Cuando España entró en guerra por la oreja de un marinero
Durante nueve años en el siglo XVIII los españoles e ingleses mantuvieron un conflicto por el comercio con América
Juan Sanchis
Martes, 1 de diciembre 2015, 21:05
El año próximo se cumple el 275 aniversario de la muerte de Blas de Lezo, uno de los mejores marinos españoles de la historia, en Cartagena de Indias. Lezo, con apenas 3.500 hombres y seis buques de guerra, defendió la ciudadela contra el ataque de una flota inglesa compuesta por más de 180 navíos y 35.000 militares. Este hito fue el principal hito del conflicto que mantuvieron España y Gran Bretaña entre 1739 y 1748 y que más tarde se vio enmarcado en la Guerra de Sucesión Austriaca que enfrentó a las principales potencias europeas a mediados del siglo XVIII (1740-1748).
El enfrentamiento es conocido por la historiografía inglesa como la 'Guerra de la Oreja de Jenkins' mientras que entre los estudiosos españoles se prefiere denominarla 'Guerra del Asiento'. Aunque el origen del conflicto no pudo ser más banal, los motivos de fondo esconden un enfrentamiento soterrado entre España e Inglaterra durante todo el siglo por la defensa del monopolio español del comercio con América.
La chispa la prendió el apresamiento en 1731 por parte de un guardacostas español de un buque corsario inglés capitaneado por el pirata Robert Jenkins. Siete años más tarde, en el marco de una campaña belicista de la oposición 'tory' al gobierno de los 'wigh' presidido por Walpole, Jenkins declaró en la Cámara de los Comunes que el capitán español Juan León Fandiño le cortó la oreja al tiempo que le decía (según recoge la declaración del marino británico) «Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve».
La comparecencia estuvo acompañada de toda una gran parafernalia belicista, ya que Jenkins apareció con la oreja guardada en un frasco. Las declaraciones del marino español fueron tomadas como una ofensa al rey inglés que desató una oleada de fervor patriótico por lo que Walpole sin muchas ganas declaró la guerra a España el 23 de octubre de 1739.
La guerra concluyó en 1748 con la firma del Tratado de Aquisgrán, aunque prácticamente no hubo enfrentamientos desde 1742 y supuso una de las mayores derrotas de la armada británica en su historia. El acuerdo se limitó a mantener el statu quo anterior y en la práctica permitió que España prolongara su hegemonía atlántica.
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