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Jueves, 18 de marzo 2010, 02:26
Enric Solivares tiene la paciencia al límite y los ánimos, por los suelos. Está cansado de ver cómo año tras año sus campos son arrasados por individuos que, lejos de robar fruta para su consumo, son parte de un mercado negro perfectamente organizado. Y no puede hacer nada.
«Ya no sé qué hacer. Al final te sientes inútil porque te matas a trabajar para que en un día todo desaparezca. No puedo estar aquí las 24 horas vigilando ni tampoco pagar a nadie para que lo haga, y estoy harto de que me roben la cosecha todos los años», explica. Enric es uno de los muchos propietarios de pequeñas parcelas resignados. Aunque reconoce que deberían hacerlo todos, no denuncia porque «es una pérdida de tiempo y de más dinero todavía. No les pasa nada, aunque les pilles in fraganti», afirma enfadado.
Tavernes es una de las zonas más visitadas por los ladrones y una de las más entregadas al sector. La prueba es que en dos semanas más de 15 campos han sido saqueados, pero todos han denunciado. «Poco a poco se conciencian», dice Salvador Bononad. Y el problema no son sólo los robos, afirman desde La Unió, sino que se vende fruta del suelo como si fuera fresca», declararon desde La Unió.
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