El seminario tiene el doble de alumnos que hace siete años
El rector de Moncada asegura que las vocaciones afrontan una etapa de «crecimiento» que se mantiene constante
LAURA GARCÉS
Domingo, 12 de octubre 2014, 23:55
¿Es un buen número el de jóvenes que aspiran al sacerdocio en la Iglesia valenciana? El rector del Seminario Mayor de Moncada, el sacerdote Fernando Ramón, prefiere no establecer categorías. No es partidario de hablar de mucho ni poco. Pero ante la evidencia se rinde para dar a conocer que en los últimos años las cifras que acompañan a la formación de futuros sacerdotes han emprendido el camino del «crecimiento».
La línea ascendente comenzó a dibujarse sobre el mapa de la diócesis de Valencia en el curso 2008-2009. Tras tocar fondo con 33 alumnos un año antes, el ejercicio de referencia estrenó la tendencia al alza que, sin grandes variaciones pero de forma sostenida, se ha mantenido hasta ofrecer ahora un resultado algo superior al doble que siete años atrás. Hoy son 71 los seminaristas mayores que se preparan en Moncada, el Seminario del Corpus Christi y el Colegio Santo Tomás para mañana dirigir alguna parroquia.
Fernando Ramón insiste en que «hay ciclos». La actual tendencia debutó tras un marcado descenso. El rector, se muestra prudente, pero afirma que el camino emprendido responde a que «los seminaristas están contentos y atraen a otros». Añade que ha jugado un papel importante que en los últimos tiempos se reactivara el Centro de Orientación Vocacional y se incrementara el interés prestado al ámbito de la preparación de los futuros curas.
El balance constata que desde 2008, curso tras curso, la cifra ha ido en aumento con la excepción del ejercicio 2010-2011 cuando se anotó una baja al pasar de 45 a 44. Pero esa ligera caída se desdibujó y un año después ya eran 51 los aspirantes al sacerdocio. El registro más significativo se reveló entre el 2011-2012 y el siguiente curso al pasar de 51 a 61 seminaristas. En estos momentos ya son una decena más.
Y a cada uno de ellos le acompaña su propia historia. Salieron de sus respectivos y variados lugares de origen y, como expone el seminarista Alberto Martín, su realidad «no es nada especial». Unos llegan con 18 años o pocos años más, otros con los 30 ya cumplidos.
No faltan quienes al comunicar la decisión se encontraron con la sorpresa de su familia o de sus amigos. No pocos ya arrastran en su biografía formación previa. Alberto se bajó en la estación de Moncada con 23 años tras estudiar Empresariales. También Domingo Pacheco llevaba en su maleta el Grado Superior de Desarrollo y Aplicación de Proyectos de Construcción.
Los hay que tenían un trabajo y cambiaron de rumbo. Antonio Pons era empleado de la construcción y «ganaba más de 2.000 euros al mes». Pero no era ese su destino: «Me planteé qué quería realmente para mi vida» y con 30 años recogió los útiles de la obra. Emprendió viaje hacia el sacerdocio al descubrir una llamada «especial» que le alertó y dirigió sus pasos al servicio de quienes «necesitan que se conozca a Dios en una sociedad en la que aflora la secularización». Ahora ya es diácono y, con una abierta sonrisa, adelanta que en junio recibirá la ordenación sacerdotal.
Juan Herrera llegó joven tras pasar por el Seminario Menor. Cuando dio a conocer a su familia que quería ser sacerdote «lo recibieron muy bien, aunque con calma». Estaban contentos, pero al mismo tiempo le aconsejaron madurar la decisión. Lo hizo y llegó el día de cruzar la puerta del seminario de Moncada, donde hoy con 24 años cursa sexto. También del Menor procede Eloy Costa, recién incorporado a Moncada por su «vocación de servicio y la necesidad de dar a conocer a Cristo».
Los futuros sacerdotes son «una muestra de lo que hay en la sociedad desde un planteamiento de fe», aclara Fernando Ramón, quien no deja de reconocer que de vez en cuando los formadores -cuatro en este centro- tienen que afrontar alguna baja. «Sí que hay abandonos, pero para eso está el seminario. Es un tiempo de discernimiento para ver si esta es su llamada».
Las vocaciones son una de las grandes preocupaciones de los católicos. Los resultados en Valencia no son malos, pero nadie lanza las campanas al vuelo. Son tiempos difíciles. Ahora, ante la nueva etapa que inicia la diócesis con la llegada del cardenal Cañizares al arzobispado, en los pasillos de la Iglesia se muestran convencidos de que esta será una de sus apuestas. En la carta de presentación y en su primera homilía el cardenal hizo hincapié en las vocaciones «ante una época en la que la fe está siendo sometida a pruebas extremas».
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