Cómo el simple hábito de quitarse los zapatos al entrar a casa puede contribuir a una buena salud

Aunque no forma parte de los hábitos más arraigados en España, quitarse los zapatos al entrar en casa podría ser una de las medidas más eficaces —y fáciles de aplicar— para mantener un entorno doméstico más saludable. Así lo advierten numerosos estudios microbiológicos que han analizado el tipo de residuos que se acumulan en las suelas del calzado y su impacto sobre la higiene del hogar.

En países como Japón, Noruega o Canadá, esta práctica está socialmente interiorizada y vinculada tanto a la limpieza como al respeto hacia el espacio doméstico. En cambio, en buena parte del sur de Europa todavía se percibe como una costumbre ajena o innecesaria, a pesar de que los datos científicos apuntan a lo contrario.

Diversas investigaciones realizadas en entornos urbanos han demostrado que los zapatos son un medio de transporte eficaz para bacterias como 'E. coli', 'Staphylococcus aureus' o 'Clostridium difficile', entre otras. Estas se adhieren a las suelas al caminar por la calle, y una vez dentro de casa, pueden depositarse en el suelo, las alfombras o cualquier otra superficie. Su presencia es invisible, pero no por ello inocua.

El problema no se limita a las bacterias. También se han detectado restos de pesticidas, residuos industriales, metales pesados y partículas procedentes del tráfico rodado, especialmente en zonas con alta contaminación ambiental. Estas sustancias se acumulan en el polvo doméstico y pueden representar un riesgo añadido, sobre todo en hogares donde hay niños pequeños o personas con afecciones respiratorias.

Reducir esa exposición es posible mediante un gesto tan simple como dejar los zapatos a la entrada. Para facilitarlo, basta con incorporar una alfombrilla específica y un espacio designado para el calzado. En su lugar, se recomienda utilizar zapatillas de estar por casa o calcetines limpios.

El objetivo no es implantar una norma social importada, sino adoptar una medida higiénica que contribuye a mejorar la calidad del entorno doméstico. En este sentido, los expertos en salud ambiental coinciden en que se trata de una costumbre con impacto positivo a medio y largo plazo.

En definitiva, convertir el acto de descalzarse en una rutina diaria no es solo una cuestión de orden o limpieza: es una estrategia eficaz para limitar la entrada de agentes contaminantes y reforzar la higiene del hogar. Un pequeño hábito que, en términos de salud, puede marcar una diferencia considerable.

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