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Domingo, 4 de abril 2010, 02:21
El ginecólogo, obstetra y cirujano Fernando Bonilla Musoles, que nació en 1944 en el palacio familiar de los Barones de Campo-Olivar, en Valencia, calcula que entre su padre, su tío y él han ayudado a que nazcan por lo menos 100.00 niños valencianos. «Esto tiene alguna cosa familiar, y cuando en tu vida no ves más que medicina, medicina y medicina, pues te dedicas a la medicina, aunque nosotros somos cuatro hermanos y el único médico soy yo y sólo uno de mis tres hijos continúa mis pasos».
Sus estancias como estudiante, investigador y profesional en Suiza y Alemania le han marcado profundamente. «Mi corazón pertenece en un 50 por ciento a Alemania y en el otro cincuenta por ciento a España. Los alemanes te enseñan a trabajar y los españoles a vivir muy bien. La mezcla de las dos cosas es lo bueno».
Toda la vida ayudando a que la vida nazca, toda la vida dedicada a las técnicas para facilitar más vida. Bonilla se ha convertido en uno de los científicos valencianos y españoles más reconocidos internacionalmente. Pero de sus 35 libros y 530 publicaciones en alemán, inglés, ruso, portugués, árabe y checheno, Bonilla recuerda especialmente que dos de esos libros fueron editados en Cuba, se convirtieron en obligatorios para los estudiantes de Medicina y el Gobierno los repartió gratuitamente. Pero todo ello sin pedir permiso. «Mi editorial, Salvat, quiso reclamar, pero se lo impedí: para mí era un altísimo honor que me estudiasen en Cuba y tener un libro en la Editorial Revolucionaria».
Ha presidido numerosas instituciones y congresos nacionales e internacionales de su especialidad médica, es asesor de la Generalitat Valenciana y del Colegio de Médicos y pertenece al comité científico de veintiuna revistas especializadas, además de dirigir una de ellas. Sin contar las decenas de premios o los doctorados honoris causa por varias universidades. En 1990, participó junto a Antonio Pellicer y José Remohí, en la creación del Instituto Valenciano de Infertilidad.
Otra anécdota: también tiene una calle dedicada en Lima, con una particularidad: en Lima solo puede poner nombre de calle a las personas fallecidas. «Así que en Perú consto como muerto».
No obstante y quizás por los años, ahora ve las cosas de otra forma «En esta vida las publicaciones y los libros a lo mejor sirven para muy poquito; en esta vida hay que hacer las cosas lo mejor que sepas, pero también empezar a vivir lo mejor que se pueda.»
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