provincial y con el apoyo de las plataformas, se implicó en primera persona en un pulso por convencer primero a Sánchez para que volviera a presentarse, y por ganar las primarias después. En ambos casos logró el éxito. Ahora, además, es la nueva referencia del PSOE.
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