La comunidad
MIGUEL ARTAZA
Sábado, 20 de marzo 2010, 03:16
El indiscutible auge que experimenta la novela negra está propiciando la contaminación con otros géneros, con resultados muy diversos. Proliferan los libros en los que lo policiaco se mezcla con lo histórico, lo psicológico, la ciencia ficción o, a veces, todo a la vez, hasta el punto de que ya es casi imposible encontrar una novela que se ajuste a las estructuras narrativas básicas del 'noir'. Ese es el caso de 'Black, black, black', la lisérgica novela de Marta Sanz en la que se explotan ciertos aspectos de la violencia doméstica, cotidiana, pero que trasciende casi todos los estereotipos del género.
No faltan elementos de suspense, pero éstos no son, ni de lejos, lo más importante de la narración. La solución al caso, por ejemplo, se encuentra en el diario de una mujer desequilibrada. Y la investigación apenas ocupa unas pocas páginas, porque Sanz prefiere detenerse en el retrato psicológico de unos personajes no inverosímiles sino directamente imposibles.
Los protagonistas son Zarco, un detective homosexual y con tendencias pedófilas, y Paula, su ex mujer que, resentida tras el abandono maltrata a Zarco psicológicamente pero colabora con él en el caso. Luego están los terroríficos vecinos que habitan la disparatada escalera en la que se han producido los crímenes: porteras entrometidas, viejos secuestrados en casa por sus propios hijos, inmigrantes sospechosos, mujeres desquiciadas que se pretenden escritoras, brutales guardas jurados...
Sanz ha declarado que para escribir esta novela se ha basado en su propia comunidad de vecinos. No sabemos qué opinión tenían ellos de la escritora, pero a partir de ahora quizá lo más sensato para ella sería mudarse a otro barrio.
'Escribir en la oscuridad' es un volumen que recoge media docena de textos ensayísticos en los que David Grossman es capaz de hablar como un humanista judío que debe escribir en una «zona de catástrofe» que excede del propio Israel y que limita con un territorio moral y metafísico. Grossman analiza la creación del Estado judío y los devastadores efectos del viejo conflicto en Oriente Medio, la consigna interior y asfixiante de consenso dentro de la sociedad israelí, su propia experiencia literaria marcada por el Holocausto, así como reivindica una literatura vinculada a la realidad política que configura nuestras vidas ineludiblemente.
En uno de sus más conocidos poemas, Jaime Gil de Biedma habla de su ingenuidad juvenil al ver la vida como una obra de teatro en la que «dejaría huella y se iría entre aplausos» cuando «envejecer, morir, es el único argumento de la obra». 'El argumento de la obra' es precisamente el subtítulo de su correspondencia que ahora publica el sello Lumen y que se añade a la poesía, los ensayos y el diario de este autor para brindar al lector un retrato de cuerpo entero pues no se trata de un epistolario descuidado ni doméstico sino dictado por el rigor y por la inspiración que dio lugar a sus mejores versos.
Las huellas erradas' es la obra con la que Eduardo Iriarte ha obtenido el III Premio Logroño de Novela y narra una historia truculenta ambientada en el último cuarto del siglo XIX. Sus protagonistas son Simón y Andrés dos combatientes del bando liberal que deciden desertar en el invierno de 1876 justamente en el instante el que está teniendo lugar la retirada del ejército carlista en dirección a los Pirineos. En la huída los acompaña una niña a la que han salvado de la violencia de un saqueo en un caserío. Pero algo muy extraño ocurrió en esa huida. A su regreso al pueblo un año después, Simón recibirá la insólita versión de que su amigo asesinó a su novia y se suicidó.
Manuel Vázquez Montalbán fue, además de poeta y novelista, un referente del periodismo en España, lo cual le brindó una agilidad y una soltura especiales no sólo en sus artículos sino en su narrativa. La antología que ahora publica la editorial Debate en tres volúmenes deja ver al entrevistador, al autor de reportajes y al columnista lúcido e irónico a la que vez que marcado por ciertos prejuicios estereotipados de la izquierda. Mediante el fútbol, la gastronomía, la vida política de su país o hechos pertenecientes a la sociología cotidiana, Montalbán analizó la realidad con un toque inconfundible en el que nunca faltaba la literatura.
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