Borrar
Urgente La CV-35 presenta atascos este miércoles por un accidente
El pintor Juan Genovés, frente a una de sus obras. :: EFE/J. CARDENAS
«Mi actitud como creador es de notario, me gusta levantar acta»
Culturas

«Mi actitud como creador es de notario, me gusta levantar acta»

Su refugio está en El Perelló. Tiene asiento de abonado en Mestalla y no se pierde ningún partido, aunque deba volver después a Madrid. Ha expuesto recientemente en Londres y Nueva York Juan Genovés Pintor

MIKEL LABASTIDA

Lunes, 8 de marzo 2010, 01:45

-Es usted un trabajador infatigable. ¿Nunca se acaban las ideas?

-Sí lo soy, sobre todo mientras el cuerpo aguante. Todos los días empiezo alrededor de las 5 de la mañana. Encontré mi hora. Silencio absoluto, no suenan teléfonos. Encontrar el momento del día para meterse a fondo en la intimidad de la creación es muy importante para el trabajo plástico, que en contra de lo que suele creerse es muy físico. Necesito estar en forma, casi como un deportista. Siempre tengo trabajos pendientes y me falta tiempo para realizarlos.

-Decía Duchamp, al que usted conoció, que desde que los generales ya no mueren a caballo, los pintores no están obligados a morir en el caballete. ¿Lo comparte?

-Cada vida es un mundo. Desde luego yo no moriré al lado de ningún caballete. No tengo caballete, pinto en el suelo. Entre pinturas seguro, espero lo más tarde posible.

-Este autor también aseguraba que no son los pintores «sino los espectadores quienes hacen los cuadros», ¿está de acuerdo?

-Aquí sí que coincido con Duchamp. 'Las Meninas' de Velazquez por la noche en el Museo del Prado, a oscuras, no son nada. Cuando un espectador lo mire será lo que piense sobre él. La pintura es una especie de máquina que sirve para pensar, para imaginar y meditar. Y si además esa pintura la miramos sentados cómodamente, maravilloso. Porque tenemos la mala suerte de tener que mirar la pintura de pie. Es el único arte que se contempla de pie, casi siempre con prisa.

-¿Qué le queda de grupos como Los Siete, Parpalló y Hondo?

-La pintura no solamente es un arte solitario. Lo es desde la época del romanticismo, con anterioridad siempre fue trabajo de taller. Tengo un buen recuerdo de aquel primer grupo de Los Siete en la Valencia de mi juventud.

-¿Es más fácil provocar en tiempos de dictaduras que hoy en día?

-Contrariamente a lo que se puede pensar, no me gusta provocar. Mi actitud es mas bien de 'notario', me gusta 'levantar acta'. Durante la dictadura mi actitud fue la de resistente pero no como pintor sino como persona. Como pintor levanté acta de ciertos momentos.

-¿Observa esa inquietud entre los creadores jóvenes de hoy en día?

-Todo artista de una manera o de otra da fe del momento en que vive. Si se sabe ver, aunque pinte un ramo de flores, puede ser dramático. Lo que pasa es que la pintura se suele interpretar literariamente, porque en la escuela nadie nos enseña a mirar la plástica. Nos enseñan a leer, a escribir, y es difícil salir del mundo de las palabras, como si fuera el único método de reflexión. Encuentro mucha seriedad en el arte joven valenciano al que falta reconocimiento en los centros internacionales importantes.

-Los artistas actuales parecen más adormecidos...

-Los tiempos cambian, las preocupaciones de los artistas actuales no son como los de los años 60 o 70 del pasado siglo. El mundo es diferente. Bajo mi punto de vista hoy los pintores se preocupan más del mercado, de su promoción.

-¿Sigue vigente hoy una obra con mensaje como es 'El abrazo'?

-No sé porque, lo cierto es que tengo la sensación de que ese cuadro ya pertenece a la gente que lo hizo suyo. Es un símbolo de la transición, quizá el único símbolo plástico. Amnistía Internacional lo ha adoptado como su 'Oscar' para sus premios anuales internacionales.

-Creo que el único cuadro que compró Francis Bacon fue uno suyo. ¿Le enorgullece?

-En su época fue para mí una gran alegría y tuve la ocasión de tener amistad con Francis que era una persona tan inteligente como buen pintor. Mi cuadro es propiedad ahora de un familiar suyo por herencia y la galería Marlborough con la que colaboro y trabajo está haciendo gestiones para recuperarlo.

-¿Encuentra puntos de unión entre sus formas y las de Bacon a la hora de enfrentarse al arte?

-No sé que decirle. A veces quizá encuentro algo, otras no, creo que el arte es subjetivo, intento no crearme ideas fijas, conceptos inamovibles, porque no los contiene.

-Bacon y usted tenían en común su ateísmo. ¿Su taller también está lleno de retratos de Papas?

-No soy creyente. Pero los Papas que pintó Bacon no es necesario que se miren exactamente como Papas. Son pinturas tan interesantes que no tienen fin. Esos huecos de sus bocas que no son bocas, que son gritos, gritos sin sonido, movimiento quieto. Yo pinto gente que corre, que está y estará eternamente quieta. Me seduce el eterno movimiento quieto, la música que no se oye. El silencio de la pintura.

-Rothko aseguraba que el artista debe disponer de tiempo libre, para no hacer nada, sentarse y dejar que las ideas sobrevengan. ¿Se toma usted ese tiempo?

-La creación se parece a la caza. Estoy siempre detrás de algo que pueda sorprenderme. Lo busco y también me lo encuentro. Cuando aparece procuro que no se me escape.

-¿Se considera un artista comprometido políticamente?

-Políticamente me siento comprometido, como persona, mi obra podría ser un reflejo. Pero intento con todas mis fuerzas que mi pintura sea pintura. Nunca pinté un panfleto, no puedo. no sé.

-¿Suele venir a Valencia?

-Mi viaje a Valencia es perpetuo, de toda mi vida. Ahora es mas fácil que antes. En mi mente mi casa/estudio de Aravaca en Madrid está unida a mi minúsculo apartamento/laboratorio de ideas de ElPerelló en Valencia. Es un apartamento faro, se trata de una de esas horribles fincas de doce pisos en primera fila de mar, antiecológicas y feas a más no poder, de las cuales me avergüenzo. Pero me olvido al entrar allá arriba encarando a todo el mar inmenso. Muchas de mis ideas nacen de allí. Entre El Perelló y palmeras pintadas en Madrid, como hacía Sorolla, pero él mentía, hacía creer que pintaba en la playa, pero no.

-Explíqueme eso.

-La playa de la Malvarrosa, que conozco muy bien, tiene una arena finísima y un viento ligero constante. No se puede pintar un cuadro al óleo de dos metros, se llenaría de arena pegada. Pero esto es otra historia. Mi unión con Valencia se materializa también con el campo de Mestalla, donde tengo mi asiento de abonado y voy casi todos los partidos a ver al Valencia.

-¿Cuándo expondrá de nuevo en la Comunidad?

-Por ahora lo veo difícil. No tengo obra, expuse en el espacio de un año en Nueva York y en Londres, dos grandes exposiciones y todo se quedó allí. Pero tengo ganas.

-Usted vivió en el distrito marítimo, ¿qué opina de la ampliación de Blasco Ibáñez?

-Sólo de pensarlo me trastorno. Solo por motivos de especulación se va a destruir una joya del tiempo. Para mí representa la desaparición de los recuerdos de mi infancia.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias «Mi actitud como creador es de notario, me gusta levantar acta»