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JOSÉ F. BALLESTER-OLMOS Y ANGUÍS
Miércoles, 10 de marzo 2010, 02:06
Las Fallas son una genuina manifestación de la naturaleza del ser valenciano. Valencia, plena de extroversión, generosa en sus manifestaciones, pletórica en sus cromatismos y sonoridades, y pródiga en aromas, sabores y luminosidad, estalla en los albores de cada primavera haciendo llegar a sus ciudadanos y a quienes la visitan el tremendo fulgor de las formas, volúmenes, colores y gozos que dan forma y latido a las fiestas falleras.
En esos días el alma de la estructura social de Valencia se transmuta. Sus vértebras pierden una parte de la médula que las interconectan entre sí el resto del año merced a los elementos de ordenación cotidiana que sólo emanan de los ámbitos oficiales, administrativos, gremiales o profesionales. Efectivamente, Valencia cobra en los días que preceden a las Fallas y durante el quinario fallero otra estructura muy distinta que organiza y dispone a la ciudadanía y que es capaz de desregular coordinadamente el horario y los ritmos, con unos tiempos y una cadencia y un compás de vida diferente. Los barrios se organizan en pequeñas o grandes taifas con una jerarquía gozosamente anómala en la que surge la figura, a menudo gigantesca, del presidente de la comisión fallera; donde reina la democracia más participativa y triunfa la soberanía popular en el ámbito social del casal -esa otra célula del tejido sociológico valenciano-, y donde emerge con todo su poder y señorío, el secular matriarcado mediterráneo encarnado en la fallera mayor.
El prólogo de la eclosión primaveral valenciana y el tiempo fallero son capaces de unir en un sublime unísono el alma y el más íntimo y vernacular pálpito de la ciudadanía valenciana con la excelsa condición castrense, que une al sumo pragmatismo de la lucha la entrega, el servicio hasta el fin, la generosidad suma y el sacrificio máximo. En efecto, sepa el amable y erudito lector que esa trabazón entre el Ejército español y el hombre y la mujer de bien que unen a su noble naturaleza o linaje de valencianos la inefable categoría de falleros, se materializa en la ciudad de Valencia en un evento que ha logrado alcanzar la mayor y más alta expresión del vínculo entre milicia y sociedad civil, entre ejército y pueblo, en momentos de gozosa paz, mediante un evento que se conoce comúnmente por 'La Falla Militar' y que constituye un vehículo de primera magnitud merced al cual en plena efervescencia del ambiente ciudadano de los días de Fallas, se logra un entrañable acercamiento del ámbito militar a la ciudadanía valenciana.
Ese acto de homenaje de los Ejércitos al pueblo de Valencia a través de las gentes de las corporaciones y comisiones falleras, nació hace algo más de veinte años en virtud de una iniciativa que germinó en la sede de la Capitanía General de Valencia, impulsada y favorecida por el rico ánimo del teniente general D. Andrés Freire, contando con la inmensa capacidad creadora y de organización del coronel D. Luís-Felipe Guerra.
Inicialmente el acto tuvo un formato matinal, contaba con el patrocinio de la comisión de la Falla de la Plaza del Pilar para la construcción del monumento fallero y el homenaje se encarnaba en la fallera mayor de Valencia, dignidad que recayó aquel año en la inolvidable Covachi Balaguer. Más tarde se incluyó en el protocolo a la fallera mayor infantil de Valencia y se contó con la generosa colaboración de las comisiones falleras de la Plaza de la Merced y de la Avenida Reino de Valencia-Duque de Calabria.
En la actualidad y año tras año, en un atardecer a las puertas de la primavera, cuando el paseo de la Alameda estalla con floraciones, cromatismos, aromas y frondas de verde tierno, el patio de armas del antañón cuartel de San Juan de la Ribera se convierte en el foro y en el ágora donde la milicia de España y el pueblo de la ciudad de Valencia entrelazan afectos, sentimientos y emociones.
Barroquismo mediterráneo, indumentarias coloristas, gallardas y masculinas figuras labradoras junto a bellos rasgos femeninos con los mejores atavíos que vio esta tierra se hacen uno con el arte efímero y refloreciente de los artistas falleros; y toda esa sublime y multicolor melodía se va fundiendo en el plazo de minutos con la exquisitez, la bizarría, el cartesianismo castrense y la micrométrica exactitud de tiempos, ubicaciones y secuencias de la organización militar, adornadas con su secular patente de señorío. Pero, por encima de todos estos aspectos formales y como alma y entraña de ese acto anual de Homenaje de los Ejércitos al Pueblo Valenciano a través de la Fallas, se percibe la extraordinaria simbología que lo enriquece y caracteriza, y el cuidado mensaje que revela a los asistentes el propio encuentro entre milicia y pueblo, el abrazo de lo lúdico y de la autenticidad vernácula valenciana con los hombres y mujeres que con el uniforme de Ejército español y bajo nuestra bandera son garantes de la paz de nuestro pueblo y exportadores de ese inapreciable don a países que lo reclaman.
Vestimentas labradoras y uniformes militares; la más delicada caballerosidad encarnada en la pleitesía de un general ante la fallera mayor de Valencia; la figura esbelta y garrida de un joven oficial de uniforme con su fajín de Estado Mayor acompañando a la fallera mayor infantil de Valencia; fuego, paellas, alegría y vino valenciano precedidos de un silencio cósmico enmarcando los sones de la banda militar y las voces de los soldados -mentes generosas y jóvenes recordando momentos heroicos con otros ecos, idiomas y paisajes- que truenan, suspirando por no quebrarse como lo hacen no pocas de los que asisten al acto, al entonar la entrañable y emocionante letra que nos recuerda que la muerte no es el final.
Mi sana envidia a quienes puedan disfrutar de tan emocionante y sabroso acto que añoraré este año desde el extranjero, pero quede mi gratitud de valenciano y de universitario al teniente general D. Fernando Sánchez-Lafuente y al coronel D. Fernando Redondo por hacer realidad un año más esa extraordinaria y excelsa comunión entre la genuina alma valenciana y el abnegado y cercano espíritu de los Ejércitos de España.
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