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PAQUI TERCERO
Lunes, 24 de mayo 2010, 02:35
Los alumnos de Infantil del colegio Isabel Ferrer nunca han abierto tanto los ojos y la boca en señal de sorpresa como cuando vieron que la gallina que cuidan en el patio del colegio había puesto un huevo. Y es que el centro público ha diseñado todo un proyecto educativo en torno a dos animales de carne y hueso, una gallina y un gallo, que traslada a los alumnos valores como el sentido de la responsabilidad y el respeto.
Lo que en principio parecía una locura -la idea la planteó una madre-, se ha convertido en una herramienta didáctica que ha enganchado no sólo a los alumnos, también a los padres. Miriam Rovira e Inma Collado, tutoras de P-3 responsables del proyecto, enumeran las ventajas de tener un gallinero en el patio del colegio, aunque suene raro.
«Notamos que los niños van muy acelerados por el ritmo de vida actual mientras que las gallinas se mueven por los ciclos naturales, con lo que los niños aprenden actitudes de paciencia y de respeto desde pequeños. También están muy protegidos, y cuidar de un ser vivo les traslada el sentido de la responsabilidad de forma palpable. Además, nos ha permitido recuperar palabras y expresiones de nuestra lengua como 'pondre ous' o 'escarotar-se', ahora todos los niños saben qué significa este verbo».
Cada semana (hoy arranca la cuarta) una clase es la responsable de dar de comer a la gallina y al gallo, de limpiar el gallinero y de mirar si hay algún huevo. Un pollito dentro del aula indica cuál es el grupo encargado del cuidado. «Al principio les daba miedo acercarse, ahora están encantados. Incluso se han implicado en la elaboración de carteles con las normas de respeto que se han de seguir para acercarse a los animales», cuentan Inma y Miriam.
Con los huevos que recogieron las dos primeras semanas, todos los alumnos de Infantil prepararon un flan en el taller de cocina, la forma de redondear un proyecto didáctico pionero en la ciudad.
Este recurso educativo ha permitido que alumnos de 3, 4 y 5 años 'palpen' conocimientos en torno a la identidad y la autonomía personal; el medio físico, natural, social y cultural y la comunicación y el lenguaje.
Pero la experiencia no ha estado exenta de anécdotas, algunas muy positivas, como la implicación de los padres en la construcción del gallinero, y otras no tanto. Y es que un vecino, apenas tres días después de haber instalado el gallinero, llamó al colegio y amenazó a la directora con denunciarles por las molestias que le ocasionaba el canto del gallo. Así que cambiaron el primer gallo por otro más joven que no cantase.
La amenaza telefónica se convirtió en escrita, a pesar de que ya se había solucionado, en la que el vecino sugería con toda la ironía del mundo que la directora se llevase el gallo a su casa. Es el único borrón en un proyecto que incluso ha permitido cumplir el deseo de muchos niños que querían tener un mascota y en casa no les dejaban.
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