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ÓSCAR DE LA DUEÑA
Jueves, 24 de noviembre 2016, 00:49
Un intenso trabajo de excavación y documentación ha permitido hallar en el monasterio de Sant Jeroni de Cotalba hasta doce cuerpos de la familia de uno de los escritores más importantes de la literatura valenciana: Ausiàs March. Entre los restos que se han encontrado destacan, entre otros, los de las dos esposas del autor, Isabel Martorell y Joana Escorna, y el del padre del poeta, el también escritor Pere March.
Estos hallazgos corroboran lo que muchos escritos y documentos medievales sostienen, que parte de la estirpe de Beniarjó descansa en una de las criptas de la iglesia del cenobio. La edificación es una de las más antiguas de la Comunitat Valenciana y que en mejor estado de conservación se encuentra. Los trabajos de investigación se han desarrollado entre 2015 y 2016.
El equipo de expertos ha estado encabezado por el arquitecto y profesor de la Universitat Politècnica de València (UPV) José Manuel Barrera Puigdollers. El investigador formó un equipo en el que también están el médico forense y patólogo Marcos Miquel Feucht y la arqueóloga Manuela Raga.
Familia del autor
Los expertos tenían conocimiento de que, al menos, las esposas de March y su padre fueron soterrados en el siglo XV en el subsuelo de la Iglesia Mayor del monasterio. Entre la documentación que atestiguaba estos hechos destacan los testamentos de Pere y de Ausiàs March, así como otros escritos de los frailes que habitaron el convento de la Orden de los Jerónimos.
El motivo de que estos cuerpos recibieran sepultura en Cotalba no es otro que la estrecha relación de la familia con el cenobio. Pere March fue quien ideó la construcción del monasterio, según las órdenes del Duque de Gandia Alfonso de Aragón y Foix, para dar refugio a los religiosos.
Los monjes venían de Jávea, donde rechazaban seguir por temor a los repetidos ataques de los piratas. Los expertos, tras un periodo de reflexión y de análisis, determinaron que los restos de la familia March podían estar bajo la Capilla del Coro de la iglesia. Los trabajos de mejora de esta estancia, ahora desacralizada, permitieron dar con la cavidad, lo que dio la razón a Barrera y su equipo.
En el subsuelo se halló una cripta con restos humanos que se habían ido superponiendo con el paso del tiempo. El espacio abierto presenta unas dimensiones considerables. Mide dos metros de ancho, por dos de largo y otros casi dos de alto.
En esta cavidad se iban depositando los miembros que fallecían de la familia. «Se introducían las cajas sobre los cadáveres que ya existían y se hacía sitio en el centro, por lo que los restos de los cuerpos se iban quedando a los lados de la cripta», precisaron desde el equipo de investigación.
Una vez abierta la cripta, los expertos han ido comparando los restos hallados con la documentación existente. Uno de los escritos más reveladores para determinar la ubicación de la cavidad ha sido un mapa de capillas elaborado por el pintor Fray Nicolás Borrás, que daba pistas certeras sobre la ubicación de las tumbas.
Símbolos de la estirpe
La arquitectura y los restos encontrados en la cripta y en el entorno también han sido clarificadores. Entres algunas de las piezas se han hallado dos capiteles del siglo XV con motivos de la familia March, además de la aparición de inscripciones con las letras MAR. Pero, sin duda, lo que aclara cualquier tipo de duda es el número de cadáveres. Se han encontrado doce cuerpos, que se corresponden con los datos históricos de la familia March. Por un lado están las dos esposas, Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell, autor de la célebre obra Tirant Lo Blanch, y Joana Escorna.
De la docena de cadáveres uno corresponde a un feto, que se atribuye a la primera mujer del poeta. Isabel murió a los siete meses de contraer matrimonio. Al parecer era una mujer débil que no resistió el embarazo y falleció antes de dar a luz: «El bebé se extraería del cuerpo y recibiría el sacramento del bautizo, como se hacía en la época según el rito cristiano», apuntaron los investigadores.
El cuerpo encontrado junto al feto carece de suelo pélvico, lo que refuerza la idea de que murió sin traer al mundo a su hijo. El resto de cuerpos pertenecen al Pere March y otros miembros de la familia, como Peirona, hermana del poeta.
El análisis de su cadáver revela que, además de sordomuda, como sostienen los escritos, tenía deformaciones físicas, tanto en el cráneo como otros huesos, lo que avala que el cuerpo pertenece a esta miembro de la familia.
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