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ANDREA VICENTE andreavicentemira@hotmail.com
Domingo, 2 de mayo 2010, 03:36
Pedro acude todas las mañana a cuidar su huerto. Está prejubilado y ahora se dedica a llevar productos naturales a su casa. Okan y Yolanda comparten parcela de campo y también cuidan sus matas cuando tienen tiempo libre. Las segundas son novatas en lo de plantar, Pedro ya conoce los trucos de una buena agricultura.
Los tres forman parte del proyecto Huertos Urbanos de Altea. La iniciativa partió de la Concejalía de Agricultura, que dirige Carolina Punset, y tiene como fin revalorizar espacios que antes estaban abandonados con suciedad y escombros.
Así, el Ayuntamiento alteano cuenta ya con cerca de 40 huertos, doce de ellos ubicados en diferentes solares privados o municipales y el resto en centros educativos, según explicó a este periódico la edil del área.
Las primeras parcelas en las que se ubican estos pequeños huertos dentro de la ciudad son de particulares que no tienen previsto construir en ellas en un tiempo, aunque ahora el Ayuntamiento ha acondicionado un último huerto en una de titularidad municipal.
Al propietario de un solar se le ofrece la limpieza y acondicionamiento del mismo a cambio de que pueda convertirse en un huerto urbano divido en parcelas para los ciudadanos que opten a ellas. Así «los sitios que generaban problemas y que no tenían prevista una construcción se limpian y se adecentan para que se pueda cultivar», argumentó Punset.
Pero la concejala jamás pensó que la iniciativa tuviera tanto éxito entre los vecinos del municipio. «Actualmente tenemos una lista de espera de más de 100 personas», indicó la edil. Cuando hace más de un año se empezó la iniciativa, 80 vecinos optaron a las parcelas que se adjudicaron por sorteo público.
«La lista aún no se ha agotado», indicó la concejala. Y es que, según se van acondicionando zonas del municipio para instalar estas eras por parte del Ayuntamiento, se van adjudicando por el orden que dejó el sorteo aunque «se ha producido un contagio» y aún hay más demanda. «Los que quieran acceder a una parcela tendrán que hacerlo por instancia al Ayuntamiento y se añadirán a las peticiones ya existentes, por orden», afirmó la edil.
Pedro Sánchez Castillo es uno de los afortunados que ya cuenta con una parcela en uno de los huertos ubicados a las afueras del pueblo. El vecino de Altea ha cambiado el trabajo en una gasolinera por el de agricultor. El propietario tiene cultivados desde tomates o lechugas, hasta patatas, acelgas o habas, y así hasta 16 especies de vegetales diferentes. «Me encantó la iniciativa y es una buena forma de ocupar mi tiempo ahora que no trabajo».
El vecino también asegura que hacer crecer uno mismo los alimentos que luego van a la mesa «es muy gratificante y es una ayuda para casa» además de que «no tienen nada que ver en sabor o calidad con los de la tienda».
Y esto es lo que opina también Okan Hurtado. La joven comparte un huerto con su amiga Yolanda González, la propietaria oficial del mismo. La vecina asegura que la sensación de cultivar sus propios alimentos «es maravillosa y produce mucha satisfacción cuando se recogen».
La alteana indicó a este periódico que «el sabor de estas verduras es totalmente diferente al que estamos acostumbrados o al de los vegetales que venden en las tiendas». La joven aseguró que ambas están aprendiendo de los que tienen más experiencia en la agricultura como puede ser Pedro, pero además «acudimos a cursos especializados, el último de ellos de agricultura ecológica».
Precisamente una de las intenciones de la Concejalía de Agricultura es el intercambio generacional en los huertos. La edil del área explicó que «intentamos que no siempre los jubilados estén entre jubilados, aquí se mezclan con jóvenes y aprenden unos de otros». Punset destacó que cada vez hay más gente joven que «demanda las parcelas para construir sus huertos, están volviendo al campo y quieren aprender».
El Ayuntamiento de Altea no cesa en su empeño de limpiar parcelas dentro del casco urbano donde se pueda cultivar. La última adecentada se encuentra en el centro histórico, en la calle La Sequia lindando con Pont de Moncau, una zona privilegiada que podría denominarse «VIP». Allí se han habilitado tres parcelas ante la demanda insistente de los vecinos de acabar con un solar lleno de escombros y suciedad.
Esta parcela cuenta con un elemento que la diferencia de las demás. Y es que en ella se ha incorporado una caseta para materiales hecha con balas de paja, adobe y cal. «Es una caseta ecológica, en vez de un baúl para las herramientas hemos decidido probar este tipo de almacén», indicó la concejala.
Un especialista de Oliva ha sido el encargado de construirla e incluso existe una «ventana de la verdad», como se denomina a un pequeño cristal que deja ver los materiales de los que está hecho la caseta. Además «en el techo se han puesto semillas para que cuando llueva crezcan plantas y así dejen el tejado verde», apuntó la edil.
Pero si algo preocupa son los robos. A pesar de lo goloso que puede resultar llevarse una verdura natural a casa, Carolina Punset indicó que «sólo han robado una calabaza en el año y medio desde que se implantaron los huertos».
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