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Gordillo, ayer en Valencia, durante su presencia en el Club de Encuentro Manuel Broseta para impartir una conferencia. :: JUANJO MONZÓ
Culturas

Luis Gordillo acepta su obra... 50 años después

El artista del abstracto muestra sus últimas creaciones, con las que se relaciona «como en el amor, sabiendo medir las distancias» El pintor expone su trabajo en la Galería Luis Adelantado con la sensación de «haber hecho cosas importantes»

BURGUERA

Viernes, 26 de marzo 2010, 03:08

Luis Gordillo recorría ayer con paso tranquilo los cuatro pisos de la Galería Luis Adelantado. Un envoltorio gestual suave y algo despistado esconde un talante metódico, apasionado, atento a los detalles y cuidadoso con la instalación de su exposición 'Policéntrico, centrífugo, vulnerable', que ayer se inauguró en Valencia durante la tarde que el artista aprovechó para acudir al Club de Encuentro Manuel Broseta para pronunciar una conferencia titulada 'Luis Gordillo: a vista de pájaro'.

«Se ha puesto de moda poner título a las exposiciones», lamenta el artista, nacido en Sevilla en 1934, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1981 y Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2007, un pintor de referencia en el abstracto español por su capacidad creativa y por la presencia de su obra en los mejores museos de todo el mundo.

Gordillo bromea, emplea a veces frases contundentes, pero mira con la cautela de los tímidos cuando les obligan a hablar de sí mismo. «A mí me entra un mareo al titular, es muy complicado. Quizá no sea demasiado explicable», señala al comentar lo de 'Policéntrico, centrífugo, vulnerable', sin embargo, en cuanto analiza sus cuadros, termina por explicar el porqué del título: «Lo de policéntrico tiene sentido porque mi obra es variada, actúo con la pintura, las serigrafías, el collage, la fotografía, la impresión digital o el ordenador».

La obra de Gordillo se plasma a través de diversas temperaturas, en un juego de contrastes entre la razón y la emoción. El pintor define su proceso creativo como una especie de ducha escocesa, con temperaturas extremas.

«Padres y madres»

«Después de una acción directa, espontánea, llega la disección: de lo caliente al miedo de no controlar lo creado, un proceso de enfriamiento y análisis. En esa segunda fase me distancio, y todo se mezcla, se aprovecha y pasa de lo caliente a lo frío. Quizá sea un modo de explicar lo del centrifugado, de la emoción a la razón. Quizá más que razón es un argumento, una posición defendible, de defensa, y de ahí lo vulnerable, el deseo de taparme por si acaso alguien hurga demasiado», explica el artista a través de un discurso de frases cortas, espaciadas entre sí, mediante las que reconoce que convivir entre la razón y la emoción «es difícil, incómodo. Como no saber quién es tu madre y quién tu padre».

Gordillo, tras casi 50 años pintando, está en pleno proceso de aceptación. «Antes, la verdad, no reconocía mi obra, no le tenía cariño, era muy desagradable. Por mucho que trabajara, se me quedaba distante, muerta. Era una sensación de desapego, como si no fuera mía. No la reconocía, era una sentimiento de frialdad y a la vez de vulnerabilidad», reconoce el pintor, quien señala que ahora «es distinto, sobre todo frente a la obra pasada, que me parece mejor, que he hecho cosas importantes, no sé si porque me lo dicen o porque me voy convenciendo. Veo una evolución que me gusta, un sentido. He empezado a tenerle cariño y mi obra me cae mejor. Quizá tenga que felicitarme. Es como estar casado con alguien a quien no quieres y, de repente, entiendes sus virtudes». No está mal, reconciliarse y ser indulgente consigo mismo una vez se han cumplido los 75 años.

Ese proceso de aceptación interior de la obra lo traslada a las relaciones con el exterior. «Mientras el cuadro está en el estudio, lo toreas, está en un ambiente especial, protegido. A partir de que sale es un ser extraño con el que pierdes el contacto directo. Lo que funciona o lo que no ante el público es un problema profesional y hay que saber vivir con ello. Tienes que aprender a tratar con el cuadro y tragar saliva, por eso hay que saber distanciarse, como en las relaciones humanas, como el amor, saber medir distancias, llevar la relación, porque el paraíso no es eterno», explica Gordillo mientras contempla un cuadro al que hoy quiere y mañana, quizá, quiera menos.

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