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Un hombre recorre una videoinstalación de 'Después de la alambrada', ayer, en La Nau. :: EFE/FÖRSTERLING
Culturas

Una exposición desempolva a los artistas del exilio

La Nau rastrea la estética común en 50 españoles que huyeron en 1939

C. VELASCO

Viernes, 26 de febrero 2010, 02:30

Pinceladas desde la lejanía y esculturas desde la distancia. La guerra civil española supuso una fractura en el país que obligó a centenares decreadores a exiliarse. Algunos emprendieron un viaje transoceánico de 20 horas de ruta marítima, como Josep Renau, Enrique Climent, Ramón Gaya o Manuela Ballester, quienes encontraron en el continente americano un lugar donde continuar su creación artística. Otros no abandonaron Europa, como Esteban Francés, Óscar Domínguez o Julián Castedo.

No importa a qué lugar se desplazaran, sino cuáles fueron sus obras alejados de sus raíces. Rastrear la estética del exilio es el objetivo de la exposición 'Después de la alambrada. El arte español en el exilio 1939-1960' que reúne 200 piezas de medio centenar de creadores en La Nau.

La muestra, según el comisario Jaime Brihuega, es un «homenaje emocionado» para que el público «viva en carne propia» el exilio. Así, en algunos autores se contrapone una pieza creada antes del abandono del país y otra durante la lejanía para que el espectador "perciba las diferencias", matizó.

Esta exposición, que ya se ha exhibido en Zaragoza y Valladolid, pretende «desempolvar a los artistas de un momento esencial» en la historia de España, que vivió «unos tiempos oscuros», según el vicerector de Cultura de la Universitat de València, Rafael Gil. En aquellas ciudades recibió el apoyo «entusiasta» de otros insituciones, algo que no sucede en la muestra valenciana porque «no se ha llamado a las instituciones municipales o autonómicas, dado que el proyecto no está marcado por la geografía valenciana».

Hasta el 25 de abril, La Nau rastrea en la estética común de los artistas del exilio, pese a las circunstancias personales y el contexto de cada creador. El comisario explicó que las obras reflejan «el furor expresivo de la guerra, el parón melancólico, la lejanía metafísica o el arte horrendo que busca transmitir la conciencia del desastre».

70 colecciones públicas y privadas, nacionales o extranjeras, han colaborado en la cesión de las piezas de las que algunas «son inéditas en España». La muestra se completa con dos instalaciones audiovisuales simbólicas sobre la guerra y los campos de concentración, que pretenden que el público «se ponga en la piel de aquellos artistas», y un cortometráje de Joan Dolç.

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