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La escritora valenciana posa en su casa durante la entrevista. :: JESÚS SIGNES
«Hay leyendas de mujeres valencianas muy perversas; de envenenadoras que usaban contra sus maridos el gotot, una infusión de baladre»
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«Hay leyendas de mujeres valencianas muy perversas; de envenenadoras que usaban contra sus maridos el gotot, una infusión de baladre»

Fernanda Zabala, escritora, estudiosa de las leyendas valencianas

PEDRO ORTIZ

Domingo, 2 de mayo 2010, 13:04

Fernanda Zabala es una amante de la historia y es una amante de todo lo valenciano. Pero de forma paralela a la historia circulan otros relatos de mitos, de fantasías, de leyendas. Las leyendas valencianas le han ocupado a Zabala dos libros que se agotan en cada una de sus ediciones. Leyendas de cualquier época, desde Edeta hasta el XIX, pero todas todas valencianas.

-¿Y se queda con alguna en especial?

-Hay una de Altea preciosa, preciosa. La muerte visita a una señora, pero ésta, gracias a una ayuda de San Joaquín, consigue mantenerla de forma permanente e inactiva en lo alto de un peral. La consecuencia es que dado que la muerte está presa, nadie de Altea muere, y lo que parece una situación envidiable se convierte en un drama. Al final, todo vuelve a la normalidad, menos la mujer protagonista, que queda condenada a vivir eternamente.

-Lo cual no debe ser especialmente bueno.

-Yo creo que estar condenado a vivir eternamente es malo.

-¿Hablamos de leyendas, de tradiciones o de ambas?

-Yo creo que de leyendas más que tradiciones. Aunque a veces se mezclan. Por ejemplo, las de las historias de los moriscos. De los supuestos tesoros que escondieron en las revueltas de la sierra de Espadán y los valles interiores de Alicante. La leyenda de las encantás, que guardaban esos tesoros. Se suponía que habían abierto un túnel que comunicaba directamente la sierra Gelada de Alicante con África por si volvían algún día.

-Muchas leyendas deben datarse en la época árabe.

-Como la de la fuente de Almanzor, en la sierra de Espadán, fuente que existe todavía. Almanzor tenía una esclava cristiana, que estaba enamorada de él. En un momento, los cristianos consiguen sitiar a Almanzor en la sierra. Es un asedio bestial: los cristianos les cierran el círculo y ellos empiezan a morirse de sed. Un día Almanzor vuelve de la batalla herido y entonces la cristiana le confiesa que sabe de un manantial oculto en una de las montañas de la sierra, donde se pueden abastecer de agua. La fuente aún existe. Solucionado el problema, Almanzor le da la libertad a la esclava y le permite que se vaya con los suyos, con los cristianos. Pero ella le contesta que la libertad es el amor de él y que prefería quedarse con él; se ve que tenía el síndrome de Estocolmo.

-¿Y qué opinaría Bibiana Aido de todo eso?

-Yo qué sé, yo qué sé. Pero también hay leyendas de mujeres valencianas muy perversas. En Valencia hay tradición de mujeres envenenadoras.

-Me suena a que hay mucho de realidad.

-Pero la realidad copia a las leyendas. Las primeras están ambientadas en el barrio judío de Sagunto. Esas mujeres empleaban un veneno, el gotot, para deshacerse de los maridos; el gotot es una especie de tisana, de infusión de baladre. Me encuentro mal. Tómate esta tisanita, cariño. Cada día una dosis y poco a poco se iban debilitando, hasta morir.

-Decía que la historia se ha repetido varias veces en la Valencia del siglo XX.

-Pero con matarratas. A la hija de una de las envenenadas en Valencia la conocí yo.

-Ya ve cómo se mezclan leyendas y realidades.

-Y tanto. Como las del Papa Luna. Del Papa Luna hay unas leyendas preciosas.

-Cuente, cuente.

-Sabido es que en las noches claras de luna llena se ve la sombra del Papa Luna pasear entre las almenas del castillo de Peñíscola. O que fue capaz de construir en una sola noche la escalera que da al mar. Incluso que para defender sus derechos fue a Roma navegando por el mar sobre su manto.

-Creo que el Papa Luna es inagotable.

-Otra dice que cuando salió de Aviñón, ya destituido, iba en barca a refugiarse en Peñíscola y hubo una tormenta tremenda. En un momento, él se enfrentó a la tormenta diciéndole a Dios: «Si yo soy el verdadero Papa, que se pare la tormenta». Y el mar se puso en calma. El Papa Luna decía que su legitimidad era incuestionable porque lo había elegido un cónclave y éste decidía por inspiración del Espíritu Santo. Pero la iglesia hizo el arreglo para que se acabase con el cisma. San Vicente Ferrer lo traicionó. A lo mejor el santo no me es muy simpático por eso.

-También hay leyendas sobre San Vicente.

-Hay una preciosa, que se refiere a su muerte. Él está en Francia con los Duques de Aquitania, se siente enfermo y quiere volver a su tierra a Valencia.

-De la cual, al parecer, había renegado antes. Sacudiéndose el polvo de las zapatillas y. ¿O es leyenda?

-Yo creo que fue realidad.

-Prosiga, prosiga.

-Bueno, el barco regresa a Francia debido a la gravedad de San Vicente y muere en Vannes. Lo amortaja, perfuma y embalsama la propia duquesa de Aquitania. Y cuenta la leyenda que cuando estaban en la catedral en mitad de los funerales por las ventanas del templo empezaron a entrar mariposas blancas de las que solo se dan en la tierra de Valencia, las palometas. Y que esas palometas cubrieron el cuerpo de San Vicente.

