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El arrastrero ruso Oleg Naydenov es alejado del puerto de Las Palmas por un remolcador antes de que se hundiese.
En el fondo del mar

En el fondo del mar

Un centenar de petroleros, barcos mercantes, de pesca, ferrys y cruceros se van a pique cada año. Recuperarlos cuesta tanto dinero que casi todos se quedan bajo el agua

borja olaizola

Martes, 5 de mayo 2015, 21:12

Hace un par de semanas el arrastrero ruso Oleg Naydenov se fue a pique al sur de Gran Canaria después de haber sufrido un incendio. Otro fuego a bordo obligó a desalojar el martes pasado a los 156 ocupantes de un ferry que había partido de Palma con destino a Valencia, y a remolcarlo a un puerto seguro para evitar un derrame de combustible que podría resultar letal para el turismo en vísperas del verano. Los accidentes son parte del peaje a pagar por el incesante tráfico marítimo que soportan las costas españolas. Los veinte centros que Salvamento Marítimo tiene repartidos por nuestro litoral controlaron el año pasado más de 300.000 movimientos de embarcaciones, lo que da una idea del trajín que hay en aguas peninsulares.

En el resto de los mares las cosas son bastante parecidas. El transporte marítimo crece todos los años, sobre todo en países con economías en plena efervescencia: ocho de los diez puertos más transitados del mundo están ya en Asia. Sin embargo, nadie tiene una idea muy clara de cuántas naves surcan los océanos. Hay unos 90.000 barcos mercantes bajo control de la autoridad marítima internacional, pero intentar averiguar la cifra total de embarcaciones es una quimera. Solo en España se contabilizan 220.000 barcos de recreo y otros 13.000 de pesca. Es probable que la flota mundial sume varias decenas de millones de unidades. Teniendo en cuenta esas magnitudes, las cifras de accidentes se antojan incluso modestas: cada año se registran unos cien naufragios. En la estadística, claro está, no se incluyen los siniestros de pequeñas embarcaciones, sino los de petroleros, mercantes, barcos de pesca, ferrys y cruceros.

En el mar hay un continuo trasiego de incidentes que no necesariamente terminan mal. Salvamento Marítimo atendió el año pasado en España a 3.535 embarcaciones y rescató a 14.413 tripulantes.

En los episodios con víctimas o daños materiales de consideración interviene la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), un organismo adscrito al Ministerio de Fomento. En 2013, último año con registros, el Ciaim tuvo noticia de 123 accidentes que se saldaron con 16 personas fallecidas y desaparecidas, y 11 heridos graves. También se perdieron 39 embarcaciones, 36 de ellas de pesca. Aunque el Ministerio de Fomento no especifica el tamaño de las naves siniestradas, el cruce de sus estadísticas con las de las aseguradoras permite concluir que la mayor parte de ellas son de escasas dimensiones.

Galicia, área de siniestros

El término nave perdida suele equivaler a hundida, aunque hay ciertas excepciones, como los incendios o los varamientos en zonas costeras. En el apartado de siniestros, la patronal del seguro constató en 2013 un total de ocho embarcaciones perdidas con un valor superior a los 600.000 euros, que es la forma de determinar si los buques tienen cierto tamaño. De ahí se podría colegir que cada año se producen una decena de naufragios de consideración en nuestras costas, una cifra que el director de Transportes de Seguros Axa, César Munilla, considera ajustada a la realidad.

Salvo que medien razones de seguridad para la navegación o de riesgo de contaminación, casi todas las naves que se hunden se quedan en el lecho marino. «El rescate cuesta más que el valor del barco, sobre todo cuando el pecio está a cierta profundidad», aclara Munilla. Las naves suelen tener una triple cobertura: el llamado seguro de cascos, que cubre el valor de la embarcación, el que protege la mercancía, y una última póliza que se hace cargo de las responsabilidades del armador y que constituye una garantía frente a contingencias como las indemnizaciones por contaminación o el pago de remolcadores.

El área costera que concentra la mayor siniestralidad de España, alrededor de un tercio del total, es Galicia. El dato tiene que ver tanto con las peculiaridades del litoral, muy abrupto y con condiciones de mar muchas veces adversas, como con el hecho de que la mayor parte de los accidentes están protagonizados por embarcaciones pesqueras (Vigo es el mayor puerto de pesca de Europa). En aguas gallegas es por tanto donde mayor volumen de pecios pueden encontrarse. Allí descansan los restos de petroleros que tiñeron de luto a toda la costa -Polycommander, Urquiola o Mar Egeo-, mercantes, pesqueros e incluso un trasatlántico francés a vela, el Don Pedro, que naufragó en 1895 tras encallar junto a Cabo Corrubedo en una tragedia que costó la vida a 89 personas.

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