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J. A. MARRAHÍ
Domingo, 14 de marzo 2010, 02:07
«Me alegro de que lo hayan cogido. Llevo años esperando justicia y que le caiga la máxima pena posible». Son palabras de la madre de dos de los menores valencianos de los que presuntamente abusó Gabriel J. C., profesor, monitor infantil y fugitivo que a principios de esta semana fue detenido en Guatemala. Ayer aterrizó en el aeropuerto de Barajas acompañado por dos policías de Interpol. Su destino final: la cárcel de Picassent.
Un día de principios de 2007, otros agentes se presentaron en la casa de esta mujer en Valencia. Le enseñaron fotos de una investigación. En las imágenes el chico de confianza de la familia, el que vestía a sus hijos y los llevaba al colegio, Gaby, protagonizaba con ellos unas escenas sexuales grabadas en su propio hogar.
Ahora sólo quiere «olvidar», dejar «que todo quede atrás y no volver a oir más su nombre». Tiene, eso sí, palabras de reconocimiento para el orfanato de Guatemala en el que el presunto pederasta se ocultó como voluntario desde julio de ese año. «Agradezco mucho que hayan posibilitado su arresto y comprendo lo mal que lo están pasando los voluntarios. Sentirán el mismo desengaño y dolor que sentí aquel día», valoró.
La vida de Gaby es un extraño rompecabezas en el que bondad y maldad se entremezclan de una manera imposible de entender para quienes le han conocido. Hijo único de una familia creyente y con madre profesora, recibió una educación cercana a los valores cristianos. Fueron los años de los scouts, las acampadas, los juegos, las charlas al aire libre... Pero entonces llegó la investigación policial, destapó el velo y mostró que Gaby también era 'Darzee', su alias de internet, su 'alter ago' pedófilo.
Pisó la cárcel y salió en libertad provisional, pero no se le retiró el pasaporte. Por culpa de eso escapó a Guatemala antes de ser citado para el juicio. Su escondite fue el orfanato de una ONG que se desvive por ayudar a más de 250 niños que viven en condiciones extremas.
Esta fue su excusa ante los voluntarios, a los que jamás habló de sus problemas con la justicia española. «Decía que quería experiencia con niños desfavorecidos. Argumentó que otros pequeños con los que trabajó en España le preguntaban si conocía a los que pasan hambre, ya que él los nombraba para inculcarles que debían valorar y agradecer las cosas que tenían. Gaby confesaba entonces que nunca los había visto».
Allí «tenía iniciativa y ganas de trabajar». Vivía en una casa para los maestros, impartía clases de Primaria y repartía su tiempo libre entre paseos con su perro y su ordenador. «Se descargaba películas y juegos», aseguran sus amigos.
En ese tiempo nunca volvió a España. «Sólo dejó Guatemala para pasar seis meses en Ecuador trabajando para otra ONG, al menos eso decía». Antes de su arresto comunicó a sus amigos sus planes. «Dijo que iba a volver a Valencia en noviembre para iniciar proyectos de concienciación sobre niños necesitados». Su viaje se ha adelantado. Vuelve como prófugo, dejando una estela de dolor y desengaño.
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