-Preciosa.

-San Vicente era un político. Luego el fervor popular le ha atribuido una serie de milagros. Pero fundamentalmente lo veo como un político y un diplomático.

-Creo que se refiere al compromiso de Caspe. ¿Actuó bien en Caspe?

-Pues no sé si lo hizo bien o mal, porque evitó que fuera rey el conde de Urgel. Por cierto, la madre del Conde de Urgel fue otra de esas mujeres pérfidas que pronunció la famosa frase «o rei o res», como diciéndole: no aceptes la decisión de Caspe, sublévate. De hecho se sublevó; Fernando lo venció y murió en el castillo de Xàtiva, donde lo encerraron de por vida.

-Otro santo muy valenciano, aunque también muy posterior, es San Juan de Ribera.

-San Juan de Ribera tampoco me cae simpático por la cuestión morisca. Muchos nobles y gente de la corte vinieron a decirle que podría ser una ruina para la Comunidad Valenciana la expulsión de los moriscos.

-De hecho lo fue.

-Y de hecho lo fue. Pero él defendió a capa y espada la expulsión y la forma en la que se hizo: se les dio tres día para marcharse con lo puesto. Pero me estoy arrepintiendo de lo que digo: otra cosa es el fervor religioso.

-Tendremos que hablar también de otro héroe ente la realidad, lo mitológico y la leyenda: el Cid.

-El Cid fue en realidad un personaje nefasto, absolutamente nefasto. Según mi profesor, el historiador Urbieto, el Cid era un salteador de caminos. Yo sé que la reconquista es muy compleja porque parece una guerra de cristianos contra musulmanes, pero también entre ellos mismos había guerras. Por ejemplo, entre Castilla y Aragón. Pues el Cid se aliaba lo mismo con Castilla, que con Aragón que con los moros, según le convenía. Un mercenario.

-Se nos va a derrumbar el mito.

-Él conquista Valencia pero no para Castilla ni para Aragón. La conquista para él y se la entrega a doña Jimena. Y entonces resulta que cuando ve que se la van a volver a quitar la quema. Y hablo de historia y no de leyendas: para escribir del Cid me estuve leyendo el libro de Joan Reglà y el del arabista Ambrosio Huici.

-Le recuerdo que estamos hablando de un héroe.

-Era ambicioso, un aventurero, un guerrero. Vas a Burgos y allí lo tienen como si fuese un Dios, como si fuese el prototipo del caballero medieval con los más altos valores que representan el medioevo. Y sin embargo aquí en Valencia fue nefasto. Y repito: quemó la ciudad.

-Historia y leyenda.

-También tenía una crueldad terrible, pero podría ser leyenda. Como es leyenda que lo que ambicionaba era encontrar para Jimena el collar, que era un cinturón, que supuestamente había llevado la amante de Harun al-Raschid de 'Las mil y una noches', collar que supuestamente estaba en Valencia. Creo que fue Juan Eslava quien lo contó.

-En Valencia también tenemos un tesoro templario.

-La leyenda dice que la víspera de que mateasen al Mestre general del temple, desde París salió con los tesoros de la orden una carreta que llegó hasta la desembocadura del Sena, donde los recogió un barco y los trajo a Aragón. Ese barco llegó a Peñíscola y en la sierra de Irta quedó escondido. Allí debe de permanecer el tesoro de los templarios. Es cierto que al rey don Jaime lo habían educado los templarios y tenía cierta simpatía por ellos.

-Perdón por la insistencia: parece bastante habitual la mezcla de leyenda y realidad.

-Habría que distinguir entre las leyendas piadosas y las profanas. Las piadosas se basan en una cuestión de fe; en las profanas puede ser que un alto porcentaje no hayan ocurrido o sean exageraciones. Cada vez que yo cogía una leyenda tenía al lado un libro de historia para contrastar la fantasía y la realidad. Y, lógicamente, me fío más de los historiadores. Lo curioso es que la mitad de las cosas no son leyenda: ocurren de verdad. O mejor: más que leyendas son interpretaciones de los hechos.

-¿Las leyendas podrían ser precisamente eso, interpretaciones populares?

-Sí: El mismo hecho interpretado por la historia oficial o por lo que la historia oficial omite y que fue una realidad.

-Pero las leyendas son más bonitas que la historia.

-Las leyendas me encantan. La historia es para saber qué pasó, pero las leyendas se basan en pequeñas historias. Hay una frase de Unamuno que las define: el talante de los pueblos se conoce mejor en las leyendas que en los cronicones. Además, la historia oficial siempre la escribe el vencedor. ¿Cuál es la letra pequeña de la historia? Esa es la que me interesa. La letra pequeña no se cuenta.

-Muchas leyendas se repiten de ciudad en ciudad.

-Sí; por ejemplo, las vírgenes que parecen debajo de las campanas son multitud. Y no sólo en ciudades cercanas, sino en las que están alejadas. Muchas leyendas se repiten no de ciudad en ciudad, sino de país en país; aparecen también con otras características, pero con muy pocas variantes, en Rusia, en Escandinavia o en Italia. La leyenda va pasando de un lugar a otro y adaptándose a cada uno de los sitios. Pero el tema es el mismo.

-Algunas tierras tienen fama de tener más leyendas. Estoy pensando en Galicia.

-Donde triunfan las leyendas es porque hay un componente mayor de gente supersticiosa. Y Valencia también tiene mucha superstición.

-Y ahora qué hecho podría dar lugar a alguna leyenda?

-Quizás la muerte de Lady Di podría acabar convertida en leyenda. A lo largo de la historia hay una larga lista de asesinatos por motivos políticos o lo que sea.

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