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Roberto Calderoli, feliz con su hazaña. :: EFE
La burocracia en llamas
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La burocracia en llamas

El ministro italiano de Simplificación Normativa quema 375.000 leyes inútiles de los últimos 150 años

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

Jueves, 25 de marzo 2010, 03:30

Sólo en Italia, donde a esta hora hay 23 ministros, puede existir un ministro de la Simplificación Normativa, un monumento al oxímoron. Sólo en Italia existe un ministro, ése precisamente, como Roberto Calderoli, magnífico ejemplar de mastuerzo de la Liga Norte, famoso por momentos de alta política como su paseo con un cerdo por un terreno destinado a una mezquita, con el fin de dejarlo impuro. Se esperaban grandes cosas de tan inesperado ministerio con Calderoli dentro, pero se lo había tragado la tierra. No debía de ser tan simple. Se sospecha, de hecho, que le dieron el cargo para hacerlo desaparecer. Ha tardado, pero al final se ha venido arriba. Ayer convocó a la prensa en un cuartel de bomberos de Roma y ante las cámaras, armado con un hacha y un lanzallamas, prendió fuego a un muro de 16 metros de cajas con 375.000 leyes inútiles. Siendo Italia parecen pocas, pero por algo se empieza y el domingo hay elecciones. Ah, viva el reciclaje.

Así se hizo realidad el sueño de millones de italianos, país de burocracia kafkiana. En esas 150 cajas había 28 toneladas y media de reglamentos abstrusos cuya única función ha sido martirizar a generaciones de ciudadanos, lograr con esfuerzo la Justicia más lenta de Europa y, en realidad, dejar total libertad e indisciplina bajo la apariencia de una legislación implacable y exhaustiva. Italia es un modelo admirable de capacidad de abstracción, porque con tal montaña de leyes muchos de sus ciudadanos son capaces de vivir como si no existieran.

Los escépticos apuntan que 145.000 de esas leyes ya habían perdido todo valor normativo, aunque ahí seguían en los librotes de los bufetes porque formalmente estaban en vigor -Italia es también el país con más abogados de Europa, 210.000, y sólo en Roma hay más que en toda Francia-. La ley más vieja era de 1864, sobre 'El franqueo de los cánones enfitéuticos y otras prestaciones debidas a cuerpos morales'. En este florilegio perdido en la hoguera había reales decretos -aunque la monarquía fue abolida en 1946- sobre el jamón cocido conservado en lata y la lucha contra los saltamontes o las mariquitas en el sector cítrico. También había leyes de Mussolini, como la mismísima que instituía los 'Fasci di combatimento', que nadie se había preocupado de derogar. Qué descuidos más raros.

Según el Gobierno de Berlusconi, se ahorrarán 800 millones de euros al año y el número de leyes en vigor queda reducido a 10.000, aunque siguen siendo el doble que en Alemania pero casi las de Francia. Ahora es de desear que Calderoli no se haya confundido y tenga que escarbar en las cenizas por quemar alguna ley que no debía. Ya le pasó en octubre, pues en su primer arrebato se había cargado algunas cositas de nada, la ley que suprimía la pena de muerte, otra que creaba el Tribunal de Cuentas y diversos ayuntamientos. Como cruzado de la Simplificación le tuvo que doler tener que hacer otra ley que las salvaba. Pero ayer no cabía en sí de gozo. La frase que dijo resume, involuntariamente, cómo son las cosas en Italia: «Desde hoy se puede pedir el respeto a la ley porque las leyes pueden ser conocidas de verdad por todos». Así que desde hoy ya no hay excusa. Se espera con ansiedad el amanecer para ver cómo evolucionan los acontecimientos en esta nueva era.

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