Veinte piezas de museo

Una sala diáfana y veinte esculturas solitarias, poderosas, que por ellas mismas ya justifican la construcción de un museo para contemplarlas en todo su esplendor. El Museu de Belles Arts de Castellón acoge desde el pasado 15 de febrero la exposición 'Veinte piezas para un museo', que repasa dos décadas de trayectoria del artista Enric Mestre (Alboraia, 1936).

La muestra es, además de un homenaje al creador, una forma de reivindicar la cerámica como disciplina creativa. La exposición itinerante presenta 20 esculturas, que se completan en una sala complementaria con maquetas de las piezas y bocetos.

No se trata de una exposición retrospectiva, sino de una depurada selección de piezas fruto de una determinada coyuntura y etapa productiva de Mestre. Precisamente aquella en la que su escultura cerámica se decantó por la arquitectura, las construcciones y volúmenes rurales y/o urbanos.

La muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 9 de mayo, está comisariada por Román de la Calle. En el lúcido texto de presentación se afirma que el personal lenguaje plástico de Mestre, unido a sus investigaciones sobre el espacio y sus rigurosos recursos técnicos en torno al comportamiento de los materiales cerámicos quedan plasmados en la depurada simplicidad y poesía de estas admirables piezas cerámicas.

Como no podía ser de otra manera, la exposición se acompaña de un profuso catálogo editado por la Generalitat Valenciana en castellano, valenciano e inglés. Román de la Calle, José Corredor Matheos, Frank Nievergelt y Josep Pérez Camps son los responsables de los textos que ilustran al lector sobre los distintos aspectos de la obra del escultor. El corpus de las ilustraciones no es menos destacable.

Las veinte piezas escogidas abarcan desde 1978 hasta 2007, aunque la mayoría corresponden a la década de los 90. Todas las esculturas ponen de manifiesto «la impronta personal» de un artista coherente, enamorado del material cerámico y un investigador incansable, estudioso de su trabajo. Aparentemente sencillas, la contemplación de sus esculturas abre al espectador sensible un universo de posibilidades y ricos matices.