Asociaciones universitarias califican de «cobarde» al rector por no vetar el acto

Diversas organizaciones estudiantiles universitarias no salían ayer de su asombro e indignación por la presencia en el campus del que fuera terrorista de Terra Lliure, Carles Sastre. Pero mayor aún era la indignación de los jóvenes hacia el nuevo rector de la Universitat, Esteban Morcillo, por no haber impedido el acto.

«El rector ha tenido una actitud especialmente cobarde no tomando ninguna medida para que no se llevase a cabo la conferencia», aseguró José Luis Estellés, presidente de la Asociación Valenciana de Estudiantes Universitarios (AVEU).

Estellés, no obstante, confesó que son conscientes de que la competencia sobre autorizar o desautorizar en su momento la conferencia recae sobre la decana de la Facultat de Geografia i Història, Elena Grau. Pero la actitud de la decana «no nos ha sorprendido. No es la primera vez que tolera situaciones similares. En la primera sesión de la Asamblea de Representantes de los estudiantes de esta facultad la sala la presidía una foto del etarra De Juana Chaos», indicó José Luis Estellés.

«Queremos manifestar nuestra vergüenza más absoluta por formar parte de una comunidad universitaria que consiente que un individuo como Carlos Sastre sea invitado a un ciclo de conferencias, en las que también participa uno de los ex candidatos a rector, el nacionalista Antoni Furió», declaró José Andrés Hernández, presidente de Generació Universitaria.

Antes y después de la conferencia se dieron algunos episodios tensos. Sobre todo en la salida de Sastre de la sala, donde le esperaban algunos alumnos contrarios a la charla, que fueron increpados de forma aislada por alguno de los organizadores, con frases como «deberíais estar en las cunetas». De hecho, el ex terrorista tuvo que ser escoltado por miembros de la seguridad privada de la Facultad, que también estuvieron presentes en la conferencia para evitar altercados, que finalmente no se produjeron.

Los integrantes de AVEU anunciaron que se están planteando llevar a los tribunales a la Universitat de València y a la decana de la Facultat de Geografía i Historia, Elena Grau, «por permitir que se haga enaltecimiento del terrorismo en la Universitat», declaró Ángel Mínguez, portavoz de la organización estudiantil.

Mínguez afirmó que la decana Grau ha querido demostrar que la Universitat, en lugar de estar con las viudas y huérfanos de los asesinados «por este terrorista, está dispuesta a dar un altavoz a los que lo defienden como un mártir del independentismo, al que no consideran un criminal sino un prisionero político».

«Asqueroso» y «repugnante» son los adjetivos que usó Mínguez para referirse a que «un asesino» imparta una conferencia «avalada por la Universitat, que no ha hecho nada por evitarla». Mínguez aseguró que esperaban que los más altos dirigentes de la Universitat condenasen al Sindicat d'Estudiants del Paísos Catalans (SEPC), organizador de la conferencia, pero tal condena no se produjo. Lo único que sucedió fue una justificación de la charla del fundador de Terra Lliure por parte del gabinete del rector.

La Asociación Valenciana de Estudiantes Universitarios reclama que la Universitat «corte el grifo de la subvención sin medida a los sindicatos más radicales como el SEPC.

El presidente de Generació Universitaria, José Andrés Hernández, manifestó antes de la charla del fundador del grupo terrorista Terra Lliure su «repulsa y contundente rechazo» a la iniciativa del SEPC.

Hernández considera que este tipo de iniciativas estudiantiles «no pueden ampararse bajo la libertad de expresión». Un espacio público como el universitario tendría que ser la máxima expresión de valores «como la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos, los cuales son diametralmente opuestos a una conferencia de un ex terrorista», declaró el presidente de Generació Universitaria.

Este sindicato estudiantil también recordó que se le ha estado negando «durante mucho tiempo» poder realizar «iniciativas poco polémicas en anteriores circunstancias con las excusas más absurdas».