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JAVIER LLOPIS
Lunes, 10 de mayo 2010, 02:20
Desde hace dos años, la aparición del nombre de Ibi en las páginas de los periódicos va asociada a denuncias sobre irregularidades administrativas, a escándalos políticos y a trifulcas internas entre miembros del PP local. La Villa Juguetera ha dejado de ser aquella pacífica localidad industrial, a la que cada mes de diciembre acudían en procesión los periodistas de la capital para hacer el obligado reportaje sobre la campaña del juguete para Reyes. Ibi se ha convertido en el epicentro de una eterna tormenta política, retransmitida casi en directo con luz y taquígrafos. Averiguar las causas de este estado de permanente inestabilidad no es una tarea fácil.
En principio, el perfil del Ayuntamiento surgido de las últimas elecciones auguraba una legislatura tranquila. El PP, dirigido por la alcaldesa Mayte Parra, obtenía una histórica mayoría absoluta de trece concejales, doblando a su inmediato seguidor, un PSOE que se quedaba en la exigua cifra de seis ediles y dejando con un solo escaño a los independientes de ADIi y a EU. Si a este cómodo mapa político, le añadimos la sintonía de la alcaldesa (uno de los baluartes del campismo en la provincia) con la Generalitat, todo hacía presagiar que este mandato estaba llamado a convertirse en un camino de rosas, en el que se empalmarían las inauguraciones mientras, se fortalecía la imagen pública de la primera edil. Sin embargo, en poco más de dos años todo este tinglado ha saltado por los aires. Primero, fue la expulsión del grupo municipal de la edil Felicidad Peñalver. Después, llegó la sonada dimisión de la concejal de Deportes, Ana Sarabia, tras una batería de denuncias sobre anomalías contables. Ahora, llega el castigo a dos ediles críticos, que sitúa al PP ante el riesgo (remoto, pero real ) de perder el control de la corporación. De forma paralela a estas luchas intestinas, se ha ido abriendo una serie interminable de frentes judiciales, que son como bombas de relojería que pueden ir estallando conforme se acerquen las próximas elecciones.
En un cortísimo espacio de tiempo se ha pasado de la placidez a la confusión y a la incertidumbre. Dicen los que conocen los intríngulis de la política ibense que todos estos hechos tienen una única causa: la sobredosis de poder por un empacho de mayoría absoluta.
Además de indignar a la oposición, la forma de gobernar de Mayte Parra -a caballo entre el personalismo y el populismo- ha provocado fuertes divergencias con sus propios compañeros de partido. Las tensiones han sido tan fuertes, que la final han acabado por salir a la luz.
Quedan por ver las consecuencias que esta legislatura endiablada tendrá sobre los próximos resultados electorales. En las filas populares todavía se recuerda que en el año 2003 los votantes ibenses reventaron todas las encuestas y pusieron de patitas en la calle a un PSOE que llevaba 20 años disfrutando de unas mayorías absolutas que parecían no tener fin.
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