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ICÍAR OCHOA DE OLANO
Martes, 6 de diciembre 2016, 20:16
La fiebre de algunas ciudades por apellidarse 'smart' (inteligente) y así lucir vanguardistas, y la determinación de otras de asumir la responsabilidad de recortar sus indicadores de polución para frenar el cambio climático, han abierto en los últimos años un inmenso y lucrativo nicho de mercado a las empresas tecnológicas. Estos días, esos fabricantes de 'gadgets' para urbes se han dado cita en Barcelona con el objetivo de dar a conocer sus últimas innovaciones dirigidas a hacer que las ciudades sean más cómodas, eficientes, sostenibles, controlables e, incluso, participativas. A tenor de lo visto en la feria -en realidad, la sexta edición del Smart City Expo World Congress, el mayor organizado hasta la fecha al contar con una representación de 600 ciudades, 412 ponentes y 576 expositores-, estamos a un paso de que, por ejemplo, las calles se limpien solas. De la misma manera que la 'rumba' ha empezado a reemplazar a la mopa en algunas casas, el A1A3 podría hacer bastante más llevadera la jornada laboral a los barrenderos. Se trata de un carro robotizado con sensores de presencia y desnivel que sigue como un perrito al empleado de turno. No sólo eso. Al operario le bastará con presionar un botón para que despliegue un recogedor donde podrá depositar la porquería recogida. El ingenio de Ferrovial y la 'start-up' Urban Clouds está ya en fase de prueba en la capital catalana, la segunda ciudad con más neuronas en la última revisión del ranking mundial, lo que le ha conferido su papel de anfitriona del congreso.
Salir a cenar a un restaurante está a punto también de convertirse en una experiencia novedosa. Y es que las comandas ya no serán asunto de amables camareros de carne y hueso, sino de 'Pepper' (pimienta). Así es como MasterCard ha bautizado a un humanoide al que ha colocado una pantalla digital en el pecho y programado para facilitar todo tipo de información acerca de la carta, registrar pedidos y cobrar a los comensales -con 'dinero plástico', por supuesto- antes de que estos se ocupen de ir a la barra y recoger la comida y la bebida. En algunos países de Asia, 'Pepper' es ya el Pepe de turno en muchos establecimientos hosteleros.
Si a la salida del local nos percatamos de que nuestro móvil se ha quedado sin batería y no podemos llamar a un taxi, no muy lejos de allí, en algún punto de la calle, Telefónica habrá instalado una cabina digital en la que podremos resucitar el celular mientras buscamos en la pantalla un pub cercano donde tomar una copa, la predicción meteorológica o nos hacemos un 'selfie'. El dispositivo se encargará de enviárnoslo luego a nuestro email. En Nueva York, esta cabina de última generación se encuentra ya integrada en el paisaje urbano. Dentro de nuestras fronteras, los malagueños han sido los primeros en probarla.
A nuestra llegada a casa, bien entrada la noche, el girasol fotovoltaico que calentará e iluminará de forma limpia las estancias estará plegado y en modo 'durmiendo'. En cuanto detecte las primeras luces del día, extenderá sus 'pétalos' de forma automática para absorber toda la energía solar. Por cierto, que al aparato, diseñado por la empresa austriaca Smartflower, se puede conectar también el coche. Siempre que sea eléctrico, claro. La 'flor' se comercializa ya por 12.000 euros.
Predecir las crisis
La vida también será mucho más fácil para los ayuntamientos, promete el sector. En primicia mundial, Cisco Systems ha presentado una plataforma tecnológica que permite a los técnicos municipales conocer en tiempo real todos los indicadores de una ciudad. El revolucionario panel de mandos es capaz incluso de anticipar situaciones de crisis. Por ejemplo, un colapso en el alcantarillado ante unas imprevistas lluvias torrenciales.
Aparcar, quizá la pesadilla número uno para los habitantes de muchas ciudades, podría dejar de serlo gracias al sistema de localización de plazas libres y de información a los conductores de la zona que ha desarollado Seat. La compañía automovilística prueba ya su aplicación en el barrio Les Corts de la Ciudad Condal.
Frente a esta avalancha de 'gadgets', los ecologistas insisten en que las 'smart cities' no son las que tienen más sensores, sino las que gestionan sus servicios de manera más sencilla, limpia y consumiendo menos. Recuerdan el objetivo marcado por la Unión Europea de recortar en un 20% las emisiones de C02 para 2020 y animan a los ciudadanos a adoptar hábitos que no resulten agresivos para el medio ambiente. Esta vez no es cuestión de ponerse las pilas. Más bien, de todo lo contrario.
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